Alrededor de la vida amorosa de , uno de los principales líderes en la historia de México, existen numerosas polémicas y desacuerdos. Entre los rumores de raptos, violaciones y demás vejaciones contra muchas mujeres, una premisa parece sostenerse… Luz Corral fue la “señora” del Centauro del Norte.

El paso del tiempo impide que se tenga la certeza de muchos eventos de la Revolución Mexicana, más cuando se trata de aspectos tan descuidados como las “esposas” de Villa. Pero eso no impide que recordemos a una de las mujeres más carismáticas de la etapa revolucionaria.

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“Doña Luz no se puso atrás, ella se puso enfrente de Villa”

María Luz Corral Fierro tenía 18 años cuando conoció al “bandolero” más temido del norte mexicano; él tenía 32 años. Originaria de San Andrés, Chihuahua, Corral no era como la mayoría de las mujeres de la época, pues tenía ojos tremendamente azules, tez blanca y estatura alta.

El encuentro se dio en 1910, pocos días después del estallido de la Revolución Mexicana, mientras Villa recolectaba provisiones para los combates contra fuerzas porfiristas. “¿Tiene miedo, muchachita?”, fueron las primeras palabras que el caudillo dirigió a Luz Corral, según las memorias de ésta, Pancho Villa en la Intimidad.

Villa desposó a la joven chihuahuense de ojos claros el 29 de mayo de 1911, en una boda religiosa. Para octubre de ese año, se ofició la unión civil entre ambos; Luz Corral fue la única mujer que se casó por las dos vías con el revolucionario y quien más tiempo duró a su lado a través de 11 años de matrimonio.

“La Güera” –apodo que Pancho Villa le dio a Corral– era de carácter fuerte, pero tranquilo. Desde su casamiento profesó un amor incondicional por su marido y permaneció viuda por el resto de sus días. “Mi vida se fundió en la suya; mi suerte se encadenó a su suerte y después de tantos años, aún me parece que fue ayer”, escribió en su libro.

Aunque el mayor distintivo de la vida de Luz Corral fue su matrimonio y entrega por Francisco Villa, todavía se rescatan algunos datos de la chihuahuense. A pesar de sólo tener la educación primaria, “La Güera” sabía tocar el piano y pintar; algunas de sus pinturas, según sus memorias, recibieron “bondadosos elogios”, pero todas se perdieron después de que ella abandonó la Hacienda de Canutillo.

Retrato de la esposa del Centauro del Norte, en 1914. Para “Pancho Villa en la intimidad”, Corral tuvo el apoyo de Martín Barrios para la redacción; él fue escritor, traductor y uno de los fundadores de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Foto: Mutual Film Co./Library of Congress/Wikimedia Commons.
Retrato de la esposa del Centauro del Norte, en 1914. Para “Pancho Villa en la intimidad”, Corral tuvo el apoyo de Martín Barrios para la redacción; él fue escritor, traductor y uno de los fundadores de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Foto: Mutual Film Co./Library of Congress/Wikimedia Commons.

Muchos de los datos sobre Corral los obtuvimos gracias a Mario Alberto Trillo, asesor de asuntos históricos y gran conocedor de eventos revolucionarios.

En la discusión histórica existe la duda sobre quién tendría el título de “esposa legítima” del Centauro del Norte. Primero, para controlar la herencia que dejó y, después, para pasar a la historia como la “mera mera” de Villa. Pero para Mario Alberto no hubo alguna otra que Luz Corral.

“Hay un dicho muy erróneo, ‘atrás de un gran hombre, hay una gran mujer’. Doña Luz no se puso atrás ni se puso a un lado, ella se puso enfrente de Villa”, nos comentó Trillo en entrevista para de EL UNIVERSAL.

Una de las mejores anécdotas que se conoció del matrimonio entre “La Güera” y Francisco Villa fue la construcción de un oratorio en la “Quinta Luz”. El Centauro del Norte creía en Dios, pero tenía grandes reservas con la Iglesia, por eso quedó desconcertado al ver que su esposa solicitó la construcción de un cuarto para orar en su residencia de Chihuahua.

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Villa ordenó destruir ese apartado diciendo que “los curas se cogieron del rebozo de mi mujer y me la van a echar a perder”. Pero cuando cuestionó el asunto con Luz Corral, ella no le discutió.

