La educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva. Lamentablemente, según cifras de la Unesco, actualmente 250 millones de niñas, niños, adolescentes y jóvenes están sin escolarizar y 763 millones de adultos son analfabetos. Su derecho a la educación está siendo violado y es inaceptable.

En 2018, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de enero como Día Internacional de la Educación. Sin embargo, la fecha destinada para la celebración del papel que la educación desempeña en la paz y el desarrollo, hoy es un motivo de preocupación ante la difícil situación que enfrenta la niñez.

En el último año, conflictos políticos como la guerra en Ucrania o los ataques en Palestina e Israel, desastres naturales como los terremotos en Siria y Turquía o el impacto del Huracán Otis en México, y el desplazamiento de millones de niñas, niños y adolescentes que se ven obligados a migrar de sus países de origen para buscar un futuro a salvo, dan como resultado una generación de niñas y niños que no están recibiendo la educación necesaria para desarrollarse de forma adecuada.

A pesar de que nuestro país cuenta con una vasta existencia de fundamentos y disposiciones legales para garantizar la atención y protección de la niñez, las estructuras administrativas y acciones no son adecuadas o suficientes. En México, según el , apenas el 46.1% de las niñas y niñas con edades de 3 a 5 años reciben educación preescolar, y aunque las cifras mejoran en educación primaria, conforme pasan los años, niñas y niños desertan para nunca más volver a la escuela, sobre todo quienes viven en sectores altamente vulnerables.

Como dice el proverbio tibetano: Un niño sin educación es como un pájaro sin alas. Es nuestra responsabilidad como sociedad, asegurarnos de que ningún contexto corte las alas de nuestras niñas, niños y adolescentes.

En Save the Children reconocemos la importancia fundamental de garantizar la educación y desarrollo, para lograr el bienestar presente y futuro de nuestra niñez y adolescencia. Por eso, una de nuestras metas principales es lograr que niñas y niños, desde la primera infancia y educación básica, cuenten con acceso a la educación y mejoren sus habilidades para el aprendizaje, mediante la construcción de ambientes seguros y de confianza.

Para conseguir nuestro cometido, desarrollamos diferentes programas integrales en los que fortalecemos a educadores, madres, padres, cuidadores y líderes de la educación con los enfoques de aprendizaje a través del juego y crianza con ternura. Además, realizamos arduas acciones de incidencia en la agenda política y pública para que las personas tomadoras de decisiones pongan en el centro a la niñez como interés principal.

En el marco del Día Internacional de la Educación, tenemos que hacer un llamado a las autoridades para proteger y asegurar que las alas de nuestra niñez y adolescencia crezcan. Es hora de transformar la educación.

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