“En Jalisco agreden a enfermeras por verlas con uniforme. No les permiten subir al transporte colectivo ni a los taxis, y les arrojan agua con cloro por el temor a ser contagiados por ellas.”

El sábado 28 de marzo, a las 22 horas, me llegó este mensaje. Mensaje de esos que nunca quisieras abrir. Al principio creí que se trataba de una fake news; pero, lamentablemente, resultó cierta. ¿Por qué las crisis sacan lo mejor y lo peor de los seres humanos? –fue lo primero que me pregunté. ¿Cómo es posible que el pánico nos lleve a comportarnos de una manera tan irracional? ¿Por qué agredir a quienes se encuentran, precisamente, en la primera línea del combate al Covid-19?

El personal de enfermería está haciendo todo lo humanamente posible por desempeñar su trabajo con profesionalismo y humanismo -en México y en todo el mundo-, anteponiendo incluso el bienestar de los pacientes al de sus propias familias. ¿Ustedes creen que las y los enfermeros no preferirían estar en cuarentena, en vez de exponerse diariamente a contraer el virus, haciendo frente -además- a la saturación y la falta de recursos en los hospitales, inventando mascarillas con botellas de plástico y, en medio de todas esas carencias, procurando atender dignamente a las personas, todos los días, a toda hora, en cada momento que se necesita?

Agrava la noticia el hecho de que hayan sido enfermeras, las agredidas. En el contexto de la violencia de género y los feminicidios que están presentes en el país, esto parece estar relacionado, también, con violencia de género , lo que vuelve extremadamente peligrosa la situación, ya que conjuga elementos nocivos de la cultura, como el machismo y la agresión a las mujeres, con aspectos coyunturales, propios de esta crisis epidemiológica, que están generando pánico en algunos individuos y colectivos.

En lugar de agredir, deberíamos reconocer y agradecer –como lo hacen otros países– el trabajo arduo e imprescindible del personal sanitario.

Debemos recordar que, en México, somos 305 mil enfermeras y enfermeros. Es decir, menos de 3 por cada mil habitantes. De ese total, cerca del 80% somos mujeres. Este dato nos coloca muy por debajo entre los países de la OCDE, organismo al que México pertenece. Se necesitan más. Mas recursos humanos profesionales y capacitados, y más recursos financieros que permitan adquirir el equipamiento mínimo: cubrebocas, ropa y anteojos herméticos; pruebas rápidas, monitores y ventiladores. Incluso, mobiliario tan elemental, como una bolsa hermética para que las enfermeras y trabajadores sanitarios todos puedan colocar su uniforme al salir del hospital , para que los trabajadores de la salud puedan cambiarse al llegar y al salir del hospital; incluso algo tan elemental, como baños y regaderas suficientes.

En este 2020, que ha sido denominado por la OMS en todo el mundo como Año Internacional de la Enfermería y la Partería, rechazamos tajantemente la violencia en contra de las enfermeras y los trabajadores de la salud, y pedimos a las autoridades políticas públicas que contribuyan a dignificar la profesión y a garantizar la seguridad laboral y física de todas las enfermeras y los enfermeros. El ejemplo de Florencia Nightingale –cuyo segundo centenario de su natalicio se conmemora en este año– guía e inspira el trabajo cotidiano del personal de enfermería. Ahora, en todo el mundo las y los enfermeros asumimos la responsabilidad de brindar cuidados a los pacientes y sus familias, de procurar alivio, de acompañar a las personas en momentos críticos, y de contribuir a salvar vidas, sin importar la gravedad del paciente, ni su religión, clase social o nivel educativo. Lo hacemos con solidaridad y profesionalismo. Pero exigimos, tanto de la ciudadanía como de los gobiernos locales, estatales y federales, compromiso y corresponsabilidad. Para beneficio de todos.

Directora de la Escuela Nacional de enfermería y Obstetricia UNAM

Google News

TEMAS RELACIONADOS