Morena se comprometió a construir un gobierno para el pueblo y terminó construyendo un gobierno para el gobierno. “Cuernos, cuernos.. siempre tan modernos”, dice la canción del canta autor español. En el sexenio que toca a su fin hemos visto al gobierno apropiarse de recursos y elementos del desarrollo que no son suyos, sino de los ciudadanos, para convertirse en amo y señor del destino nacional más allá de lo que la población requiera o quiera.

La CDMX necesitaba un aeropuerto, así que el gobierno construyó uno con recursos públicos, mano de obra pública y que al final —como buen aeropuerto vacío— será el aeropuerto de una aerolínea del gobierno operada por empleados del gobierno que volará a destinos definidos por el gobierno.

México “descubrió” su riqueza en litio y el gobierno decidió que esos recursos serían para explotación exclusiva del gobierno y para ello creó una empresa de gobierno dirigida por empleados escogidos al antojo del gobierno, una que no entrará en operaciones por décadas por falta de recursos y capacidad técnica del gobierno. Cuernos, cuernos.

Claro que el Sureste requiere un ferrocarril, especialmente en temas de carga, combustible y materias primas, pero el gobierno decidió que lo suyo sería un tren turístico esencialmente, inaugurado sin estar terminado, con equipos insuficientes, que en realidad es superado en practicidad y frecuencia por los autobuses. De la destrucción de cenotes, ni hablemos. Cuernos, cuernos.

Sigue Pemex, que no es de los mexicanos, basta leer la ley que a la letra dice que “es una empresa de propiedad exclusiva del Gobierno Federal”. Es decir, los $1.4 billones que se le han regalado a Pemex en los últimos 5 años (sí, billones con B), han sido recursos ciudadanos. Ese dinero hubiera alcanzado para dar a cada mexicano, desde los recién nacidos, $11 mil pesos contantes y sonantes, o $50 mil pesos por familia en promedio. En la realidad ese dinero se ha quemado y destruido, pues son las pérdidas financieras y operativas de Pemex, sus abusos e ineficiencias. Es el gobierno gastando en cosas del gobierno y para el bienestar tangible del “pueblo”, pues cuernos, cuernos.

Sin embargo, la joya de esta cantaleta del gobierno poniéndole los cuernos al pueblo es la salud. Se desmanteló el Seguro Popular y se empezó por comprar medicinas al antojo del gobierno y al final las medicinas las terminó produciendo en gran parte una empresa del gobierno. Fueron incapaces de operar la compleja logística de distribución de medicamentos y la solución que se les ocurrió fue que el gobierno le pusiera una farmaciota al gobierno, una farmaciota en el centro del país donde por cierto está el centro del gobierno.

De la balada romántica de la descentralización —la Secretaría de Pesca en Mazatlán y la de Educación en Puebla, como claros ejemplos— nadie se acuerda.

Cada vez que el gobierno se expande a nuevas áreas, los contrapesos se pierden y el destino del país se decidirá en mayor grado desde un escritorio político.

El gobierno va a decidir qué se hace, cómo se hace y quién hace las cosas en el país, controlando más y más áreas de actividad, restando espacio y libertad tangible a los ciudadanos y la sociedad en general.

El día que los ciudadanos se den cuenta que Morena les está poniendo los cuernos y que con el pretexto del “pueblo” se han apoderado de todo, ese gobierno omnipresente nos podrá decir a la cara “cuernos, cuernos” y no podremos hacer nada. Es tiempo de poner un alto a un gobierno que está enamorado de sí mismo y nos inventa su supuesto amor por la Patria. Al cuerno con los cuernos.

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