El corazón de la Ciudad de México ha latido hacia la izquierda política desde hace más de 2 décadas: la capital del país es pionera en la implementación de programas sociales que protegen a los adultos mayores y de políticas públicas que benefician a las colonias, pueblos y barrios que más lo necesitan.

A la CDMX también le distingue su pluralidad, tolerancia y diversidad en lo humano y en lo legal. Nuestro marco normativo —incluso desde antes de la Constitución Política de la Ciudad— es liberal y progresista, las políticas se encaminan a recuperar el espacio público y mejorar las condiciones de bienestar para las familias, prioridades sin duda marcadas por la última administración.

El próximo año definiremos todos los cargos de elección popular en esta capital —jefatura de gobierno, diputados locales, alcaldías y concejales— en coincidencia con el proceso electoral federal del 2 de junio. Encabezar la representación popular de una de las ciudades más grandes del mundo es, al mismo tiempo, un honor y una enorme responsabilidad: la CDMX debe seguir avanzando en el pleno ejercicio de los derechos que hemos conquistado.

Uno de los retos más importantes para todo gobierno en México es mantener el fortalecimiento de la seguridad de las familias y el acceso a la procuración de justicia. A pesar de que la percepción de seguridad en la CDMX y muchos indicadores mejoraron en los últimos 5 años, la realidad es que no podemos bajar la guardia.

El siguiente gobierno podría utilizar las herramientas que ofrece la inteligencia artificial en materia de seguridad para prevenir la comisión de delitos, contar con mejores mecanismos de prueba y combatir de forma más eficaz a los criminales. También, se deben modificar las normas y políticas que aún mantienen el acceso a la justicia como un bien elitista —derivado de múltiples reformas federales hechas años atrás— en lugar del bien público. Necesitamos un modelo de justicia que esté al alcance de todos —en especial de los ciudadanos en situaciones de vulnerabilidad— y erradique la corrupción.

No podemos olvidar que 70% del territorio nacional se encuentra afectado por sequías; la CDMX sufrirá algunas de sus consecuencias. Nuestra Ciudad debe traer la mayor parte del agua que se consume y en ese proceso pierde cerca del 40% en fugas. Además, aunque una parte del agua que se utiliza es tratada, el resto termina contaminado ríos y suelos. A pesar de los avances en programas como “Cosecha de lluvia”, nuestra Ciudad debe observar la experiencia de Singapur e Israel, e implementar soluciones de largo plazo que garanticen el derecho al agua para todos, incluidas las futuras generaciones.

El derecho a la salud es uno de los más importantes, por lo que resulta necesario consolidar y fortalecer el sistema de salud de la CDMX. Siguiendo los lineamientos de la OMS, es fundamental contar con mejores políticas de prevención y un sistema de atención primaria que incluya las enfermedades con mayor prevalencia, como algunos tipos de cáncer. El dinero no puede seguir definiendo quién vive y quién muere.

Como puede verse, la agenda de progreso es amplia y diversa: transporte público sustentable y eficiente, espacios públicos dignos, entre tantas otras tareas. Nuestra Ciudad es maravillosa y avanza por el camino correcto; seamos ciudadanos informados, conscientes y responsables, estemos a la altura de las decisiones que se juegan en 2024.

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