El llamado “súper peso”, que esta semana rompió el piso de los 17 pesos por dólar podría venderse como uno de los grandes logros del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. El fenómeno ha sido destacado desde la tribuna de la conferencia mañanera como indicio de la estabilidad política y económica que reina en el país.

Pero la realidad es que los principales factores que sustentan esta paridad muy poco tienen que ver con las decisiones económicas del Presidente, sino más bien están conectadas con escenarios económicos complicados a nivel nacional e internacional, además de que influyen también la falta de oportunidades laborales en México y el problema de la migración.

En términos sencillos la fortaleza de la moneda mexicana es resultado de una mayor demanda de pesos en los mercados, la cual se encuentra relacionada en gran medida con el cambio de dólares que se requiere para poner en circulación los recursos provenientes de las remesas en territorio nacional, que en un porcentaje muy considerable, de aproximadamente 20%, provienen del lavado de dinero de las organizaciones criminales.

En los tiempos de la 4T las remesas se han convertido en la principal fuente de divisas del país, debido a la caída en las exportaciones de petróleo, un tanto por estrategia y otro tanto por falta de producción, y la depresión de la industria turística ante una todavía lenta recuperación de los efectos de la pandemia por Covid-19.

En contrasentido con esas fuentes de recursos, los envíos de dinero del extranjero se han prácticamente duplicado en lo que va del sexenio, pasando de 13 mil millones de dólares en el periodo de enero a mayo de 2018 a casi 25 mil millones de dólares en el mismo periodo de 2023.

Tan solo el año pasado se recibieron 60 mil 804 millones de dólares, según los datos de Banxico, y apenas en mayo pasado se registró un incremento de 10.7% para alcanzar un máximo histórico de remesas de 5 mil 693 millones de dólares.

En segundo término, hay que agregar que los niveles de inflación del sexenio de AMLO son también responsables del sorprendente tipo de cambio; en especial por las consecuentes medidas del Banco de México para incrementar la tasa de interés. A mayor tasa de interés, mayor rendimiento de las inversiones en el mercado mexicano, por lo que se gesta un atractivo para los capitales extranjeros.

La tasa de referencia del banco central mexicano se ha incrementado 15 veces de manera consecutiva, para llegar a un nivel de 11.25% apenas en marzo pasado y registrar un alza de 725 puntos base desde junio de 2021. La inflación hasta la primera quincena de abril se situó en 6.24% a tasa anual, esta sí en su nivel más bajo desde la primera quincena de octubre de 2021.

Del lado positivo, la llegada de dólares se encuentra también directamente vinculada a factores como el esquema del nearshoring, el cual ha generado inversiones por alrededor de 13 mil millones de dólares en lo que va del año, provenientes de 20 nuevas compañías.

Se requieren aún diversas inversiones en materia de infraestructura y modificaciones en materia reglamentaria para sacar más provecho de la tendencia de producción, pero la guerra comercial entre Estados Unidos y China coloca a Mexico, básicamente por su ubicación geográfica, en una inmejorable posición.

Y por último los riesgos que arroja esta bonanza de atracción de la moneda extranjera y de amplia demanda de la moneda nacional no son otros más que el origen de los recursos, puesto que en México cada vez hay menos elementos para detectar lo que se conoce como el dinero sucio.

Posdata

En un balance objetivo, a México le hace más mal que bien tener una moneda demasiado fuerte. Pierden los exportadores, el sector turismo, los 5 millones de familias que reciben remesas y hasta el gobierno por la venta de petróleo. El peso fortachón no es para celebrar. Pasó de ser una bendición a una maldición.

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