El escenario más crítico de la pandemia de Covid-19 en el país, le fue presentado al presidente Andrés Manuel López Obrador el jueves pasado en la reunión de gabinete legal y ampliado a la que convocó el mandatario en Palacio Nacional . Ahí, frente a todos los titulares del gobierno federal, el equipo coordinador de la estrategia contra el coronavirus, encabezado por el subsecretario Hugo López Gatell y su equipo de epidemiólogos, junto con el ausente secretario de Salud, Jorge Alcocer, y el titular del Insabi, Juan Ferrer, le informaron al presidente, que la cifra estimada de mexicanos que morirán por este nuevo virus va de los 400, la cifra más optimista, hasta los 2 mil fallecimientos, que es la proyección más alta.

De acuerdo con fuentes directas que participaron en esa reunión, al presidente le presentaron detalladamente las proyecciones de cuántos mexicanos de contagiarán del virus, cuántos se estima que desarrollarán síntomas, cuántos de esos requerirán hospitalización y cuántos de los hospitalizados tendrían que estar en terapia intensiva. Con base en esas cifras se estimó la capacidad hospitalaria y se determinó que, además de los hospitales de Alta Especialidad y los Institutos Nacionales de la Secretaría de Salud, 11 en total que requieren reconversión, se añadan la red de hospitales del IMSS, ISSSTE, Pemex y los de las Fuerzas Armadas , tanto Marina como la Sedena, a las que se les dará un papel protagónico en el esquema médico de la fase de emergencia por el coronavirus .

En ese reporte, los especialistas del gabinete de salud le comentaron al presidente que “por un tema de genética, la raza mexicana tiene mayor resistencia a este tipo de virus que otras razas como la europea” y argumentaron que tiene que ver con el genoma mexicano y con el mestizaje por lo que esperarían que eso influya en el impacto que tenga el nuevo coronavirus entre la población mexicana. Además, mencionaron que otro factor que ayudaría a detener la curva de contagios sería el verano próximo, para cuando, según las estimaciones oficiales, descenderá el nivel de contagio en el mes de agosto, pues habrán pasado las 20 semanas que estiman como máximo de duración de la epidemia en el país.

La principal preocupación del gobierno federal en estos momentos es garantizar la disponibilidad de camas, equipos, insumos y personal suficiente para atender a los pacientes contagiados que requieran hospitalización, sobre todo los que tendrán que ingresar a cuidados intensivos, que según los cálculos presentados por el director del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, Ruy López Riadura , se estiman en poco más de 10 mil pacientes que llegarán a los distintos hospitales públicos en condiciones de gravedad.

Ayer el presidente López Obrador instruyó a Hacienda para que dé una partida de recursos especiales a la Defensa Nacional para que asuma el control de al menos 10 hospitales federales para atender a los enfermos del Covid-19, al mismo tiempo que el subsecretario Hugo López Gatell anunciaba que se están “negociando” un esquema de apoyo de los hospitales privados para que pudieran colaborar en la atención de enfermos de Covid-19 cuando llegue el momento más crítico de la epidemia y los contagios que se estima a finales de abril y principios de mayo.

Veremos, pues, qué tan realista es el informe que le presentó al presidente su gabinete de salud, qué tan reales son sus proyecciones y qué tan acertada es su estimación sobre la mortalidad de este virus entre los mexicanos. Pero lo más importante es ver si, con nuestro debilitado y desabastecido sistema de salud pública, el gobierno federal podrá estar preparado, como afirma, para enfrentar una pandemia que ha colapsado a sistemas de salud de países mucho más desarrollados que el nuestro como Italia, España o los mismos Estados Unidos.

NOTAS INDISCRETAS…

Por primera vez, en lo que parece ser finalmente un golpe de realidad, el presidente López Obrador aceptó que hay una crisis económica en puerta para el país, por las afectaciones de coronavirus y la caída petrolera. Y aunque la palabra “crisis” utilizada por el mandatario hoy parece un eufemismo, comparada con la “recesión histórica” que anticipan los analistas y calificadoras extranjeras, al menos López Obrador ya no repitió su irreal discurso de que la pandemia que está tirando a la economía mundial a nosotros nos iba a hacer lo que el viento a Juárez “por que estamos blindados” o porque “tenemos muchas reservas”. En su discurso de ayer en Santiago de Yogana, en Oaxaca, el presidente habló de “la crisis que se está avizorando y se está sintiendo ya por el coronavirus y la caída del precio del petróleo”, en lo que representa un cambio total en su discurso de “vamos muy bien” y “no nos va a pasar nada”…Y es que el golpe de realidad está llegando para el gobierno con las decisiones obligadas que empiezan a tomar algunas empresas mexicanas ante las afectaciones del Covid-19. El primer caso fue el de Alsea, el mayor grupo restaurantero del país que el viernes le mandó un comunicado a la Bolsa Mexicana de Valores para explicarle algunas de las medidas laborales que está tomando ante la disminución de la clientela y el consumo en restaurantes. De hecho, sin mencionarla por su nombre, Alsea fue criticada por el presidente López Obrador en un video que subió a redes sociales, donde decía que la Secretaría del Trabajo le había informado que “un grupo restaurantero muy grande, de muchas franquicias” había empezado a mandar a descansar a sus empleados sin goce de sueldo.

La propia Alsea le respondió al presidente, también sin mencionarlo por su nombre, con el comunicado, donde explican que la “licencia voluntaria” de un mes sin sueldo, es sólo una de las medidas que se sugirió a sus empleados para intentar preservar los 41,500 empleos que genera está empresa cien por ciento mexicana. “Estamos apelando a esquemas de flexibilidad labora, con apoyo de nuestros colaboradores, ante la difícil situación que atraviesa nuestra operación”, dijo el consorcio restaurantero más grande del país. Lamentablemente no es el único caso, con el anuncio ayer de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, del cierre de cines, bares, teatros y otros establecimientos, algo que ya habían dictado otros estados de la República, la industria de las salas de cine hará recortes drásticos a su personal, que además la mayoría labora en esquemas eventuales y por horas. Se estima que las dos principales cadenas, Cinemex y Cinepolis, tienen una plantilla de 25 mil empleados cada una, de los cuales la inmensa mayoría, el 80% son personal que labora en las salas cinematográficas que a partir de hoy serán cerradas. Es decir, que tan solo esas dos cadenas podrían enviar a su casa a unos 40 mil empleados, con sus respectivas familias, y sólo dejarían laborando a su personal administrativo. Por cierto que no son pocos los empresarios de la industria de los servicios y el entretenimiento que se preguntan por qué Claudia Sheinbaum dictó esas medidas hasta ahora y por qué sí permitió que se llevara a cabo el “Vive Latino”, un concierto que con sus 70 mil asistentes, ha sido motivo de fuertes críticas, burlas y hasta señalamientos para México y sus gobiernos. ¿Será porque Alejandro Soberón, de CIE, es un empresario que se ganó a la 4T no de ahora, sino desde que Manuel Camacho y Marcelo Ebrard le concesionaron prácticamente todas las instalaciones y espacios públicos para sus conciertos y eventos? Es pregunta espectacular…Los dados abren con Escalera doble. Semana de unidad, solidaridad, paciencia y de autocuidarnos en casa. ¡¡Ánimo!!

sgarciasoto@hotmail.com

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