La inseguridad ha sido, tanto un problema endémico en México, como motivo de fricciones con Estados Unidos. A partir de la guerra de 1846-1848, las nuevas fronteras y sus problemas fueron elementos centrales de la binacionalidad que se fue forjando. A la par de su poblamiento, proliferaron contactos de todo tipo, incluyendo el contrabando, bandoleros, desperados, perseguidos de la justicia o de la política, ladrones de ganado, indios rebeldes, etc. La inseguridad que asolaba a las poblaciones fronterizas fue tal, que durante el porfiriato se negoció un tratado que permitía el ingreso de ejércitos (no policías ni aguaciles) de ambos países, para perseguir (hot pursuit) y arrestar ladrones y criminales.

El problema se agudizó con la inestabilidad revolucionaria iniciada en 1910, al grado de enviarse tropas estadounidenses a la frontera para proteger la seguridad nacional. Uno de los argumentos que utilizó el siniestro embajador Henry Lane Wilson para conspirar contra Madero, fue su incapacidad para proteger intereses y ciudadanos de EU. El remate fue la expedición punitiva (10,000 soldados) del general John Pershing, que infructuosamente persiguió a Villa durante casi un año. El problema persistió, pero a la larga el enfoque dejó de ser militar, para ser policiaco.

Como después de la Segunda Guerra Mundial, EU comenzó a ser el mercado de consumo de drogas más grande del mundo, el narcotráfico, junto con la migración ilegal, se convirtieron en el principal motivo de fricción. El malestar por la inseguridad y la incapacidad para solucionarla, llevó a Washington a tomar medidas extremas, como cerrar total o parcial la frontera con la “Operación Intercepción” de Nixon para frenar el tráfico de drogas, por el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, en la época de Reagan, o más recientemente como presión de Trump para que frenáramos la migración centroamericana. Por el momento, lo migratorio no causa fricciones merced a la pragmática obsecuencia de nuestro gobierno a las exigencias de Trump. Sin embargo, el narcotráfico amenaza con desatarlas por el ingenuo enfoque de la 4T, que el senador republicano Tom Cotton, calificó como “cuento de hadas.”

La afirmación presidencial de que el monstruoso problema del narcotráfico y su brutal violencia se deben al neoliberalismo (¿?) es falaz, irreal y forma parte del cuento de hadas. La cruda realidad es que obedece: 1- A que somos vecinos del principal mercado de drogas del planeta y que es un negocio muy lucrativo. 2- A que existe una descomunal complicidad en todos los niveles gubernamentales con los narcos, y 3- A que los gobiernos del PRI, del PAN y de Morena no han sido capaces de implementar una política inteligente de combate y de seguridad efectiva. Los terribles sucesos de las últimas semanas en Veracruz, Michoacán, Guerrero, Guanajuato, etc., remataron con la patética derrota y humillación del Estado mexicano y sus instituciones en Culiacán, y en el brutal acto de narcoterrorismo en Chihuahua-Sonora contra una familia mexicano-estadounidense. Trump ofreció ayuda para eliminar a los narcos, pues independientemente que está en una desesperada campaña electoral, existe una legítima preocupación en EU por la magnitud del problema y la incapacidad mexicana. A pesar de que se rechace dicha ayuda, ya ocurrió en el pasado —máxime en periodos electorales— que, en cualquier forma, se actúe cuando se concluye que la seguridad nacional está en peligro y México es impotente para resolver el problema. Como la encuesta de EL UNIVERSAL demuestra, la medida tendría apoyo en el país; el cuento de hadas populista no solo es ineficaz, sino contraproducente para el interés nacional.


Analista internacional

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