Impresiona la sagacidad política del presidente. Hay que reconocerlo. Cuando ya todo parece perdido para él y al estilo de los viejos magos, saca un insólito conejo de la chistera y asombra a propios y extraños.

No es un secreto que Andrés Manuel López Obrador resintió la derrota política de junio pasado que si bien no fue contundente, sí debilitó la fortaleza de su gobierno. La paliza a Morena en su bastión de la Ciudad de México fue escandalosamente mediática. Pero, sin lugar a dudas, lo que más ha afectado sus planes, ha sido el resultado en la Cámara de Diputados, que lo obliga a conseguir aliados a fin de obtener la mayoría calificada que requieren las reformas constitucionales que integran el modelo de país que pretende con su 4T.

A esa numerología se añadió la conformación de la coalición “Va por México”, de PRI, PAN y PRD. Un planteamiento alentador para los tan anhelados contrapesos frente al avasallamiento de Morena.

No ha sido así. Y están a la vista las evidencias: en las semanas recientes, el PRI ha fragmentado el bloque opositor al votar con Morena diversas iniciativas de esas que manda el presidente con la orden ofensiva de no cambiarles ni una coma. Baste el ejemplo de que el llamado PRIMOR ha vuelto a las andadas con la aprobación de la Ley Orgánica de la Armada de México, que no es un tema menor. Ya en un acalorado debate, los legisladores panistas aseguraron que se trata de un proceso acelerado de militarización del país. Mientras que sus supuestos socios del PRI argumentaron socarronamente que apoyarán la ley porque optimiza a la Secretaría de Marina, además de ¡impulsar la equidad de género!

Si alguien pensó que López Obrador alardeaba cuando dijo que para lograr sus mayorías calificadas podría hacerlo “con una parte de legisladores del PRI”, tendrá que reconocer que lo subestimó. Aunque algunos aseguran que detrás de esas zanahorias están los garrotes de la UIF, la Fiscalía y hasta el SAT con gordos expedientes de trapacerías de los prominentes priístas que manejan bancada y partido, sobre todo quienes ejercieron como gobernadores.

Y para que el aplastamiento de “Va por México” sea completo, el presidente está ejecutando un enroque magistral en su ajedrez político: hace menos de una semana, AMLO nombró fast track a Quirino Ordaz, gobernador saliente priísta de Sinaloa, como embajador de México en España, pese a su nula experiencia diplomática. Pero más aún, apenas el fin de semana anunció también públicamente que incorporará a su equipo de trabajo al gobernador saliente panista de Nayarit Antonio Echevarría. Y advirtió que podría haber nuevas invitaciones a personajes “de todos los partidos” en los próximos días.

Solo los muy cortos de vista o de entendederas no querrán mirar las evidencias: Andrés Manuel López Obrador tiene ahora como objetivo fundamental quebrar y, si es posible, triturar y desaparecer la coalición “Va por México”. Y sabe perfectamente cómo hacerlo: comiéndose o congelando piezas del tablero representativas de sus opositores.

Recuerdo que al triunfo lopezobradorista del 18, escribí con cierto candor que AMLO enviaría una señal luminosa si conservaba a algunos miembros eficientes del saliente priísmo. Hoy, sin embargo, aquella imaginaria generosidad se ha convertido en perversidad digna de elogios.

Periodista. ddn_rocha@hotmail.com