“Altruismo efectivo: una filosofía y un movimiento social que utiliza la evidencia y la razón para encontrar los medios más efectivos para mejorar el mundo”. Peter Singer

A propósito de la reciente publicación en la plataforma de Netflix de una extraordinaria entrevista realizada a Bill Gates (que recomiendo ampliamente), recordé lo que viví en abril de 2015 con dicho personaje. Primero, un poco de contexto:

Distinto de su trayectoria empresarial, Bill Gates es sin duda el altruista más efectivo y eficiente de nuestro planeta, medido en vidas infantiles salvadas (alrededor de 7.4 millones en 10 años). Con la premisa de que la vacunación es una de las medidas más eficientes y eficaces en materia de salud jamás concebida. De 2010 a 2019, la Fundación Bill & Melinda Gates ha invertido en vacunas alrededor de 7,400 millones de dólares, especialmente en África, contribuyendo a erradicar la viruela, reduciendo en 74% la mortalidad infantil a causa del sarampión y casi logrando la erradicación de la polio.

Para un benefactor macro como Gates, la eficiencia en la aprobación local de las vacunas es determinante ya que, por ejemplo, la Fundación (el segundo comprador de vacunas más grande del mundo) batalla con decenas de países africanos a los que dona millones de vacunas, enfrentando un proceso de registro en cada país aún con productos ya aprobados por países europeos, lo que implica que millones de vidas infantiles podrían perderse por simple burocracia.

Resulta que siendo titular de la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), desde 2011 impulsamos un esquema para incrementar el acceso de la población a vacunas y a medicamentos (nuevos y genéricos) a partir de compartir trabajo con otras agencias reguladoras en el mundo.

Lo que llamó poderosamente la atención de Gates es que del ejemplo de México se desprendía evidencia consistente en que es posible reducir los precios de las medicinas y de las vacunas a partir de bajar los costos de transacción asociados al registro local de las mismas, es decir, al tener procesos homologados entre agencias reguladoras ya no había que duplicar el trabajo y eso se reflejaba en un mejor acceso para las poblaciones sin importar su nacionalidad.

Lo que se hizo en México fue tomando relevancia en el espectro internacional y en la primavera de 2015 recibimos una invitación del señor Gates para ir a Seattle, donde se encuentra la Fundación, y platicar de nuestro modelo.

Cabe decir que fui advertido de tres cosas respecto de dicha reunión: primero me dijeron que estaría la plana mayor de la Fundación, es decir, estaríamos rodeados de genios. Segundo, que mi presentación era muy larga y que no podría terminarla en media hora. Y tercero, que nos daría media hora pero si lo aburríamos nos podría cortar a los 5 minutos, es decir, ¡podríamos ser noqueados al primer round y sin revancha!

Después de esas 3 advertencias y de ver llegar al legendario Gates por la puerta, tragamos saliva, nos armamos de valor y en 25 minutos le explicamos qué estábamos haciendo, cómo lo hacíamos y qué efectos positivos tenía esta política pública mexicana en la población de varios países. Terminada la presentación nos enganchamos en una plática “sabrosa” donde nos expresó su admiración por el modelo mexicano y su frustración por la burocracia sanitaria que a veces limitaba la magnitud y oportunidad de sus intervenciones.

Cuando volteamos a ver el reloj, me di cuenta que había superado las tres advertencias: primera, los genios casi no intervinieron; segunda, que la presentación había “fluido” como el agua sin sobresaltos; y tercero, que nos habíamos echado hora y media de reunión, cosa que no solo nos sorprendió a nosotros sino a los asistentes locales que pensaban que no duraríamos más de 10 minutos y que pocas veces habían visto a Gates invertirle tanto tiempo a un grupo externo.

Más allá de lo anecdótico, en la reunión acordamos que era una buena idea que conjuntamente la Cofepris y la Fundación publicaran un artículo de investigación para que la política pública mexicana pudiese generar efectos positivos en otras poblaciones, y también para que a la Fundación le resultara más sencillo convencer a los países de que compartir el trabajo regulatorio genera beneficios que se traducen en vidas salvadas, es decir en “Altruismo Efectivo”.


Exdirector del IMSS y excomisionado de Cofepris

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