Los resentimientos son recuerdos de algo que “nos hicieron” que volvemos a sentir en el presente provocando aún más daño del que hizo el incidente en su momento. Estos resentimientos se nos quedan albergados en el alma, y aunque paradójicamente nos afecten mucho casi al grado de detener nuestra vida, somos nosotrxs mismxs lxs que los alimentamos. Nos damos cuerda aunque duela peor, pero también da una ilusión de alivio sabernos víctimas. Algo muy raro.
Las personas que nos dañaron ni se enteran de nuestras noches deseándoles la peor de las muertes, ni de todos los días que les dedicamos con gastritis y venganzas eternas. No, esas personas quizá ni piensan que nos dañaron. Es más quizá todo fue producto de nuestra mente o incluso fuimos nosotrxs lxs que dañamos primero con alguna acción concreta u omisión. No importa. El caso es que cada vez que vemos o escuchamos hablar de “esa persona” se nos revuelve la panza y la cabeza provocándonos enojos que jamás pensamos que pudiéramos experimentar.
Yo he encontrado dos cosas para quitarme los resentimientos, una es analizar la situación y hacerme responsable de las acciones u omisiones que cometí en su momento. Hacernos responsables no significa quitarle la responsabilidad a quien dañó. Muchas veces sí hubo un daño y hasta con alevosía, sin embargo también nosotrxs contribuimos de algún modo a la situación y en el remoto caso de que no, viene la segunda tarea. Quitarle poder, y desearle a esa persona que hoy odiamos tanto que le vaya bien, que obtenga todo lo que quiera y echarle buena vibra. A los que les gusta rezar y creen en eso, les diría que rezaran de corazón por la persona, para todxs lxs demás, la solución está en desear todo lo bueno que queremos para nosotrxs que también lo tenga esa persona. Como por arte de magia a los pocos días sentiremos una ligereza sutilmente intensa. Como cuando sufres de dolor de cabeza por mucho tiempo y de pronto notas que se esfumó.
La vida de por sí tiene muchas circunstancias y situaciones fuera de nuestro control que nos pueden hacer sufrir bastante como para que además le demos poder a las personas.
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