“Aquí me gustaría hacer, aprovechar para hacer una especie de alerta o por lo menos que quede registrado: este tipo de generación de narrativas de golpe, a veces se ha conectado en Latinoamérica, en la historia de Latinoamérica, con golpe golpe, golpe de Estado, y esta idea de los niños con cáncer que no tienen medicamentos, cada vez lo vemos más posicionado, más como una campaña, más allá del país, de los grupos de derecha internacionales que están buscando esta ola de simpatía de la ciudadanía mexicana, ya con una visión casi golpista”.

Más allá del galimatías irracional con que se expresa, de su diarrea verbal y la torpeza inaudita de sus argumentos, lo dicho por Hugo López-Gatell en la televisión del gobierno estigmatizando a nuestros niños con cáncer, es un acto criminal de lesa humanidad. Porque a pesar de que lo haya dicho un fantoche, se trata del responsable del combate a la pandemia del Covid-19, en este país.

A ver: de dónde —que no sea su servilismo rastrero— saca que la batalla que han venido librando los padres y los propios niños para obtener los medicamentos que salven sus vidas, es un intento de golpe de Estado contra el gobierno de López Obrador. A qué “grupos internacionales de derecha” se refiere, que están promoviendo una campaña golpista en México. Quién le ordenó que dijera esa sarta de estupideces en un canal del Estado. O son invenciones de su mente enferma.

Porque eso sí es cierto, el vocero se contagió de esa enfermedad terrible que es la megalomanía desde que el presidente se dejó cautivar por un desconocido epidemiólogo al que luego infló con 300 conferencias de prensa. Casi 18,000 minutos solo comparables en presencia mediática con el propio presidente. De aquel febrero de 2020 a la fecha, el científico de segunda derivó en político de cuarta.

Algún día López-Gatell deberá ser juzgado. Porque su oportunismo y lambisconería lo han llevado a traicionar a la ciencia y ofrecerse servil a la política. Sus actos fallidos y sus delitos flagrantes son demasiados. Aquí solo algunos:

-Maniobrar para evitar que el Consejo de Salubridad General se hiciera cargo de la emergencia y quedar solo al mando.

-Subestimar la pandemia y compararla con la influenza, haciéndose eco del Presidente: “pues si no es la peste”.

-Menospreciar el aporte de exsecretarios de Salud para una estrategia integral contra el coronavirus.

-Prohibir que los laboratorios privados hicieran pruebas y minimizar artificialmente la gravedad de los contagios.

-Afirmar irresponsablemente que los pacientes asintomáticos no contagiaban.

-Cuestionar una y otra vez el uso de cubrebocas para no contrariar al Presidente que siempre se negó a usarlo.

-Él mismo, poner el ejemplo idiota de no usar cubrebocas ni en los aviones, ni en los parques, ni en la playa durante el lapso más crítico de la pandemia.

-Ahorrarle a su gobierno el costo de pruebas de detección para dejarlas en apenas 158 por millón de habitantes, solo arriba de Haití y Nicaragua.

-Engañarnos una y otra vez con las cifras de la mortandad: primero que máximo 8 mil; luego que 60 mil “en un escenario catastrófico” y ahora con el empecinamiento de que solo tenemos 232 mil muertos, cuando otros conteos académicos señalan al menos 400 mil víctimas y 3 millones de contagiados.

Esos y muchos otros son los pecados y delitos de López-Gatell. Pero acusar de golpistas a los niños con cáncer y a sus padres es un crimen imperdonable de un payaso patético. Un miserable.

Periodista.
ddn_rocha@hotmail.com