“Hiciste bien [al ordenar que destruyeran el oratorio]. A mí no me hace falta, pues si nos mantendrá a ti y a mí riñendo, está mejor que no lo construyan. Además, para rogar a Dios por ti, nunca me ha hecho falta…”, le expresó Doña Luz a su esposo, según su libro.

El permaneció en silencio tras esa respuesta y pronto salió para ordenar que el oratorio para Corral quedara “lo más hermoso que se pueda”. La viuda de Pancho Villa quedó orgullosa y satisfecha con su marido por anécdotas como esa, y también demostró que su amor podía desarmar a uno de los más bravos personajes del norte mexicano.

Fotografía del matrimonio en 1914. El texto de Luz Corral expone una faceta sensible del Villa y demuestra la grandeza de la propia autora como mano derecha del caudillo. En los años 30, el entonces presidente Lázaro Cárdenas, prometió publicar 10 mil copias del libro, pero nunca cumplió el compromiso y se lanzó hasta 1948. Foto: Walter Horne/Library of Congress/Wikimedia Commons.
Fotografía del matrimonio en 1914. El texto de Luz Corral expone una faceta sensible del Villa y demuestra la grandeza de la propia autora como mano derecha del caudillo. En los años 30, el entonces presidente Lázaro Cárdenas, prometió publicar 10 mil copias del libro, pero nunca cumplió el compromiso y se lanzó hasta 1948. Foto: Walter Horne/Library of Congress/Wikimedia Commons.

Siempre le dio confianza y lealtad al Centauro del Norte

Luz Corral sólo tuvo una hija, Luz Elena, quien nació en 1912. A los dos años, la bebé murió en condiciones sospechosas; la esposa de Villa aseguró que una mujer la envenenó. Según lo supone nuestro entrevistado, la culpable debió ser cercana a la familia y de confianza para tener acceso a la niña, pero Doña Luz no reveló su identidad y nunca dijo su motivo para mantener el secreto.

Mario Alberto considera que la decisión de “La Güera” de llevarse a la tumba ese nombre y, sobre todo, no revelárselo a Villa, pudo ser para proteger la imagen de su esposo. “Cualquier padre perdería la cabeza si asesinan a su hijo, no sólo el general. […] La diferencia es que él ya era famoso y la fama que tenía, la iban a manchar con sangre [si vengaba a su hija]”, comentó el asesor histórico.

La muerte de Luz Elena lastimó gravemente al matrimonio, pero la resiliente esposa del revolucionario abrazó a los otros hijos de su marido y los trató como suyos, según lo que ella relató en sus memorias. Su conexión más especial fue con Agustín –hijo de Asunción Villaescusa, de la misma edad que Luz Elena– y Reynalda –primogénita del caudillo, quien murió a los 19 años–.

Luz Corral se encargó, sin objeción o condición, de varios niños que su esposo tuvo fuera del matrimonio y hasta de los que el caudillo adoptó. Les garantizó casa, educación y capacitación en labores del campo.

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Para Mario Alberto Trillo, eso convirtió a Luz Corral en la “mera mera”: la garantía, confianza y tranquilidad que le dio al Centauro del Norte al saber que sus hijos, su familia y su patrimonio estarían bien cuidados para su regreso. Algunas de las mujeres tuvieron manejos irregulares con el dinero del caudillo, pero Corral demostró su confiabilidad y lealtad frente al general.

Ante los peores momentos del conflicto armado, sobre todo cuando Venustiano Carranza llegó a la presidencia de México, Pancho Villa le dejó a Luz Corral los encargos más importantes de su vida. Uno de ellos fue el destino de su cuerpo si moría en el campo de batalla, pues el caudillo mandó construir un mausoleo en el Panteón de la Regla en Chihuahua y ahí quería descansar.

Sin embargo, Corral no pudo cumplir el deseo de su esposo tras el asesinato de éste en 1923.

