Pocas costumbres tenemos tan arraigadas como acudir a la tortillería por nuestro paquete de tortillas recién hechas. Esperar nuestro turno mientras contemplamos las funciones de la máquina tortilladora, que va sacando ese manjar redondo de maíz que acompañará nuestra comida, es un agasajo visual.

Al final de la experiencia -y antes de que las envuelvan- habrá que sacar la tortilla de hasta arriba para hacernos un taquito de sal y saciar ese antojo que nos ganamos tras la espera. Hoy en hablaremos de la ingeniosa tecnología que hizo posible esa máquina de tortillas que nos ha acompañado por más de un siglo.

Antes de las tortillerías con maquinaria que predominan en las ciudades mexicanas, las tortillas las vendían mujeres que las llevaban en canasta, como se ve en esta postal de inicios del siglo XX. Colección Villasana.
Antes de las tortillerías con maquinaria que predominan en las ciudades mexicanas, las tortillas las vendían mujeres que las llevaban en canasta, como se ve en esta postal de inicios del siglo XX. Colección Villasana.

Nixtamalizar y amasar eran los retos tecnológicos

De acuerdo con el libro El pan nuestro: una historia de la tortilla de maíz, de la doctora Aurora Gómez Galvarriato Freer, doctora en Historia por Harvard e investigadora del origen de estas máquinas, era necesario que primero se difundieran los molinos de nixtamal para que las tortilladoras mecánicas operasen de forma rentable.

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Aunque las primeras “máquinas tortilladoras” emergieron al mismo tiempo que los molinos de nixtamal, fue en la década de 1900 que se empezaron a comercializar, y hasta los años sesenta que despuntaron a gran escala y alcanzaron un auge similar al que los molinos lograron tiempo atrás.

Desarrollar un proceso para moler y nixtamalizar el máiz en máquina fue el primer paso para diseñar las máquinas que hacen tortillas. Archivo General de la Nación.
Desarrollar un proceso para moler y nixtamalizar el máiz en máquina fue el primer paso para diseñar las máquinas que hacen tortillas. Archivo General de la Nación.

Uno de los motivos que hizo más lento el desarrollo de las máquinas para hacer tortillas fue el desafío tecnológico que representaba igualar de forma mecánica la elaboración de una tortilla como si fuera hecha a mano, muy distinto al de mecanizar la molienda para nixtamalizarla con la cal y triturarla a fin de obtener la masa para poder producir las tortillas.

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La cuestión y el reto a superar era que para elaborar una tortilla de forma manual se requería seguir varios pasos, por ejemplo: debía dársele a la masa una última pasada en el metate con el fin de homogenizarla, dividirla en pequeñas bolitas conocidas como “testales” antes de aplanarlas y darles forma redonda a la par de ir alcanzando el tamaño y espesor deseado.

Acto seguido, cocer la tortilla en una superficie caliente o un comal, e ir cuidando de voltear las tortillas preferentemente tres veces. Dos para cocer cada lado de la tortilla y la última vuelta para que se infle o se esponje, logrando a la vista, el tacto y el paladar el resultado perfecto.

No es casualidad que tanto en comal como en máquina las tortillas se inflen al terminar de cocerse, sino el resultado de varias décadas de ingenio mecánico. Luis Cortés/Archivo EL UNIVERSAL.
No es casualidad que tanto en comal como en máquina las tortillas se inflen al terminar de cocerse, sino el resultado de varias décadas de ingenio mecánico. Luis Cortés/Archivo EL UNIVERSAL.

Por todo lo anterior, no era tarea sencilla replicar los pasos necesarios para reproducir de forma mecánica tortillas de una calidad aceptable y para un público que podía adquirir este producto de maíz con gran facilidad y elaborado de forma manual.

La tortillería era fuente de empleo para mujeres

De acuerdo con las investigaciones descritas en el libro, por aquellos días, una mujer fuerte, dedicada sólo a hacer tortillas a mano, podía producir a partir de maíz un máximo de 128 tortillas diarias y una mujer que lo hacía partiendo de masa podía hacer un máximo de 480 tortillas diarias.

