No están solos, porque siempre nos hemos levantado para apoyarlos; no estamos solos, porque nos tenemos a nosotros, pero no contamos con ellos.

Así, la relación entre las bases de la izquierda electoral, sus líderes y dirigencias. Las risas de la fiesta, sus murmullos, repartos de puestos, canonjías o ingresos corrientes o futuros, las actitudes solemnes o de importancia no permiten escuchar los lamentos de a quienes se impide elegir a sus dirigentes o candidatos. Mucho menos se escucha a los ciudadanos, hombres y mujeres de buena fe, que observan encumbrar a los mismos de siempre, en las mismas posiciones, para hacer lo mismo.

La fiesta y la tragedia tienen los mismos directores, la tragedia sólo tiene a los de abajo por actores.

Han existido excelentes presidentes municipales, pero apenas son árboles robustos en el bosque de hombres y mujeres abyectos que han prostituido la voluntad popular, esquilmado el erario y olvidado las demandas de la población. Ya eran así antes de ser ungidos. No hay quien observe en las alturas. Subidos al tabique como pedestal, desgobiernan y son observados por la población con todos sus defectos. Pero están ocultos a los que eligen una y otra vez sin pudor y humanidad.

La izquierda electoral ha aplicado el acelerador y el freno al mismo tiempo. El activismo se vuelca desinteresado, supera una y otra vez estructuras paralelas que no tienen efecto, y enfrenta el freno de la imposición. “Triunfar a nivel federal, ya llegará el cambio al municipio”, ese es el fraude: se gobierna lo federal y no llega la democracia a los municipios como se enarboló en 1988. Esperamos se cumpla después de esta. No esperen hoy que la gente vote por sus verdugos.

Desde 1988 la izquierda se hizo competitiva en las elecciones federales, estatales y municipales. Pero estas últimas se pusieron al servicio de la federal, se sacrificaban las posiciones para ganar rentabilidad electoral y se decidía a veces desde el nacional y a veces desde el estatal. Era innecesario. Todavía lo es.

Se preguntaban por la falta de alternancia sin mirarse en el espejo. En Hidalgo, la alternancia se ha dado municipalmente desde el PRD. Todos los municipios la han tenido con excepción de 4 de 84. Esta empezó muy pronto después de 1988 y sigue sin crearse ese asidero necesario para darle consistencia al movimiento. La gente cambia el voto al fracasar los gobiernos.

En cuanto al gobierno estatal, los integrantes del gabinete se sumaron después del 2018 al movimiento.

César Cravioto se convirtió en candil de su casa y obscuridad de la calle. En la ciudad de México vociferaba por la democracia y en Hidalgo imponía. El delegado formal, Leonel Godoy, se omitió del tema. La dirigencia Nacional avaló. No hubo encuestas válidas. La Comisión de Honor y Justicia se quedó en un formalismo que tampoco cumplió. Pero, sobre todo, el gobierno del estado impuso. La mayor parte del descontento es por funcionarios sin consenso y sin encuestas.

Por el artículo 44 de los estatutos de Morena, según un documento de Ulises Escorza y Anabel Reyes, hasta un máximo de un 40 por ciento de las candidaturas sería para externos. No es un mal porcentaje, sin embargo, por la imposición, este llegó a un 70 por ciento en Hidalgo.

Nadie se va al PRI, ni al PAN, ni al PRD (ni a MC).

De esas prácticas vienen huyendo. Algunos optaron por el PT o el Verde que son parte de la coalición (y no por el PANAL, con el cual se alió sorprendentemente la dirección estatal). Otros sólo votaran por la candidata, otros por los federales y algunos, a pesar del descontento, por todos.

Las decisiones desde el nacional si tienen consecuencias.

Se ha sido generoso abriendo carpetas de investigación a candidatos opositores al gobierno estatal. Se encarceló ayer a un candidato del PT que puede ganar su elección. Amenazado a otros.

En Tula, Eduardo Durán puede vencer en la contienda. Se impuso un funcionario de gobierno del estado y Durán optó por participar por el PT. Se le amenazó y ofrecieron prebendas. En ese municipio se asaltó, con rifles de alto poder, las instalaciones de Morena. Los ocupantes, militantes de base, no ofrecieron resistencia y aun así fueron golpeados con saña. El delito es de carácter federal. Si no se presenta a los responsables será un elemento que enrarezca el proceso. Esto sucede cuando se viola el estatuto, la ley y se abusa del poder. Sucede cuando la dirigencia omite defender los derechos de sus militantes. De eso son responsables nacional y estatalmente.

Mientras no hagan nada por parar esta persecución a ellos les pediremos cuentas.

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