Ante las crecientes presiones para dejar atrás los combustibles fósiles en los sectores de energía y transporte, las grandes petroleras han visto en la producción de plásticos una gran oportunidad para asegurar su rentabilidad futura. Por ello, estas empresas están invirtiendo masivamente para aumentar dicha producción. Las grandes marcas de bienes de consumo, como Coca-Cola, Pepsico y Nestlé, que usan el plástico en forma de envases y empaques para distribuir sus productos, también han tenido un enorme papel en impulsar esta producción a través de su amplia demanda.

Los estimados de la industria predicen que la producción de plásticos se podrá duplicar para el 2030–2035 y triplicar para el 2050, en comparación con el 2015 [

]. De cumplirse este pronóstico, significaría que las emisiones globales del ciclo de vida del plástico incrementarían en más del 50% por encima de los niveles del 2019 para el 2030, lo equivalente a cerca de 300 plantas generadoras de energía alimentadas con carbón, y más del doble nuevamente para el 2050 [

].

Esta expansión amenaza el clima global, así como a las comunidades y ecosistemas alrededor del mundo, ya que los plásticos no solo contaminan los océanos sino que también emiten gases de efecto invernadero en todas las fases de su ciclo de vida. Por lo anterior, existe un verdadero riesgo de que la expansión petroquímica proyectada contribuya a fijar al mundo en una trayectoria catastrófica de altas emisiones, amenazando la habilidad humana de mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 grados entígrados (°C).

El nuevo informe de Greenpeace “En las entrañas de la emergencia climática”[

] revela las conexiones que existen en las cadenas de suministro entre cada una de las empresas de bienes de consumo investigadas y por lo menos una de las principales empresas de combustibles fósiles y/o petroquímica. Todas, Coca-Cola, PepsiCo, Nestlé, Mondelēz, Danone, Unilever, Colgate Palmolive, Procter & Gamble y Mars, compran sus empaques y envases plásticos de fabricantes que tienen su suministro de resina plástica o petroquímicos de empresas como ExxonMobil, Shell, Chevron Phillips, Ineos y Dow.

Además de esta relación comercial, las empresas de bienes de consumo y las de combustibles fósiles se han asociado a lo largo de los años para cabildear en contra de legislaciones que buscan restringir los plásticos de un solo uso, así como para promover falsas soluciones al problema que les permitan mantener el business as usual, como es el caso del reciclaje y el reciclaje químico (que incluye la conversión de residuos en combustibles). Les llamamos falsas soluciones porque el reciclaje es más bien un distractor que utilizan estas empresas para alejarnos de las soluciones que realmente son importantes (recordar que solo el 9% de los plásticos producidos a nivel global se ha reciclado y menos del 1% del plástico se ha reciclado más de una vez [

]), mientras que el reciclaje químico genera grandes impactos ambientales y para la salud humana y nos mantiene anclados a la economía fósil, ya que los procesos incluidos en el reciclaje químico producen combustibles fósiles, energía o petroquímicos.

Por lo anterior, es imperativo que las empresas detrás de la producción y comercialización de plásticos asuman las responsabilidades reales que les corresponden en la contaminación plástica pero también ante el cambio climático. En el mundo de hoy, ya no debe haber espacio para modelos basados en el uso de desechables, que generan tantos residuos, y se debe dejar atrás la dependencia de los combustibles fósiles. Lo anterior a través de medidas que ofrezcan soluciones de raíz a estos problemas como la eliminación gradual del uso de plásticos de un solo uso en envases y empaques y la transición hacia sistemas de distribución de productos basados en la reutilización y el refill.

El cambio debe ser sistémico, ya no queremos soluciones cosméticas, los modelos de negocio dominantes deben cambiar, porque son los que nos han llevado a la crisis ambiental que sufrimos en la actualidad. Por ello, la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) debe ser reformada incluyendo la Responsabilidad Extendida de los Productores (REP), porque estas empresas deben hacerse responsables de los productos que ponen en el mercado durante todo su ciclo de vida, brindando alternativas libres de plástico o reutilizables, encargándose de la gestión de los residuos generados y dejando de externalizar los costos al planeta y a la sociedad.

[1] World Economic Forum. 2016. The New Plastics Economy: Rethinking the future of plastics (Foro Económico Mundial. 2016. La nueva economía del plástico: Pensando nuevamente el futuro de los plásticos). http://www3.weforum.org/docs/WEF_The_New_Plastics_Economy.pdf
[2] CIEL. 2019. Plastic & climate: The hidden costs of a plastic planet (Plástico y clima: Los costos ocultos de un planeta plástico). https://www.ciel.org/wp-content/uploads/2019/05/Plastic-and-Climate-FINAL-2019.pdf
[3] Greenpeace, 2021. En las entrañas de la emergencia climática. Cómo las empresas de bienes de consumo están alimentando la expansión de plásticos de las grandes petroleras. https://www.greenpeace.org/mexico/publicacion/49056/en-las-entranas-de-la-emergencia-climatica/
[4] Geyer, R., Jambeck, J.R., & Law, K.L. 2017. Production, use, and fate of all plastics ever made (Producción, uso y destino de todos los plásticos alguna vez fabricados). Science Advances 3(7): e1700782. doi:10.1126/sciadv.1700782

Ornela Garelli es especialista en Consumo responsable y cambio climático de Greenpeace México

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