Sir Stephen Hough es considerado uno de los mejores pianistas del mundo y uno de los 20 polímatas vivientes según la revista The Economist. Ha participado en los festivales de música más importantes del mundo, en recitales y conciertos con las mejores orquestas del planeta y ha ganado infinidad de reconocimientos. Estaba programado para venir a México este mes, pero los fracasos de nuestra burocracia cultural impidieron la celebración de sus conciertos y recitales en el país.
1.- A usted se le ha mencionado como uno de los últimos 20 polímatas en el mundo, ¿qué piensa y siente a este respecto? ¿Es un placer? ¿Una responsabilidad? ¿Ninguna de las anteriores?
¡Es un rapto de comedia quizá! Al igual que cuando uno conduce rápidamente en un camino muy transitado, lo más importante es mantener los ojos puestos en lo que está adelante. Sí disfruto haciendo numerosas actividades que están conectadas en términos artísticos, pues supongo que las veo como un impulso poético, un esfuerzo de ir más allá de nosotros mismos para expresar algo cercano al éxtasis… Ya sea escribiendo música yo mismo, o comunicándome con una audiencia musical mediante piezas escritas por alguien más.
2.- No solo es usted uno de los más dotados pianistas del mundo, sino también un talentoso novelista. ¿Cuáles son las principales similitudes y diferencias entre la composición musical y la confección de una novela?
Encontré en la escritura de mi novela mucho de una extraña experiencia musical. No nada más porque amo el sonido de las palabras, el choque de las consonantes y el cálido sonido de las vocales, la forma en que las palabras riman y juegan unas con otras a través de las páginas. Todos estos aspectos están directamente relacionados con la música. Pero también estaba altamente consciente de los elementos estructurales en mi novela. Introduzco el tema en el inicio, y regreso plenamente al final (esto es algo que Sibelius hacía en sus sinfonías). No solo eso, también pensé en los capítulos como piezas cortas de una suite, conectados en el material integrante pero contrastantes en el tono y el humor.
3.- Usted ha escrito extensamente sobre la necesidad de educar nuevas y más amplias audiencias en la apreciación musical. ¿Le parece que la música de orquesta tendrá un público lo suficientemente amplio en las próximas décadas? ¿Cree que estamos haciendo lo suficiente a este respecto?
El director británico John Wilson ha hablado de esto. Él cree que si las interpretaciones son lo bastante emocionantes, la gente quedará prendida de sus asientos en las salas de concierto y entonces las audiencias crecerán. Año con año, en los Proms de Londres (ciclo de conciertos de música clásica organizados diariamente por la BBC entre julio y septiembre), sus conciertos agotan los boletos. Desde luego, la educación musical es esencial. La música clásica es complicada y exige un poco de preparación, muchísima concentración y de algún modo, una introducción a su fascinante mundo. Es igual que con todas las artes. Acudir a un
museo con alguien que realmente conoce de pintura es una experiencia enriquecedora. Sucede lo mismo con la literatura. Creo que todos recordamos la inmensa excitación que nos produjeron nuestros profesores cuando comenzaron a revelarnos el tesoro de los libros por vez primera. Aquellos de nosotros involucrados directamente con la gran música (incluyo a los integrantes del público en esto) requieren cierta confianza. Tenemos un tesoro en nuestras manos. No tenemos por qué sentirnos culpables ni andar disculpándonos por nuestros gustos, pero sí requerimos tratar este tesoro con amor y reverencia.
4.- En su experiencia ¿quién está mejor calificado para promover la valoración musical? ¿Las instituciones gubernamentales o el sector privado?
Es una pregunta fascinante y en realidad contiene dos aspectos. Si se produce demasiada intervención gubernamental, corremos el riesgo de la complacencia… una orquesta pueda sentir que no importa si el público acude o disfruta sus conciertos porque recibirán un pago de cualquier manera. Esto es una actitud errónea desde luego, pero no es desconocida. Por otro lado, si dependemos demasiado del patrocinio privado, puede darse una situación en la que se produzca una influencia indebida de muy poca gente, y un miedo constante a que el dinero desaparezca. Cuando estamos construyendo algo, debemos estar seguros de que podremos continuar lo que hemos iniciado.
5.- ¿Cuál es el papel del arte y específicamente de un músico como usted en el siglo veintiuno?
Numerosos músicos sienten que los artistas tienen un deber de asumir posturas políticas en todo tipo de asuntos. Respeto esto, pero no estoy de acuerdo. En un mundo complejo con tantas opiniones flotando alrededor y tanta confusión y rabia, pienso que la música tiene un papel único. No tiene palabras, pero habla a los corazones de la gente que, de otra manera, estarían en desacuerdo en todo. Los conciertos crean comunidades instantáneas. Constituyen una fuerza diplomática decisiva.
6.- Usted ha escrito y hablado mucho sobre su fe católica. ¿Puede la fe ser un catalizador artístico en nuestra era?
Creo que todos nosotros debemos tener fe en algo, aún si no se trata de organizaciones religiosas tradicionales. El escritor inglés GK Chesterton escribió una vez que cuando la gente cesa de creer en Dios y no creen en nada, empiezan a creer en todo o en cualquier cosa. No creo que cambiaríamos su análisis a la luz del mundo contemporáneo de las redes sociales. Los seres humanos aún requieren lo que la fe intentó darles en el pasado: un sentido de moralidad, una necesidad de pertenencia, un deseo de dar y recibir amor, y un éxtasis más allá de nuestras vidas cotidianas. Si esto puede conseguirse o no, si podemos lograrlo por nosotros mismos es otra cuestión.
7.- ¿Hay algún consejo que usted le daría a un aspirante a desarrollar una carrera musical?
Trabajar duro, muy duro, ¡pero no demasiado duro! Sé duro contigo mismo, pero siempre con la capacidad de perdonar y perdonarte, y sobre todo con sentido del humor.
8.- ¿Usted cree que la inteligencia artificial amenaza la música y el arte en modo significativo?
Creo que podría amenazar el arte más comercial o el que está basado en el consumo (el diseño, el periodismo rutinario, la música de fondo en películas o videos). Pero sinceramente creo que podría agudizar nuestra conciencia del esplendor del arte más grandioso en su profundísima humanidad. Una computadora no puede experimentar compasión.
9.- ¿Hay algunos músicos mexicanos, compositores o piezas por las que usted sienta particular predilección?
Desearía saber más sobre música mexicana, es un vacío en mi educación que requiere llenarse. Tenía dos encores mexicanos especialmente preparados para mi viaje de esta ocasión, pero ¡quizá deba guardarlos en secreto para la próxima vez!
10.- ¿Cuál es la diferencia primordial entre un público juvenil y un auditorio de la tercera edad? ¿Cuál prefiere usted?
Bueno, los jóvenes se volverán viejos, y aquellos de nosotros que hemos vivido numerosas décadas recordamos nuestra juventud. Requerimos de ambos. Cada cual aporta algo distinto a un concierto y yo me siento tan complacido por ver un mar de cabelleras grises en Estados Unidos como lo estoy por descubrir los entusiastas y jóvenes rostros del público en los países asiáticos.
Sir Stephen Hough, muchas gracias por su tiempo y por esta entrevista