Las cuatro formas de bañarse en 1917
Las cuatro formas de bañarse en 1917

Por: Cristina Hernández

La falta de agua en algunos lugares del Valle de México ha ocasionado que sus habitantes tengan que racionarla y practiquen otras formas de cuidar su higiene personal. El tema no es nuevo pues desde 1917 este diario ya hablaba de eso en un texto titulado “Cómo se asean los habitantes de la metrópoli”, donde enlista al menos cuatro opciones de baño en esa época. Algunos de ellos eran: el baño turco, de vapor, de tina y de regadera.

En aquel entonces el de tina era el más común, pero se hacía la referencia de que solo tenían acceso a él quienes podían conseguir agua con facilidad para sus casas. Además explicaba que se recomendaba a las personas que huyen del agua fría o son sensibles a los cambios de temperatura, pues en la tina pueden preferir el agua caliente.

Del baño en regadera se decía que era propio de los “fifíes”, porque después del baño se hacía uso de polvos de tés y cosméticos, entre otros. “Y practicaban a gritos mientras el agua hirviente se escapaba del tubo agujereado, o mientras la ducha les azotaba los cuerpos nada robustos”, describía este diario.

“Hay un hábito tradicional que hace a la mayoría de los individuos bañarse únicamente cada ocho días…(horror, horror, horror…)”, continúa el texto de 1917. Y es que en aquella época tener baño en la casa se convirtió en un lujo que pocos podían pagar.

Las cuatro formas de bañarse en 1917
Las cuatro formas de bañarse en 1917

La nota explicaba cómo se aseaba la clase “acomodada”, refiriéndose a quienes destinaban parte de sus recursos económicos al pago de baños para su aseo personal. Pocos podían pagar hasta cuatro tostones, que era el costo de un baño turco, usar una regadera con frecuencia o entrar a cualquier balneario en la ciudad.

Había instrucciones para bañarse

En la Página Femenil de este diario, publicación de junio de 1920, se describe al baño como un asunto destinado para las mujeres como parte de una rutina de belleza o aseo personal al decir: “La mujer de medios modestos tal vez envidie a su vecina rica, sin darse cuenta del hecho que el aseo es belleza y que la naturaleza presenta abundantemente los medios para conseguirla”.

En este caso particular hacía referencia al baño de tina al describir que para lograr una limpieza adecuada se sumergía todo el cuerpo en el agua, para lo cual también influía la temperatura, el tipo de jabón y otros ingredientes como un complemento para el ritual de belleza.

Las cuatro formas de bañarse en 1917
Las cuatro formas de bañarse en 1917

“Para un aseo perfecto es preferible el agua tibia o caliente, pero el agua fría es más estimulante”, continuaba el texto. Después había una descripción sobre la preferencia de la temperatura dependiendo de cada persona y los beneficios de tomar un baño con agua fría, caliente o templada.

En cuanto al agua , explicaba que la alcalina daña la piel por lo que es preferible el “agua suave” para limpiar y tratar el cutis. Para suavizar el agua bastaba con agregar bórax o amoniaco de “toilette”.

Otro elemento importante era el tipo de jabón, pues también influía en la piel aumentando su grasa natural y, en otros casos, dejándola reseca y áspera. De ahí se deriva el jabón “marino” hecho con aceite de coco que se disuelve en el agua salada y que podía ser irritante para la piel del rostro.

En la mencionada Página Femenil , la referencia al baño de regadera se tomaba como estimulante, sobre todo si se hacía con agua fría al inicio para después pasar a temperatura tibia. Al final la recomendación era utilizar una toalla afelpada para conservar el vapor del baño en la piel. “A la vez el baño refresca maravillosamente y sirve de desinfectante”, añadía la nota.

Las cuatro formas de bañarse en 1917
Las cuatro formas de bañarse en 1917

La misma sección pero de 1919 incluso daba instrucciones precisas a las mujeres sobre cómo debía ser el baño, lo cual lo convertía en todo un ritual para quienes tenían las posibilidades de reservar agua en sus casas y un cuarto destinado para su aseo personal.

“Primero-antes de entrar en el agua es muy conveniente que el cuerpo se encuentre descansado y la piel seca de sudor”, iniciaban las instrucciones y el segundo punto dejaba muy claro no tomar un baño hasta tres horas después de haber comido.

“La inmersión en el baño debe ser violenta, mojando luego todo el cuerpo, incluso la cabeza”, esto era para el agua caliente y aplicaba para los baños de regadera o de tina, pues en el caso de utilizar agua fría, las instrucciones precisaban que no debía tardar más de diez minutos.

