Ayer Latinobarómetro presentó su más reciente informe sobre las percepciones de la ciudadanía en América Latina respecto de la democracia y las instituciones. La encuesta fue levantada durante la pandemia, por lo que sus hallazgos ilustran cómo ésta profundizó largas tendencias de deterioro.

En el subcontinente la mitad de las personas cree que la democracia es preferible a otras formas de gobierno. Desde 2010 la cantidad de demócratas convencidos ha venido en picada en casi todos los países. La catástrofe económica de los últimos años impide cualquier recuperación.

De hecho 13% de los entrevistados justificaría un gobierno autoritario, sobre uno democrático. Preocupa que en México esta proporción sea casi del doble (22%) que el promedio regional.

El desencanto democrático no parece estar correlacionado con el apoyo al gobierno. La proporción de personas que aprueban la gestión gubernamental ha crecido durante el último lustro, alcanzado hoy una tasa regional de 40%. En 2020 México logró el porcentaje más alto en su historia (58%), aunque muy por debajo que países como El Salvador y República Dominicana, donde el nivel de entusiasmo con el gobierno supera al 80%.

En todo caso, los hallazgos de Latinobarómetro parecen sugerir que la caída sistemática de demócratas convencidos puede tener sus orígenes en las crisis económicas y en la erosión de los niveles de confianza. Doce de cada cien entrevistados en la región afirma poder confiar en el resto de las personas, el nivel más bajo en todo el mundo.

La confianza hacia las instituciones también decreció en los últimos 25 años. Si se compara con 1995, en la región ha caído la cantidad de personas que confían en la iglesia, fuerzas armadas, policía, presidencia, poder judicial, congreso, autoridades electorales y partidos. No existe institución alguna que haya mejorado su confiabilidad.

El deterioro más importante se registra en la confianza hacia los partidos políticos y congresos. En el último cuarto de siglo ese nivel se redujo casi a la mitad, alcanzando hoy proporciones de 13% y 20%, respectivamente. Resulta paradójico que la confianza en esas instituciones se haya producido precisamente en los mejores años de la democracia electoral en la región.

Los latinoamericanos también han perdido confianza en sus autoridades electorales. Tres de cada diez entrevistados confían en ellas, muy por debajo del 47% que se tenía en 2006.

En la actualidad, el nivel de confianza hacia las autoridades electorales mexicanas (INE y TEPJF) es del 36%, muy por encima de otras instituciones sofisticadas como la Argentina (15%), pero ciertamente debajo de aquellos países con tradiciones democráticas arraigadas como Uruguay (64%).

Difícil será restaurar la confianza sin un estado de derecho sólido. El Informe prende focos rojos en un hecho: 84 de cada 100 latinoamericanos cree que la ley de su país se incumple en forma generalizada. Con la excepción de Chile y Uruguay, esos niveles de desapego a la norma se reproducen en todos los países del subcontinente, llegando hasta el dramático caso peruano donde 93% de la población percibe incumplimiento.

El deterioro de la cultura democrática en la región no ha ocurrido en el vacío. Es producto de cambios profundos que se han gestado a lo largo de, cuando menos, 25 años. Informes como el de Latinobarómetro muestran la ruta de la recuperación, a partir del fortalecimiento de instituciones, para hacerlas más sólidas y confiables.


Consultor independiente.
@yuribeltran

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