Para su más reciente largometraje, Carlos Reygadas decide no sólo dirigir sino también protagonizar su propia película, llamada Nuestro Tiempo (México, 2018). La decisión no sorprende para aquellos que hemos seguido su filmografía: en cintas previas, sus hijas y amigos han fungido como actores, por lo que era cuestión de tiempo para que Reygadas diera un paso al frente y se decidiera por permanecer frente a la cámara.

En Nuestro Tiempo, toda la familia del cineasta participa para interpretar a la esposa e hijos de Juan (Reygadas) un ganadero e intelectual que sostiene una relación abierta con su esposa llamada Ester. Aunque se trata de un común acuerdo, el último ligue de Ester (Natalia López) deja inconforme a Juan quien se muestra celoso, posesivo y en general algo patán.

Así, este nuevo Juan (así se llamaban el menonita enamorado de Luz Silenciosa y también el esposo perturbado en Post Tenebras Lux) padece más o menos los mismos problemas que sus homónimos en las otras cintas: les pesa el amor, les pesa el deseo y en general viven en su propio infierno personal a causa de sus decisiones y su ethos.

Al igual que en sus cintas previas, el derrumbe emocional de estos hombres sucede con estupendos atardeceres, praderas hermosas, y en general un despliegue de tomas que muestran la belleza extrema de la naturaleza. Para Reygadas, el infierno no existe en la tierra, sino en nuestra cabeza.

Nuestro Tiempo es la película más extensa en la filmografía de Reygadas (tres horas) pero también es la más sencilla y fácil de asir. No esperen esos despliegues casi surrealistas de Post Tenebras, pero si hay un ánimo del director mexicano por experimentar nuevas formas que no son usuales en su cine: un casi plano secuencia que inicia dentro del Palacio de Bellas Artes y que poco a poco nos traslada a las calles del centro histórico de la CDMX, una secuencia donde Ester va manejando su camioneta mientras piensa en el conflicto en ciernes a la vez que la cámara la abandona para meterse literalmente al motor del automóvil, o una escena donde Reygadas monta una cámara en el tren de aterrizaje de un avión para mostrarnos una hermosa secuencia de la Ciudad de México vista desde el aire.

El director ha declarado que, no obstante su rol protagónico y el de su propia familia, la historia no tiene nada de autobiográfico; puede que sea cierto pero, ¿cómo no asociar que, cuando Luis dice que a pesar de que ama su oficio aún le falta mucho por aprender,  no se trata de Reygadas sincerandose?, ¿o qué tal rumbo al final, cuando uno de sus amigos le dice que es un arrogante y Luis/Reygadas sólo asiente con la mirada?

Lo cierto es que la duración extrema de la cinta no será un obstáculo para aquellos acostumbrados a las digresiones estéticas y temáticas de Reygadas, pero definitivamente se volverá un reto a la paciencia (y al sueño) para aquellos que esperen una película más comercial.

Visualmente no hay nada que reprocharle: su discurso preciosista, compulsivamente elogioso a la vida del campo y los animales, permanece intacto bajo la lente del cinefotógrafo Diego García. Y si bien la película no está exenta de grandes “momentos Reygadas” (esa toma sostenida de una puerta del rancho que, con la música de fondo y las implicaciones de ciertos eventos, la hacen bastante memorable) tampoco estamos frente a su mejor cine. En todo caso, esto se trata de un experimento de transición, habrá que esperar para saber hacia dónde.

-O-

Entrevista con el director, Carlos Reygadas.

¿Cómo describirías tu nueva cinta?

Trata sobre un mundo que va terminando, el mundo rural y en particular el de la crianza de toros, y cómo se mezcla eso con aspectos del mundo contemporáneo como la inmediatez de las comunicaciones. Me interesaba explorar las tensiones que todo esto genera.

¿Por qué decidiste ser tu propio protagónico?

