No eran ni chairos ni fifís, ni tepocates ni víboras prietas. Ahí estaban las familias vecinas de Las Lomas, comerciantes del Centro Histórico, del oriente y del poniente; taxistas, académicas, amas de casa, profesionales y diletantes de toda procedencia.

En aquella marcha del 27 de junio contra la inseguridad iban familias de personas fallecidas violentamente, víctimas de los secuestros, quienes padecían una modalidad de reciente expansión —el secuestro exprés iniciado al acabar el día y concluido al empezar uno nuevo— para hacer retiros en dos ocasiones de las tarjetas de las víctimas. O en su enorme mayoría personas copartícipes de una muy generalizada impresión de inseguridad. La élite, por primera vez de manera frecuente, había sido víctima y no se quedó con los brazos cruzados.

La marcha blanca, no rosa ni de ningún otro color, convocó a una ciudadanía molesta, indignada, atemorizada y, sobre todo, organizada en el mayor número de la historia de las manifestaciones no partidistas y fundamentalmente antisistémica.

En un texto denominado “Rescatemos a México”, las organizaciones convocantes incluyeron 10 exigencias a los tres niveles de gobierno, entre ellas la renuncia de los políticos insensibles a la noción de la vida de las familias reivindicada por encima de luchas partidistas. Si esa misma fuerza existiera y tuviera impactos de acuerdo con la gravedad de la situación ya se habrían sacudido o cambiado gobiernos en Guanajuato, Guerrero, Sinaloa, Chiapas, Jalisco, Nuevo León o Zacatecas.

La mayoría de quienes marchamos en 2004 éramos de estratos medios y altos, sin exclusión de segmentos populares. Se fortalecieron organismos civiles y se generaron, entre otros, el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.

Ahora, las mismas encuestas del INEGI y otras periodísticas colocan por encima las preocupaciones y molestia por los baches, el suministro de agua, alumbrado público o la corrupción.

Desde 2019, en la capital nacional, con el impulso, disciplina y apertura de Claudia Sheinbaum como Jefa de Gobierno y ahora de Martí Batres, se ha registrado una tendencia a la baja en los delitos de alto impacto, con 51 por ciento al 2023. El secuestro disminuyó 84 por ciento, el robo de vehículo con violencia 64 por ciento y 47 por ciento sin violencia, el homicidio doloso 44 por ciento y la extorsión 42.

A 20 años de distancia, hay un proceso de fortalecimiento a la cultura de la prevención y denuncia. En los últimos cinco años, el Consejo Ciudadano ha brindado más de 1.5 millones de atenciones a la ciudadanía, y la asesoría jurídica ha sido la principal necesidad expresada.

Sheinbaum fue generosa con el organismo al darle presencia diaria en el Gabinete de Seguridad. Lo hicieron también Clara Brugada —ahora candidata a gobernar CDMX— en Iztapalapa, y Margarita Saldaña en Azcapotzalco. Falta por hacer. Y por movilizar, más allá de etiquetas y colores.

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