Los residentes de la Ciudad de México y la zona metropolitana estamos viviendo un año sumamente retador en materia de abastecimiento de agua, con una reducción estimada de, al menos, 25% hasta el verano; aparentemente el recorte más grande en la historia del Cutzamala. Esto no es algo nuevo ni totalmente sorpresivo. Tampoco es exclusivo de la CDMX, ni siquiera es solo un reto para México. La crisis hídrica es un fenómeno mundial, con un impacto ya materializado en nuestra región, la cual ha registrado 20% menos de lluvias en los últimos 5 años, comparado a los niveles de precipitación promedio. Ejemplo de ello es la afectación a la operatividad del canal de Panamá, el cual enfrenta una acumulación de barcos que toman más tiempo para cruzar debido a la reducción en los niveles de agua de los lagos alimentadores del mismo (National Geographic 2023). De acuerdo con la Cepal, será necesario invertir 1.3% del PIB anual en la región durante la siguiente década para garantizar el acceso al agua.

El hecho es que las sequías han aumentado en los últimos años y es necesario gestionar el agua que tenemos de una manera totalmente diferente. México requiere una gestión del agua sostenible en la que colaboren de forma comprometida el gobierno, el sector privado y los consumidores individuales. La gestión sostenible del agua debe formar parte de cualquier agenda pública de los diferentes niveles de gobierno (federal, estatal y municipal). Se deben establecer políticas públicas claras, coordinadas e innovadoras que incluyan la actualización de la legislación y de las tarifas de agua, planes e inversiones multianuales.

Hay un dato fuerte, en nuestro país se estima que se pierde el 45-50% del agua que se extrae en fugas de la red de abastecimiento (UNAM, 2022) y un alto porcentaje de los mantos acuíferos están contaminados. En la mayoría de las ciudades las redes de abastecimiento son obsoletas y no se cuenta con los recursos suficientes para la detección temprana de fugas y el mantenimiento de la infraestructura. Las plantas de tratamiento en funcionamiento contribuyen a reutilizar el agua, pero no cubren el volumen necesario para la demanda creciente. Es indispensable corregir esto. El sector privado y las personas también debemos comprometernos, cambiar nuestros hábitos, e implementar soluciones para la recolección y conservación del agua para evitar una catástrofe hídrica. En este esfuerzo colectivo no dejemos de ver a países que han implementado soluciones innovadoras como Arabia Saudita con la desalinización de agua de mar, Singapur con los parques recolectores de agua de lluvia o Israel con la reutilización del agua en el consumo doméstico. Tenemos poco tiempo, pero muchas opciones.

Maestra en políticas públicas por Harvard y Vicepresidenta de Integridad y Cumplimiento del Tec de Monterrey.

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