La salida de Olga Sánchez Cordero de la Secretaría de Gobernación para reincorporarse a su escaño en el Senado y, seguramente, presidir su mesa directiva en la LXV Legislatura que arranca el próximo martes tiene varias lecturas exprés.

Una es que el gobierno de AMLO, exactamente a la mitad de su camino, llegó a un punto en el que no puede ni debe mantener el conflicto político como estrategia para llevar a buen puerto su proyecto de transformación. No solo porque la confrontación permanente ha llevado al país a niveles de polarización insostenibles y riesgosos, sino porque la nueva conformación del Congreso y la recomposición de fuerzas que implicó, se han alzado como un dique al mandatado cambio de régimen .

El gobierno de la 4T ha caído en la cuenta, y acaso eso sea lo más importante, que es el momento de la negociación política. Olga Sánchez Cordero, por lo visto, no cumplió a cabalidad con esa tarea. Por usar términos del mismo AMLO, y dicho con todo respeto a la respetable trayectoria jurídica de la ministra en retiro de la Corte, fue como un “florero”, y la gota que de él se derramó fue su incapacidad de lograr un periodo extraordinario para votar la ley reglamentaria de revocación de mandato, negociación que se le confió incluso haciendo a un lado al líder senatorial de Morena, Ricardo Monreal , punta de lanza de las reformas conseguidas por AMLO en el primer tramo de su sexenio.

¿Quién es el confiable y efectivo negociador que asumirá la cartera de Gobernación? Ya se confirmó que el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López , a quien se le vio este mediodía entrar al Palacio Nacional para que horas después fuera oficialmente designado.

El presidente López Obrador ya había sugerido la eventual incorporación del gobernador de su estado natal al gabinete. Hace poco más de un mes se refirió a él como “un cuadro, un profesional, un buen gobernante, una buena persona, un hombre íntegro, una gente honesta ”. Tal es la percepción presidencial, aunque el bajo perfil del mandatario tabasqueño no ha dejado ver con claridad sus capacidades de operador político.

Lo que parece indudable es que Adán Augusto López ha mostrado lealtad a toda prueba (condición que López Obrador reclama como dogma a sus colaboradores), fundada en una sólida amistad que es la extensión de la que sostuvo con su padre, el ya extinto notario público Payambé López Falconi, uno de los pocos tabasqueños que desde 1980 mostró su apoyo al hoy presidente.

El vínculo, incluso, involucra a la hija de Payambé y hermana de Adán Augusto, Rosalinda, a la sazón esposa del gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón y nombrada por AMLO Administradora General de Auditoría Fiscal del SAT.

Esta mañana, por lo pronto, Ricardo Monreal aprovechó bien el evento en el que Sánchez Cordero se reincorporó al Senado para contener las crecientes versiones de que su inocultable distanciamiento con López Obrador, acabarían por quitarle el liderazgo de la fracción senatorial de Morena y con ella la presidencia de la influyente Junta de Coordinación Política.

Monreal hizo saber que Olga Sánchez Cordero buscará la presidencia de la mesa directiva del Senado que se definirá en las próximas horas y aprovechó para ratificar que cuenta con el apoyo de la mayoría de los senadores de Morena para seguir siendo su líder.

Y aquí es donde se vislumbra otra lectura que cruza por el adelantadísimo proceso de sucesión presidencial al que por razones políticamente naturales (la cartera de Segob), pero también de lealtad y amistad, se ha incorporado Adán Augusto López.

AMLO ha mostrado con toda claridad su respaldo a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, pero con el nombramiento de hoy acaso el presidente esté mostrando su plan B.

rrodriguezangular@hotmail.com
@RaulRodriguezC
www.raulrodriguezcortes.com.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS