Marcelo Ebrard es el aspirante de Morena a la candidatura presidencial del 2024 que más opiniones divide; es el caballo negro, la ‘corcholata’ que quiere la clase media y los grupos de poder como el de los empresarios, el candidato que ansían también los partidos de oposición y a su vez es el que más complicaciones enfrenta con los puros del movimiento de la 4T. Se dice que no es el preferido de Andrés Manuel López Obrador, pero el canciller tiene su propio análisis y su estrategia para ser el candidato. Sabe que se juega todo o nada en su intento de alcanzar la candidatura. Su futuro político tiene un solo objetivo y derrotero: ser presidente en el 2024 por el partido Morena.

Secretario de Relaciones Exteriores desde el 1 de diciembre del 2018, Ebrard ha enfrentado muchas crisis relacionadas con la política exterior, como los constantes exabruptos con Estados Unidos y España, pero también de política interior. Su experiencia en la administración pública le granjearon muchas responsabilidades adicionales en la primera mitad del gobierno. Se le veía como el “bombero” o el “apagafuegos” de la 4T. El escenario cambió cuando se desplomó un tramo elevado de la Línea 12 del Metro que ocasionó 27 muertes, en mayo del 2021, lo que desató una guerra con su principal competidora por la candidatura: la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

Aunque lo intenten maquillar, la disputa por la candidatura está al rojo vivo y la guerra sucia a todo lo que da. Las encuestas siguen posicionando a Sheinbaum arriba de Ebrard, con un promedio de 8 o 9 puntos, aunque en el war room del canciller aseguran que están cuchareadas, por no decir pagadas. La apuesta de Ebrard es que las encuestas que haga Morena en septiembre y noviembre de este año sean abiertas y no se manipulen, es decir que puedan votar simpatizantes y no simpatizantes de Morena. Su fortaleza fuera del partido que ahora preside su exsecretario de Finanzas, Mario Delgado, podría darle el triunfo. El canciller es quizá el único de las tres “corcholatas” que atrae a la clase media y a parte de los votantes de la oposición. En una hipotética elección cerrada en 2024 –la cual no se vislumbra hoy–, Ebrard sería el más competitivo.

El presidente López Obrador, además de adelantar muchos meses el proceso, ha coqueteado varias veces con sus tres principales “corcholatas”. También ha dicho que no se equivocará como lo hizo el general Lázaro Cárdenas con la elección de Manuel Ávila Camacho. “Nada de zigzaguear o de medias tintas”, dijo el pasado 18 de marzo en relación a su sucesión. Allí estaban Ebrard, Sheinbaum y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. La interpretación del canciller es que él es el único que ha sido sucesor.

“No lo vean como una cosa de soberbia, estoy haciendo una descripción de hechos, yo lo sucedí como jefe de Gobierno en la ciudad. Ninguno de los programas sociales que él llevó a cabo los suspendimos, al contrario, los aumentamos (...) entonces, el único que ha sido sucesor soy yo; ya no soy un enigma, los demás sí son una duda”, me dijo hace unos días en entrevista.

Ebrard insiste en que los aspirantes a la candidatura de Morena deben renunciar ya a sus cargos. Quizá sea lo mejor incluso para algunos de sus competidores, quienes se han distraído de sus actividades para promocionarse y han tenido que seguir enfrentando crisis; en el caso de Sheinbaum con el Metro y el secretario Adán Augusto López y el propio Canciller con la tragedia de los 40 migrantes muertos en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez.

Las ventajas de Ebrard para el 2024 son su relación con el exterior –particularmente con Estados Unidos, que será clave para el siguiente gobierno, ya sea que se reelija Joe Biden o Donald Trump–, su buen entendimiento con inversionistas y empresarios, su acercamiento a la clase media y que no es visto como radical; de lado de las desventajas, la guerra de Sheinbaum y Adán Augusto, la intervención del presidente López Obrador en la decisión y la mano negra que puede meter su examigo, el líder de Morena, Mario Delgado.

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A diferencia de otras tragedias que han costado vidas, el gobierno y la Fiscalía General de la República al parecer van en serio con respecto a la muerte de 40 migrantes en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM).

Ayer se anunció que se abrió una carpeta de investigación contra el titular del INM, Francisco Garduño, y contra el director General de Regulación y Archivo Migratorio, Antonio Vidal Islas. También se procedió penalmente contra los servidores públicos Salvador “N”, Juan “N”, Cecilia “N” y Eduardo “N”, que se encuentran vinculados directamente con las conductas que generaron los homicidios y las lesiones que sufrieron las víctimas de estos delitos, expuso la FGR.

Justo ayer, tras dos semanas de no dar la cara, Francisco Garduño reapareció públicamente en Ciudad Juárez, Chihuahua. Si bien el titular del INM, ahora sujeto a proceso por omisiones que derivaron en la muerte de los migrantes, estuvo presente en el lugar de los hechos desde el 27 de marzo que ocurrieron, prefirió no hablar públicamente de lo sucedido y el presidente López Obrador nombró la secretaria de Seguridad Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez como vocera.

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A propósito de la secretaria de Seguridad Ciudadana, cuyas pintas con su cara y la leyenda “Es Rosa Icela” comenzaron a mirarse en los muros de las alcaldías Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, parece que el presidente López Obrador no la tiene ya tan considerada para ser su “corcholata” en la Ciudad de México.

El hecho de haberla nombrado vocera de la tragedia de los migrantes, haciendo frente a las preguntas de los reporteros y las familias de los fallecidos, indica que hay antes dos secretarios que cuidar, quienes buscan la candidatura presidencial de Morena.

Por otro lado, a Rosa Icela Rodríguez no le favorecen las encuestas, pues la ubican en un lejano cuarto o quinto lugar, debajo de la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, el secretario de Gobierno, Martí Batres, y el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch. También disputan la candidatura Mario Delgado y la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde.

@MarioMal