Últimamente ha habido un marcado aumento en la atención de los medios de comunicación hacia la situación post-conflicto entre Azerbaiyán y Armenia, así como hacia la región en su conjunto.

Después de las reuniones en Praga, Sochi y Bruselas, en las cuales los líderes de Azerbaiyán y Armenia anunciaron el reconocimiento de la integridad territorial y la soberanía mutua, cabe destacar que el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, incluso llegó a afirmar que Karabaj es una parte inalienable de Azerbaiyán.

A pesar de este aparente progreso, los acontecimientos posteriores han dejado claro que las partes todavía están lejos de alcanzar una paz duradera. Pronunciar palabras es una cosa, pero las acciones de Armenia en este contexto han tomado una dirección completamente diferente iniciando una campaña de difamación contra Azerbaiyán.

Esto no ha pasado desapercibido para EL UNIVERSAL, donde recientemente se publicó un artículo de Jean Meyer con un título dramático y resonante: “Genocidio a fuego lento”.

No es la primera vez que el Sr. Meyer presenta argumentos que coinciden casi a la perfección con los narrativos armenios. Tal vez por eso fue recientemente honrado por la Embajadora armenia, según las publicaciones en las redes sociales de la Embajada.

La palabra “genocidio”, que se ha vuelto omnipresente en todos los discursos de Armenia y sus partidarios, está tan gastada que incluso provocó una carta abierta de 50 líderes de comunidades judías y rabinos al primer ministro de Armenia, instándolo a no utilizar el término “genocidio” sin un motivo legítimo y sin faltar el respeto a la memoria del Holocausto.

Asimismo, la opinión jurídica del experto conocido a nivel global, Rodney Dixon, subraya que el informe de Moreno Ocampo presenta deficiencias fundamentales que cuestionan su credibilidad. El Sr. Meyer, en su opinión, intenta pintar a Armenia como un país “pequeño y pobre” y ocultar cuidadosamente el hecho de que, a pesar de las cuatro resoluciones de las Naciones Unidas que exigían la liberación de la ocupación de las tierras de Azerbaiyán, Armenia mantuvo una quinta parte de Azerbaiyán bajo su control durante casi tres décadas, destruyendo y saqueando ciudades enteras, así como cientos de pueblos, incluso profanando las tumbas de los azerbaiyanos, dejando la tierra en ruinas y forzando el exilio, lo que resultó en una limpieza étnica de cientos de miles de azerbaiyanos. ¿No es hipócrita no mencionar que, durante todos estos años en que Azerbaiyán sufrió la ocupación, la diáspora armenia sobornó a políticos en países como Francia, Estados Unidos, etc. por su apoyo?

Al mismo tiempo, Armenia siempre ha sido un aliado militar de Rusia y ha recibido armas y municiones por valor de miles de millones de dólares de forma gratuita.

Mientras tanto, la región enfrenta otro desafío: la grave contaminación por minas terrestres. Las Fuerzas Armadas armenias han instalado más de un millón de minas y, además, después de la guerra, no proporcionaron mapas de minas y continuaron utilizando la carretera de Lachin para importar aún más minas y colocarlas.

Esta es la misma carretera de Lachin que el Sr. Meyer menciona en línea con los argumentos armenios. Sin embargo, convenientemente olvida que durante dos años, Azerbaiyán la mantuvo de buena voluntad sin ningún control fronterizo ni aduanero, y ¿qué hizo Armenia? Importó personal militar, armas, minas, terroristas y saqueó los recursos naturales de Azerbaiyán.

En cuanto a la llamada “hambruna” que el Sr. Meyer describe de manera tan dramática, Azerbaiyán ofreció ayuda humanitaria a través de Agdam, una ruta más corta y conveniente. ¿Y qué hicieron los armenios “hambrientos”? Bloquearon ese camino. Eso comprueba que el único propósito de Armenia ha sido politizar el asunto.

Hace una semana, los líderes de Armenia y Azerbaiyán acordaron, con la mediación del secretario de Estado de EU, Blinken, abrir ambas carreteras. Pero una vez más, los armenios se negaron en el último momento para continuar difamando a Azerbaiyán. Curiosamente, Armenia dejó qué un camión de ayuda humanitaria rusa pasara por Agdam en estos días.

Si queremos estabilidad en la región, primero debemos apoyar el proceso de paz y no echar leña al fuego con una propaganda sesgada. El reconocimiento mutuo de la integridad territorial y la soberanía, así como la retirada de las fuerzas armadas armenias de la zona bajo responsabilidad de los pacificadores rusos.

Especialista de Política y Seguridad Internacional. Académica de la UNAM

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