En su campaña ya totalmente abierta por la candidatura presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum está arrojando la casa por la ventana en la promoción y posicionamiento de su imagen para ganar la encuesta interna del partido oficial. Lo mismo con la realización de giras, eventos y reuniones por todos los estados de la República, que con la contratación de conciertos masivos en el Zócalo, como el que presentará a la popular cantante española Rosalía el próximo 28 de abril de manera gratuita, la jefa de Gobierno avanza cada vez más en su estrategia de generar percepción sobre su condición de “favorita” en el proceso interno del partido oficialista, cuya convocatoria se emitirá en tan solo dos meses.

Pero como en una campaña no todo es imagen, y más cuando lo que se busca es la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum también está haciendo acuerdos, alianzas y pactos estratégicos no sólo dentro, sino también fuera de su partido. Uno de esos pactos es el que estableció con la secretaria de Bienestar del gabinete federal, Ariadna Montiel, y con el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, con quienes negoció un acuerdo de apoyos mutuos en los que la funcionaria federal y el mandatario estatal se comprometen a apoyar su proyecto al 2024, mientras ella impulsará las aspiraciones de Montiel a la Jefatura de Gobierno de la CDMX y las de Cuauhtémoc Blanco para la alcaldía Cuauhtémoc.

De acuerdo con información que proporcionan fuentes cercanas a esos acuerdos, el pacto Sheinbaum-Montiel-Blanco se habría sellado a finales de marzo, luego de que los tres coincidieron en el evento del registro como candidata a gobernadora de Delfina Gómez, que tuvo lugar el pasado 27 de marzo en el Estado de México. Ese día los tres aludidos, junto con un amplio grupo de gobernadores, funcionarios, diputados, dirigentes y senadores acudieron a la sede del Instituto Electoral Mexiquense para arropar a la abanderada de Morena, que busca romper y arrebatar para Morena el último gran bastión del PRI.

Según comentan, el evento sirvió para que la jefa de Gobierno estableciera una serie de acuerdos y entendimientos para apuntalar el apoyo a su candidatura presidencial por parte de la titular de los programas sociales del gobierno federal, además de sumar también a su proyecto al gobernador morelense. A cambio, Sheinbaum ofreció que la estructura del gobierno capitalino apoyaría las aspiraciones de la secretaria Ariadna Montiel para ser candidata a la Ciudad de México, mientras que a Cuauhtémoc Blanco le propuso impulsarlo para ser alcalde de Cuauhtémoc, de donde él es originario.

Dicho pacto, de acuerdo con los enterados, incluye una estrategia mediática para que la jefa de Gobierno aparezca en las actos y eventos de entregas de apoyo de programas sociales en Morelos, como promotora y gestora de los recursos a la población que otorga la Secretaría del Bienestar a través de la estructura de los Servidores de la Nación. También, Sheinbaum habría pedido a Ariadna Montiel que remueva de su cargo a Jonathan Alegría, actual administrador de las obras de Infraestructura Social del Ramo 33 en el estado de Morelos, bajo el argumento de que ese funcionario de la Secretaría del Bienestar apoya a Marcelo Ebrard.

Por su parte Cuauhtémoc Blanco habría pedido que se le garantice la posibilidad de participar como aspirante en la Ciudad de México y, aunque en el pacto se habló de postular al oriundo del barrio bravo de Tepito como candidato a alcalde de la Cuauhtémoc, él pidió que Sheinbaum lo apoye para poder figurar también en la encuesta que se levantará para definir candidato o candidata a la Jefatura de Gobierno y, si no logra despuntar en esa posición, ir como segunda opción a buscar la mencionada alcaldía.

En fin que, en ese pacto de tres, la más beneficiada parece ser sin duda la Jefa de Gobierno porque logra el apoyo de una secretaria de Estado, que además maneja el presupuesto más grande de las dependencias federales con casi 600 mil millones de pesos asignados a los programas sociales para este año, y de un gobernador que le ofrece respaldar su proyecto en su estado, cuando ella está ya prácticamente encarrilada como “corcholata” favorita para la candidatura morenista en el 2024, mientras que los otros dos integrantes del acuerdo solo reciben compromisos de apoyo, pero ninguno tiene la garantía total de que Sheinbaum podrá hacerlos candidatos a los puestos que buscan en la capital.

