El gran filósofo contemporáneo ha escrito “The Game”, sobre las relaciones múltiples, siempre complejas y a veces fascinantes, entre gobiernos, medios y redes sociales. Establece que, como en el paradigma comercial de las cadenas globales de hamburguesas, todos comentan sobre los juegos infantiles, las cajitas felices y si acaso sobre los combos que incluyen refrescos y papas: ¿pero todavía hay quién pregunte sobre la calidad y el sabor de la carne?

Creo que algo así nos está pasando con el gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza Andrés Manuel López Obrador. La descarga de frases, ocurrencias y escatologías inéditas en un presidente han generado una Torre de Babel, donde incluso las palabras adquieren no solo un tono sino un significado distinto: crítica = oposición; señalamiento = conservadurismo; disidencia = traición a la patria. Pero me parece que no es solo un asunto literario o semántico. Sino que las polémicas tan virulentas que desatan las mañaneras se traducen en feroces enfrentamientos en las redes que, de tan cotidianos, comienzan a producir fastidios entre los amlovers irredentos contra los inconformes sistemáticos. Pero ¿quién ha preguntado sobre la calidad de la carne?, diríamos siguiendo a Alessandro Baricco. Creo que nadie o muy pocos. Es decir, qué clase de gobierno nos está ofreciendo AMLO mediante un análisis de sus hechos, más allá de sus dichos y anécdotas. Cuál el peso específico de sus acciones concretas desde que ejerce el poder formalmente: la cancelación de Texcoco y la alternativa de Santa Lucía; el rompimiento con la sociedad civil, las estancias infantiles, los refugios para mujeres violentadas; los pros y contras de Dos Bocas y el Tren Maya; la indefinición en la Guardia Nacional; y más recientemente, la demanda de una política integral sobre feminicidios y derechos fundamentales de las mujeres. Esos, entre otros temas torales, de los que casi nadie habla: las prospectivas del sector salud al que le ha rebajado su presupuesto pese a las amenazas gigantescas de la obesidad, la diabetes y ahora el coronavirus; en paralelo, la carencia de una estrategia agroalimentaria.

Hay, sin embargo, dos hechos contrastantes que podrían ser señales convocatorias para sentarnos a hablar de la carne de la hamburguesa: el rompimiento del diálogo con los suyos en Macuspana, a quienes el presidente acusó de mentirosos cuando al hablar de sus logros en repartos sociales respondieron una y otra vez con prolongados “nooos” que seguro se clavaron en su corazón. Eso, y las encuestas que coinciden en una baja permanente en la aprobación presidencial hasta 20 puntos en el lapso de un año y que pronto cruzará la barrera psicológica de -50.

Así que, urge que López Obrador y su equipo dejen de recrearse en los juguetitos de las cajitas y analicen con honestidad el momentum del país. Y, sobre todo, se confronten con quienes en los sectores productivos, académicos y —por qué no— los medios, tenemos otros datos diferentes a los que le han venido manejando los hombres y mujeres de su círculo cercano; por cierto, cada vez más vulnerables y exhibidos en sus excesos y voracidades terrenales. AMLO todavía está a tiempo.

Periodista. ddn_rocha@hotmail.com

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