La disputa pública, y ya en los despachos de la UEFA , de La Liga (España) contra el Paris Saint-Germain y el Manchester City, nos da para un análisis profundo.

Javier Tebas ha “cargado” principalmente contra Nasser Al-Khelaïfi, quien preside al club parisino. La demanda es porque el PSG no cumple el denominado “Fair Play Financiero”, al igual que el City.

El Fair Play Financiero dice que un club no podrá tener, entre gastos e ingresos, una diferencia superior a 100 millones de euros, relacionado con el fichaje de jugadores.

Lo que demanda Tebas es que hay un financiamiento irregular de estos clubes, respaldados por el dinero de Medio Oriente: Inyección directa de capital por parte de los propietarios y la venta de patrocinios “inflados”, que no tienen correspondencia alguna en el mercado.

La demanda lleva razón: Estas inyecciones fuera de proporción terminan teniendo un “efecto dominó” en todos los mercados. Los jugadores, básicamente, cuestan más. Los clubes que le venden a estos dos “monstruos” reciben más, por lo tanto pueden comprar más caro, y eso lo saben los clubes que suelen generar/exportar talento. La derrama e inflación artificial se dispara y dispersa en todos los niveles. Lo que en el futuro puede ser un verdadero problema económico y de viabilidad para muchos clubes y, sobre todo, para la competencia deportiva como tal.

Y aunque debemos aceptar que la demanda lleva razón, la realidad es que mucho de esto comenzó en la propia España. ¿O nos vamos a olvidar de cómo rompió el mercado el Real Madrid con aquellos Galácticos? Si bien, muchos podrán argumentar que el financiamiento fue distinto —y llevan razón—, la realidad es que el modelo de contratar súper estrellas, cuesten lo que cuesten, empezó en Madrid y resulta hasta cierto punto raro que ahora reciban una dosis de lo que ellos mismos generaron hace un par de décadas. Y también, en un momento en donde el futbol español se quedó sin los dos grandes referentes de nuestra época: Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.

Al final, todo se va a dirimir en las instancias correspondientes; sin embargo, la guerra mediática no para, y seguro no va a parar en un buen rato. Lastimosamente, esta inflación artificial repercute y termina afectando al activo más importante de nuestro juego: El aficionado. Porque, aunque tengamos la ilusión de ver a estas súper estrellas, los clubes que no tienen ese potencial del City o el PSG , tendrán que recurrir a encarecer ese punto de contacto: Entradas, merchandising y, obviamente, los derechos de transmisión. El futbol sigue su camino hacia mayores restricciones que se desbloquean con dinero. El sistema está roto, y falta más por ver.

@vic

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