Retrato de Luz Corral, del 10 de octubre de 1934. “[Luz Corral] sabía torcer las desordenadas inclinaciones de su marido, por un nuevo cauce; siempre en acecho de la oportunidad de calmar, de hacer perdonar, de poner freno al instintivo salvaje [de Pancho Villa]”, escribió el militar Carlos T. Robinson, reconociendo a la “esposa legítima” del caudillo. Foto: Archivo EL UNIVERSAL
Retrato de Luz Corral, del 10 de octubre de 1934. “[Luz Corral] sabía torcer las desordenadas inclinaciones de su marido, por un nuevo cauce; siempre en acecho de la oportunidad de calmar, de hacer perdonar, de poner freno al instintivo salvaje [de Pancho Villa]”, escribió el militar Carlos T. Robinson, reconociendo a la “esposa legítima” del caudillo. Foto: Archivo EL UNIVERSAL

Los dimes y diretes entre las mujeres de Villa

“Afirmo mi creencia, que es también mi convicción, de que a la mujer de hogar, no deben importarle los extravíos amatorios del esposo, si en el seno del hogar, si en el santuario de su misma vida, la esposa es querida y respetada”, escribió la señora del caudillo en Pancho Villa en la intimidad.

A pesar de su respuesta comprensiva frente a los amoríos del caudillo, Luz Corral sí fue celosa. Ella misma relató un episodio con Villa, quien evadía sus constantes preguntas sobre posibles amantes; en esa ocasión, “La Güera” prometió nunca más preguntar sobre sus infidelidades, pero el revolucionario protestó: “Eso sí que no. La mujer que no cela a su marido, no lo quiere”.

Luz Corral se esforzó por amar y proteger a su esposo, sobre todo cuando depuso las armas y comenzó su etapa de “paz” en la Hacienda de Canutillo, pero él terminó con el matrimonio de 11 años en 1921, para casarse con Austreberta Rentería, una mujer más joven.

Dentro de sus memorias, “La Güera” recordó el rechazo del revolucionario y describió la actitud respetuosa de Villa, quien le pidió desalojar Canutillo, pero asegurándose de que su todavía esposa estuviera acompañada y sin preocupación económica.

Retrato de Austreberta y Villa en 1923. Entre “La Güera” y Rentería hubo constantes peleas legales. Según nos compartió Mario Alberto Trillo, las dos pasaron años demandándose por los bienes y legitimidad como viudas del revolucionario. En su momento, el entonces presidente Álvaro Obregón reconoció a Corral como única señora y heredera de Francisco Villa. Foto: Mediateca INAH.
Retrato de Austreberta y Villa en 1923. Entre “La Güera” y Rentería hubo constantes peleas legales. Según nos compartió Mario Alberto Trillo, las dos pasaron años demandándose por los bienes y legitimidad como viudas del revolucionario. En su momento, el entonces presidente Álvaro Obregón reconoció a Corral como única señora y heredera de Francisco Villa. Foto: Mediateca INAH.

Pero también existió la versión de Austreberta Rentería. Ella fue la última pareja de Francisco Villa y tuvo dos hijos con él; estuvo a su lado hasta su asesinato y algunos la consideran la “viuda legítima”.

En una entrevista publicada en el diario La Opinión, de Los Ángeles, California, del 2 de junio de 1935, Rentería aseguró que Villa despreció con tremendo coraje a Luz Corral: “¡Te dije que te fueras, porque ya tenía a la dueña de la casa! […] ‘Betita’ –apodo que el le puso a Austreberta– es mi esposa, ¡mi verdadera esposa!”.

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“¡Fuera de aquí! Y si no se va mañana mismo de la hacienda, ya verá lo que le pasa, y sepa usted que esta señora es mi esposa y reconózcala como mi esposa”, fueron las declaraciones que Rentería escuchó del Centauro del Norte contra Corral.

Lo triste de esta historia es la falta de certeza, pues el paso del tiempo extravió mucha información. Fuera cierta o no la declaración de Austreberta Rentería, Corral pasó el resto de su vida fomentando el legado de Francisco Villa, en México y en el extranjero.

Ya pasaron 131 años del nacimiento de “La Güera” y 42 de su muerte, pero todavía queda mucho por encontrar y explorar sobre su vida.

En la siguiente parte sobre Doña Luz Corral veremos a la esposa y figura pública después de la muerte del caudillo. Desde los primeros años de la Revolución Mexicana, la familia de Villa fue célebre en territorios extranjeros, como Estados Unidos y Latinoamérica, pero el impacto del Centauro del Norte y de sus mujeres se apreció mejor en las siguientes décadas.

“El adiós de Carrasco” era la canción que Pancho Villa siempre hacía tocar para recibir a su esposa en las estaciones de ferrocarril. “Te juro serte fiel hasta morir, si me amas tú”, recita la letra; poco se sabe del amor y respeto que mantuvo unido al matrimonio entre el Centauro del Norte y Luz Corral. Fuente: YouTube.

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