La verdad es que hice casting durante mucho tiempo para todos los papeles y me costó mucho trabajo encontrar a alguien que supiera hacer estas actividades de campo y a la vez pudiera funcionar como un escritor o algo por el estilo, entonces decidí aplicar ese viejo dicho que dice “cuando no hay actor entra el director”. Fue un proceso que disfruté mucho.

Entonces, ¿estamos ante una película autobiográfica?

No, Nuestro Tiempo no es una película autobiográfica ni toma aspectos de mi vida. Entiendo que ése era el principal riesgo al asumir el papel protagónico, que pensaran que estaba hablando sobre mí mismo, pero no es el caso. La película sería la misma si alguien más hubiera sido el protagonista. Lo cierto es que el espectador normal no me reconoce físicamente, entonces ese problema es sólo para gente como ustedes que está muy metida en esto del cine.

Esto te obligó a delegar el control de la cámara...    

Si, eso fue frustrante porque para mi la operación de cámara es algo muy personal, pero como sea se logró trabajar bien con el fotógrafo y sacamos las tomas en común acuerdo. Donde gané es en dictar el ritmo, usualmente los actores le dan el ritmo a las tomas y aquí yo marcaba el ritmo dentro del cuadro.

¿Por qué no fuiste a Cannes con esta película?

Encontré mucha reticencia, creo que han cambiado los gustos de Cannes respecto al cine. Oficialmente dijeron que no entraría porque no estaba lista la película; eso era cierto, pero nada impedía que la termináramos para entregarla a tiempo. Mejor nos fuimos a Venecia y la verdad es que estoy  muy contento con esa decisión.

Cuarón, Scorsese y otros autores le han dicho sí a las propuestas de Netflix para producir cine, ¿has pensado en hacer cine con el apoyo de estas empresas?

No está en mis planes directos pero podría pasar. El mundo está cambiando, se ha criticado mucho a estas plataformas pero creo que están apoyando al cine de autor. Se van la “desformatear” las películas y creo que eso es bueno. Cannes sigue en un mundo que está rumbo a la obsolescencia al negarse a aceptar a Netflix como un jugador.

Me da la impresión de que en esta película te estás permitiendo experimentar nuevas cosas. Por ejemplo ese zoom al motor de una camioneta mientras la protagonista va ensimismada en sus pensamientos o la secuencia del avión, son secuencias atípicas en tu cine...

Es cierto, son momentos atípicos, pero también creo que, en contraparte, la película es bastante clásica en su estructura narrativa. En esta cinta el lenguaje cinematográfico parece más sencillo que en otras pero lo cierto es que tiene muchos detalles sutiles respecto a la música, respecto al fuera de campo, etc y que probablemente si están en el terreno de la experimentación o de la búsqueda. No busco la originalidad per sé pero sí busco la forma específica de decir las cosas. Cada plano tiene una razón de ser pero no me interesa seguir la rutina, no siempre es lo más adecuado. Me gusta cuestionar esa rutina y en ese proceso hay cosas que se salen de la norma.

Por cierto, ¿cómo filmaste esa escena del avión?

Resulta que no se puede aterrizar en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México con una cámara montada, así que tuve que recurrir a un truco (que no te puedo revelar) para poder hacer esa secuencia.

Es tu película más larga a la fecha (3 horas de duración), ¿no tuviste la tentación de cortar cosas en la edición?

No,para nada. Desde que escribí el guión me di cuenta que la película duraría más de lo habitual y bueno, seguramente hay gente que no le gusta ver películas de 3 horas y no pasa nada. No todo le tiene que gustar a todo mundo. Hay otros quienes no tienen problemas con la duración mientras tenga buen ritmo la película y éste es el caso. Jean Luc-Godard decía que era triste que las películas siempre tenían que durar 90 minutos o 120 minutos siendo que en la pintura hay todo tipo de tamaños en los cuadros. Esa libertad del formato es algo en lo que yo creo, por eso no me importa mucho la duración de la película mientras que tenga un buen ritmo.

-O-

Sígueme en Twitter:

Escucha nuestro podcast: Filmsteria! en 

Google News

Noticias según tus intereses