“Atravesamos La Rumorosa y me causó molestia ver que han instalado generadores de energía eólica, una invasión a esta gran reserva natural”, dijo el presidente López Obrador en un twitter en marzo de 2020 en Baja California. Y agregó: “Producen contaminación visual”.

Perdón estimado lector, me equivoqué. Lo que iba a escribir era una metáfora y como decía el buen Chespirito, se me cuatrapeó. Va ahora sí, la metáfora.

"Si tienes un molino de viento cerca de tu casa, felicidades: acaba de caer un 75 % de su valor. Son feos y ruidosos", dijo el presidente Trump en abril de 2019 en Florida. Y agregó: “Matan pájaros y causan cáncer”.

La experta en cambio climático Rachel Cleetus, entrevistada sobre lo que dijo el mandatario, respondió: “El plan de energía de Trump es un plan para profundizar nuestra dependencia de los combustibles fósiles. A pesar del consenso científico sobre el cambio climático, los intereses ligados a los combustibles fósiles jugaron un papel activo en la oposición a las políticas para buscar energías limpias, con todo y que ello traerá aparejados enormes beneficios tanto en el aspecto económico como en el de la salud pública, además de beneficios climáticos, pues una economía baja en carbono evitaría calamidades como inundaciones, incendios forestales y sequías”. Y agregó: Trump no quiere las energías limpias porque tiene intereses ligados a los combustibles fósiles, y por eso “no tiene el mismo desdén por las perforaciones petroleras en alta mar, que su gobierno ha impulsado a través de una orden ejecutiva”.

Según esta académica, lo más importante es que adoptemos políticas basadas en argumentos científicos sensatos y que resistamos todos los esfuerzos por debilitar a la ciencia y por amordazar a los científicos: “Hay que reducir lo más que se pueda el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) en el mundo”, porque el cambio climático se debe “a la combustión de miles de millones de toneladas de combustibles fósiles que se usan para producir electricidad, transportes, calefacción y computación.”

Y sin embargo, eso no parece que va a suceder, pues el presidente no solo apoya a los petroleros sino también se ha propuesto revivir la atribulada industria del carbón. Y por eso en enero del año pasado, su gobierno anunció que revertiría una regla de emisiones de carbón de la era de Barack Obama con el fin de facilitar la apertura de nuevas plantas.

Los paralelismos son tantos, que por eso me confundí al iniciar este artículo. Y es que también el presidente de México ha hecho la promesa de revivir la atribulada industria del petróleo, y por eso además de habilitar y construir refinerías, en mayo de este año su gobierno publicó en el Diario Oficial un acuerdo que frena la inversión privada en energías limpias o renovables, para en su lugar privilegiar a los combustibles fósiles.

En el país vecino el encargado de estos menesteres es el señor Scott Pruitt y en México lo es la señora Rocío Nahle. Ambos, con estrechos lazos con la industria de los combustibles fósiles, sean económicos o sentimentales o los dos, deberán hacer todo por reflotar las industrias del carbón allá y del petróleo acá, y hacer todo por impedir cualquier otro tipo de producción de energía. Esa es su obligación y más que eso: su misión.

“¿Cree que el Plan de Energía Limpia podría verse afectado por las acciones del gobierno de Trump?”, le preguntó el entrevistador a la especialista citada. Su respuesta fue: “Se trata de un edicto ridículo y dañino que va a tener un impacto negativo en la misión de proteger nuestra salud pública y el medio ambiente de la contaminación”.

Si hiciéramos la misma pregunta aquí, la respuesta necesariamente sería la misma: “Se trata de una decisión ridícula y dañina que va a tener un impacto negativo en la misión de proteger nuestra salud pública y el medio ambiente de la contaminación”.




Escritora e investigadora en la UNAM.
arasef@prodigy.net.mx
www.sarasefchovich.com

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