“Siempre debe preferirse para tomar un baño las primeras horas de la mañana”, finalizaba la explicación y recomendaba que al salir de bañarse el cuerpo debía quedar bien seco junto con el uso de ropa holgada.

Las cuatro formas de bañarse en 1917
Las cuatro formas de bañarse en 1917

El historiador, Enrique González, refiere en el suplemento cultural de La Jornada que si alguien quería llevar agua a su domicilio debía pagar al ayuntamiento 500 pesos oro, por una toma que se conocía como “paja”.

Tener agua en casa era todo un lujo

En las ciudades el tener agua en casa era solo para las clases altas, de conventos y hogares religiosos; para las clases medias era considerado un lujo y en ocasiones rentaban sus baños a los más necesitados.

EL UNIVERSAL detallaba que quienes recurrían al baño turco observaban escenas de personas con “las piernas torcidas, los brazos flacos, los vientres abultados y las espaldas que se derriban”, lo cual se atribuía a “una prematura y agobiadora carga de vida antihigiénica”.

Las cuatro formas de bañarse en 1917
Las cuatro formas de bañarse en 1917

En contraste, los baños de los pobres eran en tinas sucias y por eso “no estamos seguros de que limpien”, dice el texto. Estos baños estaban en barrios como los de La Misericordia, la Lagunilla, Regina y otros de menor categoría.

El término “de pobres” equivale a lo que hoy podría llamarse “bañarse a jicarazos” usando una cubeta con agua previamente calentada y luego irla mezclando con la fría, o solo hacerlo con agua a temperatura ambiente.

Para enjuagarse el cuerpo se usa una jícara o bandeja más pequeña. Este método es común, sobre todo en lugares con poco acceso al agua o donde no llega de manera abundante a las tuberías y no pueden hacer uso de una regadera, en cuyos casos deben de racionar el agua para que todos los integrantes de una familia puedan bañarse cuando haya oportunidad.

Baños de vapor, tradición europea

La tradición de los baños de vapor fue heredada de Europa iniciando con los baños turcos, los cuales eran vistos como lugares de convivencia y reunión, pues en un mismo cuarto podían reunirse desde una familia completa o grupos de amigos.

Las cuatro formas de bañarse en 1917
Las cuatro formas de bañarse en 1917

De acuerdo con un artículo de Tayde Bautista para la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) , el primer baño turco-romano fue conocido como El Hamman y estaba cerca de la Alberca Pane, frente al monumento a Colón.

La inauguración fue en 1887 por el ingeniero Albero Malo. Los asistentes decían que era el baño ideal para la Ciudad de México y añadían: “El que lo toma una vez no lo deja de tomar nunca”. Entre los baños de vapor más famosos estaban los del Hotel Regis, visitados por políticos y empresarios de la época.

Según un anuncio, en el Regis se ofrecían baños turcos, alberca, calefacción eléctrica, peluquería, entre otras amenidades. Los precios iban de los 2 a 10 pesos por día, ubicados en Avenida Juárez 77 junto a la Alameda Central.

Para los años 20 ya se habían eliminado los baños de Belén, ubicado en lo que hoy vemos el paradero de autobuses de Chapultepec y los de Las Moras por orden del Consejo Superior de Salubridad, pues la Secretaría de Guerra ocupó aquellos edificios.

Las cuatro formas de bañarse en 1917
Las cuatro formas de bañarse en 1917

La nota de este diario menciona algunos otros baños de la ciudad, pero su categoría se consideraba “inferior”; entre ellos estaban los de La Misericordia, los de Regina y la Lagunilla.

Otros de los más comunes estaban sobre la hoy calle de Madero, también cerca de la plaza de la Ciudadela y había varios más en la zona de la Merced. Todos eran baños de vapor abiertos al público y con horario según el tipo de sesión que se eligiera.

El documento de la UAM menciona que a finales del siglo XIX había más de 48 baños en la ciudad y se dividían en dos categorías: los de lujo y los pobres, tal como mencionaba también este diario.

Entre los elegantes estaban los baños Vergara , Coliseo Viejo, Coliseo Nuevo, El Harem, Betlemitas, El Paraíso, la Quemada, entre otros. Los del pueblo eran Los Pescaditos, en la calle de Don Toribio; los del Montón, los Baños de Cristo, los de Parajito, solo por mencionar algunos.

