En uno de esos inescrutables giros del destino, hoy Morena rinde homenaje al icónico priísta, el profe Hank, a quien se atribuye el viejo y lapidario apotegma: un político pobre, es un pobre político. Solo que ahora en su versión corregida y aumentada por el gobierno del presidente López Obrador, habría que aclarar algunas peculiaridades.

Primero, que los gobiernos del PRI —incluso los del PAN— fueron descaradamente cínicos y nunca escondieron sus apetencias por el lujo y las excentricidades del poder, cuyo ejemplo emblemático es el extraño avión rifable que no se habrá de rifar. En cambio, desde sus promesas de campaña y ya en funciones, el lopezobradorismo ha pregonado la austeridad y mostrado un odio cotidiano no solo a los grandes magnates, sino a todo aquel que la óptica macuspanesca considera rico; aunque nunca ha aclarado a partir de qué nivel de ingreso una familia es rica, sinónimo de fifí, de conservadora y de enemiga del régimen.

En cambio, hacia adentro, el gobierno parece ser mucho más tolerante. No es exagerado señalar que tan solo entre los quince o veinte más cercanos al presidente, acumulen más de mil millones de pesos con la suma de sus posesiones personales. Siempre y cuando se contabilicen como tales, sin los manoseados trucos de endosos a parientes cómplices.

A ver, los hay que llegaron al hermético círculo del poder, poseyendo ya patrimonios considerables que han acumulado, aunque ahora quieran minimizar con declaraciones de carcajada; hay también uno que otro acusado de robo en millones de dólares o jugosos crímenes contra la democracia; algunos que pagaron exilios dorados de años en cierta bella ciudad del planeta, sin darle cuentas a nadie; otros que desde los tiempos de los dinosaurios amasaron grandes capitales y empresas en las que siguen como accionistas; los hay propietarios de mansiones, ranchos o departamentos de lujo dentro y fuera. A estos “ricos y famosos” o más bien “ricos y poderosos”, se ha venido sumando una subespecie de recién llegados a la corte de la abundancia. Son quienes están haciendo negocios grandotes y chiquitos desde sus nuevos cargos para no desmerecer junto a sus colegas del gabinete o del primer circuito presidencial. Algunos son conmovedores, como los que todo lo deben a las donaciones de parientes, o los que explican sus ingresos porque tienen chambitas adicionales o asesorías para justificar que ganan el triple que el presidente.

Lo que los une es la purificación de sus fortunas. Porque todos los ricos son emisarios del demonio. En cambio, el santo decálogo garantiza que si están con la 4T, ellos y sus bienes gigantescos pasarán por el ojo de una aguja.

Por eso hoy, rememorando a la Leona Dormida, podríamos cantarle a Morena: “te pareces tanto al PRI”. Aunque, la verdad no debiera sorprendernos, cuando tan solo 9 de los morenistas clave del régimen suman un priísmo consanguíneo de 197 años: AMLO 14, Bartlett 30, Monreal 12, Moctezuma 18, Durazo 17, Ovalle 34, Muñoz Ledo 20, Ebrard 17 y Gómez Urrutia 35.

El colmo es que la exdirigente tricolor y senadora Beatriz Paredes haya reclamado en su discurso de aniversario, que “la 4T y Morena están usurpando la ideología priísta”. Y sin pago de derechos de autor, agregaría yo. Así que parafraseando al pueblo bueno y sabio, podríamos concluir que “por el bien de todos, primero los Rolex”.



Periodista. ddn_rocha@hotmail.com

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