Más de 10 mil niños de 9 y 10 años serán objeto a lo largo de una década del mayor estudio científico a largo plazo sobre el cerebro adolescente que se ha hecho en Estados Unidos, informó hoy uno de los centros investigadores.

Patrocinado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), que han financiado a especialistas en los campos de la neurociencia y el desarrollo adolescente, 19 centros de investigación distribuidos en todo el país harán un "registro del desarrollo biológico y conductual de los participantes".

"Vamos a ver a los jóvenes como niños y terminaremos viéndolos como adultos jóvenes", señaló Raúl González, profesor asociado de Psicología, Psiquiatría e Inmunología de Florida International University (FIU), uno de los centros participantes en el estudio Adolescent Brain Cognitive Development (ABCD).

Responsable del reclutamiento para este estudio de menores residentes en el sur de Florida, González resaltó que en la adolescencia empiezan problemas que se mantienen luego en la vida adulta y, por ello, la investigación busca "entender qué contribuye a un desarrollo saludable o no saludable del cerebro".

"Usando tecnología de vanguardia, vamos a determinar cómo las experiencias de la infancia, como deportes, videojuegos, redes sociales, patrones de sueño no saludables y tabaquismo, interactúan entre sí y con la biología cambiante de un niño", explicó.

A la larga, la idea es descubrir cómo todo ello influye en el desarrollo de los cerebros de los jóvenes y, en última instancia, en aspectos sociales, académicos, de comportamiento y de salud, entre otros.

Los investigadores acudirán a escuelas públicas y privadas de todo el país, seleccionadas por NIH, en busca de la muestra de 10 mil niños y niñas, en la que estarán representadas diversos orígenes, grupos étnicos y niveles educativos y económicos.

Cada dos años, en sesiones de hasta 7 horas, los menores seleccionados deberán responder a entrevistas y cuestionarios, participar en juegos para estudiar su desarrollo cognitivo, entregar muestras biológicas y someterse a una sesión de resonancia magnética para obtener imágenes del cerebro.

A la par, en los años intermedios, se harán sesiones más cortas de no más de 3 horas, y se realizarán además seguimientos periódicos cada 6 meses por teléfono o internet.

Si bien las preguntas principales no serán resueltas hasta cuando concluya el estudio en 10 años, los investigadores esperan que la información que se vaya recogiendo ofrezca datos preliminares de gran utilidad para la comunidad científica y el público en general.

Los resultados finales otorgarán "información práctica" sobre el bienestar de los menores a familias, a directores y maestros de escuelas, así como a profesionales de la salud y legisladores, según explicó González.

Como muchos de los otros centros de investigación participantes del proyecto ABCD, FIU ya inició la selección de adolescentes en el sur de Florida, importante poción de la muestra por su variopinta población y sus características peculiares.

"Al tener una rica y diversa colección de individuos representados en el amplio estudio, podemos asegurar que los resultados de la investigación se pueden aplicar a tantas personas como sea posible", afirmó González.

En el sur de Florida, el especialista encabeza un equipo de 14 personas para la selección de los niños, entre los que se incluyen expertos en salud mental infantil y trabajadores sociales, además de psicólogos con amplia trayectoria en el campo del abuso de drogas y la neurociencia cognitiva.

"La adolescencia es una fase de espectacular crecimiento físico, emocional e intelectual. Durante la década pasada, las técnicas de imagen que han permitido a los investigadores observar el cerebro de manera no invasiva han mostrado que también es un periodo de grandes cambios en la función y estructura cerebral", señalan los promotores de ABCD en la web del proyecto.

Detrás del estudio está CRAN, una división de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU. dedicada a investigaciones sobre adicciones, razón por la cual en principio tenía solo como objetivo saber el máximo posible del cerebro de los menores antes y durante la fase de más riesgo a estar expuestos al tabaco y las drogas.

Sin embargo, el campo de investigación fue ampliado porque "sabemos que el uso de sustancias es solo una parte del panorama más amplio del desarrollo adolescente", señala la web de ABCD.

jpe

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