A Alfredo Álvarez Cárdenas, éxito en su gestión en BC

El fenómeno Xóchitl que había generado una convulsión, resultó llamarada de petate, flor de un día. Todo va de cabeza en el tren electoral de la oposición. La campaña no prende, más bien se va apagando. La ansiedad por encontrar a quien enfrentará a la candidata oficial les hizo tirar a la basura otras precandidaturas, tal vez mejores opciones: Claudia Ruiz Massieu, Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes.

Una buena parte del éxito de un proceso político está en manos de la oposición. Sin oposición no hay democracia. La oposición política, en un sistema democrático, es el derecho que tienen las minorías para criticar a la mayoría, para ejercer cierto control y para buscar el apoyo popular electoral mediante la propuesta y defensa de medidas alternativas de gobierno. Nada de eso se vislumbra en los días que lleva ya la campaña de la coalición Fuerza y Corazón por México. Por el contrario, la candidata no ha logrado calar en el ánimo opositor al gobierno, cada vez crece más la convicción popular de que Claudia Sheinbaum será la próxima presidenta de México.

La alianza de los tres partidos no ha consolidado una coalición creíble. La comprobación está en que la opositora no ha logrado acortar la ya enorme distancia (24 puntos) que la separa de quien encabeza las preferencias electorales. No es aventurado afirmar que si las elecciones fueran hoy Claudia Sheinbaum arrasaría.

Para enturbiar más aún las aguas opositoras la entrada en escena de Samuel García impulsado por las redes, bien aceptado por la 4T, con el apoyo empresarial de los regios, con cercanía con algunas fortunas mexicanas y extranjeras (Elon Musk de Tesla) a las que tuvo acceso como gobernador de Nuevo León; la ayuda que le brinda su esposa, tan influyente en redes, significa que los puntos que lo separan, a él y a Xóchitl, de Claudia Sheinbaum se los van a repartir.

De seguir Xóchitl de bajada y Samuel García de subida, éste la puede rebasar y mandarla al tercer lugar. Para darle un impulso a Samuel, Vicente Fox, pésimo presidente que se esmera en ser peor expresidente, injurió a la esposa de Samuel, al calificarla de dama de compañía, lo que generó una oleada de solidaridad —incluyendo a la misma Xóchitl que se deslindó de su antiguo jefe— a favor de la carismática Mariana Rodríguez, a quien se le atribuye el triunfo que llevó a su marido al gobierno de Nuevo Léon.

Xóchitl dijo, en la misma sede del PRI, que jamás trabajaría con Alito, para disculparse al día siguiente. Alito feliz, Xóchitl le debe una más. Se volcó en la felicitación al ganador de los comicios presidenciales en Argentina, el ultraderechista impresentable Javier Milei. Esto escribió: “En Latinoamérica soplan vientos para mejorar nuestros países! El pueblo argentino le puso un alto al mal gobierno y los malos resultados. Mi reconocimiento por esta histórica jornada electoral. Felicitaciones al presidente electo @JMilei”. Tuvo que recular y aclarar después que no comparte los puntos de vista del loco Milei.

En su último discurso como senadora se le ocurrió hacerlo en la explanada del monumento a la Revolución, al más puro estilo colosista. En ese escenario tuvo que declarar, cuando falló el teleprompter, que “se le fue el discurso” sin capacidad de seguir adelante sin el texto. Tan se le fue el discurso escrito que en una alusión a lo dicho bíblicamente por Colosio en 1994, que una variación declaró que los mexicanos “tienen hambre de sed y de justicia”, igual pudo haber dicho que tienen sed de hambre. Casi todo lo arregla con una leperada, una bravata al estilo Jorge Negrete y una sonora carcajada.

Se dice que lo bueno de Xóchitl es que no pertenece a la clase política, pero lo que ha demostrado es que no es política, ni tiene clase.

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