Según los datos arrojados, se podía concluir que la preparación y molienda del nixtamal significaba un 73% del trabajo requerido para hacer la tortilla, mientras que las siguientes fases de su elaboración tomaban el otro 27%, con un salario de 18 centavos al día, tomando en cuenta el que prevalecía para las mujeres no calificadas a finales del siglo XIX en la Ciudad de México.

Las tortillas hechas a mano siguen presentes en la vida diaria de muchas mesas mexicanas, pero postales como esta nos recuerdan que por siglos fueron la única versión de este producto. Colección Villasana.
Las tortillas hechas a mano siguen presentes en la vida diaria de muchas mesas mexicanas, pero postales como esta nos recuerdan que por siglos fueron la única versión de este producto. Colección Villasana.

La publicación agrega que el costo laboral por la preparación de mil tortillas habría sido de 1.41 pesos realizando todo el proceso manualmente y de únicamente 37.5 centavos si se partía de la masa ya preparada. Los bajos salarios que percibían las mujeres y las escasas oportunidades de trabajo que existían para ellas explican que aún fuera accesible consumir tortillas elaboradas manualmente.

Encima de esta situación que enfrentaban las mujeres que se dedicaban a hacer tortillas, se tendría que sumar la dificultad social y cultural de permitir el trabajo de las mujeres fuera del hogar.

La fuerza de trabajo de las mujeres también estuvo presente al estrenarse las máquinas para hacer tortillas de hace más de cien años. Archivo General de la Nación.
La fuerza de trabajo de las mujeres también estuvo presente al estrenarse las máquinas para hacer tortillas de hace más de cien años. Archivo General de la Nación.

Sería toda una labor alcanzar la calidad de las tortillas elaboradas por mujeres con una máquina que además fuera bien recibida por el público.

Las primeras patentes de “máquinas tortilladoras”

La primera solicitud de patente para “máquina tortilladora” que se tiene registro, de acuerdo al libro de Gómez-Galvarriato, fue de 1857, pero no se tienen detalles sobre el diseño. El siguiente fue Julián González en 1859 y en 1865, Genaro Vergara solicitó una patente también, pero no la aceptaron por parecerse a la de Julián González.

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La de González, la cual bautizó con el nombre de “máquina recortadora”, fue la primera en utilizar rodillos para extender la masa de manera adecuada. Otras máquinas parecidas adoptaron los rodillos por décadas, pero aún distaban de ser tan eficientes como las manos de las tortilleras, más que nada por el hecho de carecer de la humedad necesaria para considerarla apta para todos los paladares.

En 1884, Pedro Celestino Cortés de Mérida, Yucatán lanzó la primera máquina que por medio de una palanca hacía una tortilla perfectamente circular. Dicho aparato era la tradicional prensa pequeña que se atornilla a una mesa en la que el testal se pone entre dos placas circulares y se ejercía la fuerza necesaria por medio de una palanca, obteniendo una tortilla circular.

Pasaron décadas antes de desarrollarse las piezas que hacen posible el corte circular en la masa. Wikimedia Commons.
Pasaron décadas antes de desarrollarse las piezas que hacen posible el corte circular en la masa. Wikimedia Commons.

Aunque este método era muy práctico, crear una máquina capaz de entregar una gran cantidad de tortillas en menos tiempo era aún el objetivo de muchos ingeniosos inventores.

Otro de los puntos interesantes en el libro comprende es de 1889, cuando un molinero de Puebla, Ramón Benítez, consiguió la patente de un aparato para la elaboración de tortillas mucho más sencillo y eficiente que los intentos previos y que prevalece hasta la fecha.

Benítez seguía el método de Cortés, pero más simple. Con un sólo movimiento de palanca quedaba una tortilla circular, y además era mucho más económico que cualquier otro y lo más parecido a las tortillas elaboradas de forma manual e incluso podía utilizarse en cualquier hogar.

El catálogo de la Compañía de las Máquinas Tortilladoras muestra cómo lucían los "abuelos" del aparato que hoy se usa por todo México. Archivo General de la Nación.
El catálogo de la Compañía de las Máquinas Tortilladoras muestra cómo lucían los "abuelos" del aparato que hoy se usa por todo México. Archivo General de la Nación.