Por lo pronto, lo que está claro es que el juego de las corcholatas morenistas ya pasó a un segundo nivel de estrategia en donde ya no sólo buscan el reflector mediático y de las redes, sino que también están pactando, haciendo compromisos y acuerdos que no sólo les beneficien a ellos, sino que de paso le metan zancadilla, le resten apoyos o les bloqueen alianzas a sus contrincantes internos. Es decir que mientras por arriba se sonríen, se palmean y se juran unidad, por debajo de la mesa la lucha interna en Morena, por el 2024, se vuelve cada vez más sucia y cruenta.

NOTAS INDISCRETAS…

Y hablando de Morena, ayer el dirigente nacional Mario Delgado respiró aliviado cuando el cuarto voto de los magistrados electorales rechazó el proyecto de la magistrada Janine Otálora que proponía invalidar la prolongación de su dirigencia, que concluye formalmente en agosto próximo, para alargarla hasta pasadas las elecciones presidenciales del 2024. Y es que, aun cuando hubo cabildeos, lobbying y hasta presiones y amenazas a los 7 integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, no había garantías de que se reunieran los votos necesarios para rechazar el proyecto de Otálora. Porque así como Delgado y Citlali recibieron el apoyo del oficialismo, que echó a andar una estrategia de presión mediática y en redes contra los magistrados, también el grupo que encabeza la llamada “Convención Nacional” de Morena, liderado por el académico John Ackerman y por la extitular de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, hicieron su parte y estuvieron cabildeando intensamente la valoración de su queja por parte de los magistrados electorales. Al final, el voto que inclinó la balanza y le dio legitimidad a la ampliación de mandato de Delgado, fue el del magistrado Felipe de la Mata, quien se sumó a los votos de sus compañeros Indalfer Infante, Felipe Fuentes y José Luis Vargas, para formar mayoría, mientras que a favor del proyecto que pedía invalidar la moción morenista sólo votaron la autora, Janine Otálora, y el magistrado presidente Reyes Rodríguez Mondragón. La magistrada Mónica Soto estuvo ausente de la sesión. Así que Mario y Citlalli se quedan y serán los encargados de organizar y definir no sólo el proceso interno por la candidatura presidencial, sino todas las candidaturas a diputados, senadores y gobernadores y alcaldes de Morena que se elegirán en el 2024. Como diría Antonio Espino “Clavillazo”: “¡Nomáaas!”… Y hablando de presidenciables, al que le dieron ayer su destapada como “corcholata” del PVEM fue al senador chiapaneco Manuel Velasco. Y es que a raíz de que apareció en la portada de la revista “Líderes” con una foto con bastante photoshop y de que le dio una entrevista a esa publicación sobre su “Proyecto de Nación”, ayer la dirigente nacional de los Verdes, Karen Castrejón, subió un hilo en Twitter en el que comenta que su partido “debe privilegiar de cara al 2024 la construcción de una agenda verde, donde la militancia y los mexicanos nos sintamos representados e identificados”. Luego, la lideresa formal elogia y repite los comentarios y planteamientos del coordinador de los senadores verdes para concluir con un “en el Partido Verde hacemos nuestro el llamado del senador Velasco a la unidad y concordia de México”. Si eso no es un “destape”, que nos digan qué es. Claro que para haber dicho todo eso, Karen, que solo es la dirigente formal, porque todos los verdes y los no verdes sabemos que quien manda realmente en ese partido-franquicia se llama Jorge Emilio González, le apodan el “Niño Verde” y vive en Cancún para mayores señas (o más bien Cancún es de él para ser precisos) debió tener línea directa desde el caribe mexicano. En fin, que Manuel Velasco puede ser la carta con la que los verdes jueguen y negocien para el 2024. Y si Morena quiere que sean sus aliados y vayan con ellos de nuevo a la elección presidencial, o cumplen las condiciones del partido del tucán, o en una de esas el hasta ahora aliado de Morena decide lanzar a su propio candidato presidencial, que ya tiene nombre y apellido… Los dados chocan. Capicúa. Repetimos el tiro.

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