En su reciente visita a México, invitado por el gobierno, el presidente de Argentina Alberto Fernández, declaró que él y el presidente López Obrador pasarían a la historia como los jefes de Estado que hicieron frente a la pandemia de coronavirus, lo cual los obligó gobernar en lo desconocido.

Sin duda eso es cierto. Las prioridades, los recursos, las decisiones, se tuvieron que cambiar y adaptar sobre la marcha a una nueva, extraña y muy difícil circunstancia.

Sin embargo, eso mismo les sucedió a todos los mandatarios del mundo, pues todos tuvieron que enfrentar la pandemia, a pesar de lo cual, hubo algunos que lo hicieron mejor que otros. Y Fernández podría ser uno de ellos.

Por ejemplo, cuando a mediados del año pasado, anunció que ampliaba y flexibilizaba los programas de ayuda a las empresas, incluidas aquellas que tienen mayor número de trabajadores, es decir, que apoyaría a todas sin importar si eran chicas o grandes, y afirmó que su gobierno destinaría el tres por ciento de su Producto Interno Bruto (con todo y que tuvo una caída brutal), para poner en práctica estas medidas y así “evitar que se rompan los contratos de trabajo y preservar la fuente laboral cuando la actividad está totalmente parada”. Aunado a esto, también anunció que habría postergación en el pago de contribuciones patronales, para evitar despidos y cierres. Para lograr esto, buscó el apoyo de los empresarios (desde grandes industriales hasta pequeñas Pymes), de los sindicatos y de los gobernadores regionales, pues cada zona tiene sus propios problemas y requiere de maneras diferentes de enfrentarlos, algo como lo que hizo Angela Merkel en Alemania y consiguió dinero para inyectarle a las industrias que tienen que ver con incentivar el consumo.

La diferencia entre esta manera de gobernar durante la pandemia con la manera en que se hicieron aquí las cosas fue muy significativa.

Nuestro mandatario consideró que su deber es solamente con los pobres, lo cual está moralmente muy bien, pero no desde una perspectiva económica, pues si no se apoya a quienes generan empleos y pagan impuestos, no se va a poder tampoco ayudar a los pobres, tanto porque serán muchos más (lo que efectivamente sucedió) como porque no habrá recursos suficientes para hacerlo. Y por lo que se refiere a ponerse de acuerdo con empresarios y gobernadores, pues no solo no ha sucedido, sino que por el contrario, ha peleado con ellos.

Argentina es un país hermano, forma parte de esta misma América Latina de la que formamos parte nosotros. El gobierno de Fernández se considera de izquierda y está luchando para resolver los problemas que le dejó la administración anterior, así como por enfrentarse a sus acreedores por su enorme endeudamiento. A ello se aúna que, como lo dijo el mandatario conosureño en uno de los discursos que pronunció, tiene la misma “urgencia de sacar de la pobreza a millones de compatriotas”.

¿Entonces por qué esa concepción tan distinta de cómo hacer las cosas?

No lo sé. Lo que sí queda claro es que, a pesar de que Argentina está en una situación económica mucho más difícil que la nuestra, sin embargo, sus autoridades decidieron aplicar medidas que saben que son las únicas que podrán sacar adelante a su país.

Escritora e investigadora en la UNAM.
sarasef@prodigy.net.mx
www.sarasefchovich.com

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