Las primeras máquinas tortilladoras

El registro histórico de la primera máquina tortilladora que mecanizó la mayor parte del proceso de elaboración de la tortilla y fue puesta en operación comercial fue la que desarrollaron Luis Romero Soto y Everardo Rodríguez Arce, cuya patente les fue concedida en febrero de 1900, de acuerdo a las investigaciones de la doctora Aurora Gómez-Galvarriato Freer, que aparece en el libro anteriormente citado.

Es importante destacar que tras conseguir la patente, Luis Romero Soto siguió mejorando y perfeccionando el funcionamiento de las máquinas tortilladoras por mucho tiempo más.

Retratos grabados de Romero y Arce, ingeniosos mexicanos que se empeñaron en desarrollar las tortilladoras modernas. ESPECIAL.
Retratos grabados de Romero y Arce, ingeniosos mexicanos que se empeñaron en desarrollar las tortilladoras modernas. ESPECIAL.

Debido a la importancia de la invención y el gran avance tecnológico que representó la máquina, el libro dedica un buen espacio para hablar acerca de Luis Romero Soto, quien nació el 23 de septiembre de 1873 en San Juan del Río, Querétaro.

La familia Romero Soto se mudó a la Ciudad de México en 1887; una vez en la capital Luis Romero cursó la preparatoria en San Ildefonso, dónde conoció a Everardo Rodríguez Arce, que sería su socio en varios proyectos en el futuro.

Los dos amigos comenzaron a trabajar desde muy jóvenes en un taller de reparación de bicicletas y otros negocios relacionados con el funcionamiento de maquinarias. Los dos agarraron práctica en todo lo relacionado al funcionamiento y la mecánica de los equipos, además de los métodos de reparación y solución de problemas de los aparatos.

Quizá no es un tema de conversación frecuente, pero seguro que cualquiera que haya comprado tortillas de máquina recuerda el proceso de estos aparatos, desde que la masa pasa por los rodillos que la aplanan y cortan hasta que salen las tortillas "humeando". Wikimedia Commons.
Quizá no es un tema de conversación frecuente, pero seguro que cualquiera que haya comprado tortillas de máquina recuerda el proceso de estos aparatos, desde que la masa pasa por los rodillos que la aplanan y cortan hasta que salen las tortillas "humeando". Wikimedia Commons.

Al paso de los años, Romero y Rodríguez se hicieron del negocio de su jefe y procedieron a utilizar su imaginación e inventiva en diversos y exitosos proyectos, entre ellos, el de construir una máquina para la elaboración de tortillas.

Tras varios intentos en los que cada vez conseguían un mejor desempeño de las máquinas, y después de haber logrado que varios socios comerciales invirtieran en el proyecto, fue en 1903 que Romero y Rodríguez logran una vital e importante mejora al introducir en la máquina la popular banda transportadora que se utiliza hasta nuestros días, además de otras innovaciones, éstas fueron patentadas en México en 1903 y 1904.

Hasta la banda transportadora fue un avance particular en el desarrollo de las máquinas con las que todo el país está familiarizado. Archivo General de la Nación.
Hasta la banda transportadora fue un avance particular en el desarrollo de las máquinas con las que todo el país está familiarizado. Archivo General de la Nación.

Es en 1904, que despegó la publicidad de la innovadora máquina tortilladora, como se ve en un reportaje gráfico en la popular revista El Mundo Ilustrado, que catapultó la popularidad de la nueva tecnología del futuro que había llegado para sustituir a la tortilla hecha a mano.

Aunque la máquina tortilladora no sustituyó el toque artesanal y humano que experimenta cualquier persona al probar una tortilla hecha a mano, también resulta un innegable deleite hacerse un taquito de sal con una tortilla recién salida de este notable invento.

  • Fuente:
  • Libro “El pan nuestro: una historia de la tortilla de maíz”, de la Dra. Aurora Gómez Galvarriato Freer.
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