Sin embargo, a partir de que Francisco I. Madero implementó el drenaje en la ciudad disminuyó el auge de los baños públicos y de vapor. Una de las épocas con más concurrencia de estos lugares era cuando hacía más calor, pues la gente buscaba dónde relajarse y refrescarse de alguna manera ya que podían elegir un baño con agua helada también.

Domingo, día por excelencia para bañarse

Había baños de regadera individual, de vapor individual o turco, que era zona general, lo cual indicaba que se podía compartir el cuarto con más personas. La mayoría dirigidos a quienes no tenían agua o regaderas en sus casas.

El precio variaba para adultos y niños; tenían un horario específico de lunes a viernes y otro para sábados y domingos. A pesar de su dudosa pulcritud, eran los recursos lo que determinaba el tipo de baño a tomar con tal de garantizar la limpieza personal.

El blog de la Sección Amarilla retoma el testimonio de Saúl Gómez, de 71 años, quien llevaba a sus hijos desde niños a darse el famoso “vaporazo”, al menos una vez a la semana. Ellos iban a los que se ubicaban en San Pedro, en la colonia Centro.

El mismo sitio refiere que en la Ciudad de México del siglo XX había hasta 600 baños públicos, cantidad que se redujo hasta quedar en 200. El día por excelencia para ir a los baños de vapor era los domingos, pues también era el elegido para olvidar la rutina y el estrés de la semana.

Algunos cuartos de baño ofrecían aroma a eucalipto por sus propiedades medicinales. Para los años 60, las instalaciones se modernizaron y las familias con buena posición económica acudían a estos lugares a manera de tratamiento de belleza, lo cual dio paso a lo que hoy son los spa.

El cronista José Ignacio de Alba relata que junto a los también famosos baños de Belén había una antigua estación de autobuses urbanos, la cual era utilizada por vagabundos para dormir. La zona era donde hoy vemos el actual parador de autobuses de Chapultepec y también una de las salidas de la estación del Metro; cerca estaba el antiguo acueducto que surtía de agua a gran parte de la ciudad.

Era a la fuente de Belén a la que iba la población para obtener agua desde la época de la colonia. La pileta estaba conectada a un acueducto que surtía hasta donde hoy está Salto del Agua, donde aún vemos una antigua fuente pública.

Una publicación de este diario de 2016 refiere que desde el inicio de los años 2000, este tipo de baños de vapor comenzaron a cerrar en la capital por el abandono de estos lugares y por la escasez de agua, lo cual hacía que las cuotas de pago de luz y agua se elevaran para los dueños.

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La higiene, básica en tiempos de Covid 19

A partir de la pandemia de Covid-19 que inició en 2020, la higiene se hizo fundamental para prevenir contagios por coronavirus. No solo en el baño sino en el primer paso que era lavarse las manos.

En algunos casos extremos y para personal de salud, sobre todo, se recomendaba bañarse de inmediato al llegar de la calle con tal de eliminar los virus o bacterias al estar en contacto con gente ajena a la familia y también con distintas superficies; todo esto antes de pasar tiempo con la familia o de permanecer en habitaciones de la casa que pudieran infectarse y con ello al resto de los habitantes.

Las campañas de la Secretaría de Salud se centraron y enfatizaron el correcto lavado de manos utilizando siempre agua y jabón; además de tallar, durante al menos, 30 segundos, para lograr una limpieza eficaz. Sin descartar el uso de gel antibacterial en caso de no tener agua a la mano.

La realidad es que habitantes de varias alcaldías de la ciudad y municipios del Estado de México continúan sufriendo la falta de agua tanto para lavarse las manos, como para actividades diarias como bañarse.

Fuentes:

Hemeroteca de EL UNIVERSAL.

https://www.jornada.com.mx/2015/08/06/ls-entrevista.html

https://www.gob.mx/salud/articulos/higiene-personal-y-del-entorno

https://ss.puebla.gob.mx/cuidados/mujeres-y-hombres/item/319-el-bano-de-temazcal-y-bano-de-vapor

https://www.trt.net.tr/espanol/programas/2016/10/06/los-banos-turcos-una-tradicion-de-limpieza-y-relajacion-583539

https://piedepagina.mx/la-fuente-de-belen-la-mas-antigua-de-mexico/

https://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2016/07/1/cuando-los-banos

https://blog.seccionamarilla.com.mx/banos-vapor-cdmx-revive-las-epocas-del-vaporazo/

http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/03_i_abr_2014/casa_del_tiempo_eV_num_3_32_35.pdf



 

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