Cada inicio de año se tiene la esperanza de que un mejor panorama para nuestro país se avecine; sin embargo, la sola esperanza no cambia en nada nuestra situación cuando no se acompaña de cambios en las acciones de gobierno. En el ámbito de la seguridad y la justicia, la violencia se recrudece en este inicio de año, tan solo en Zacatecas el jueves abandonaron 10 cuerpos frente al Palacio de Gobierno , sin ninguna esperanza de que esta atrocidad vaya a ser castigada (la probabilidad de que un delito se esclarezca es de 1.04%.). La impunidad se arraiga en nuestra sociedad y a nadie conmueve, indigna o asombra la grave violencia que vivimos.

En el ámbito federal, el gobierno quiere presentar una contrarreforma para integrar a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, y así legalizar el fraude de una reforma que prometía una nueva corporación civil. Durante el 2022, las Fuerzas Armadas y la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (es decir, la Secretaría subordinada a las Fuerzas Armadas), dispondrán de más de 235 mil millones de pesos, con muy pocas posibilidades de rendición de cuentas, sin estrategia y sin indicadores de desempeño. En el ámbito estatal, son evidentes las presiones para dejar las estructuras de policías también en manos militares. Es el caso en 8 de los 15 estados que inauguraron gobierno el año pasado, con los que ya suman un tercio del país. Así que tampoco podemos tener un optimismo fundado para pensar que a estos gobernadores les interese fortalecer a policías civiles. En el ámbito municipal, muchos gobiernos continúan profundizando la precarización de las policías y en algunos casos se apuesta por su desaparición. Sin embargo, aquí si están surgiendo casos que muestran esperanza fundada, ellos han apostado por la seguridad civil y por el desarrollo de sus policías, como es el caso de Morelia, Nezahualcóyotl, Orizaba y San Pedro Garza García.

Esta militarización absurda, esta destrucción de policías locales, no tienen sustento en evidencia alguna que indique que los militares dan mejores resultados en seguridad. Es claro que se trata, como en todo lo demás, de prejuicios y de cálculos políticos por parte del presidente para concentrar poder. Al mandatario parece no importarle los riesgos asociados a esta militarización, como la eventual disminución de la confianza ciudadana en los militares, el probable incremento en el número de violaciones a los derechos humanos, una mayor opacidad y previsibles fricciones al interior de las Fuerzas Armadas y por supuesto que la inseguridad siga en sus picos más altos.

Dado que no hay una oposición política sustantiva a estas tendencias, es probable que la contrarreforma avance y también la militarización de muchas otras actividades civiles. Aun así, quienes pensamos que estas acciones no son lo que requiere el país en materia de seguridad y, más aún, son contraproducentes para el país y para nuestra democracia, debemos insistir en señalar que existen otros caminos. En esencia, construir un autentico Sistema Nacional de Seguridad Pública. Ciertamente, tendríamos que pensar en consecuencias legales para quienes no cumplieran con los objetivos de desarrollo policial, de las fiscalías y de los sistemas penitenciarios. Por supuesto, se requiere disponer del presupuesto necesario. Al igual que en el caso de la consulta revocatoria, de nada sirve estipular una obligación si, por el otro lado, no se disponen los recursos para cumplirla.

Es importante reconocer que no ha habido resultados porque no hay una estrategia de seguridad , y que los mensajes conciliatorios al crimen organizado son un despropósito mayúsculo y una claudicación manifiesta. Reconociendo esto, se despejaría el camino para iniciar un urgente dialogo y reconstrucción de nuestras instituciones civiles con un re-encausamiento de recursos, y mecanismos de información y participación ciudadana que brinden transparencia a estos esfuerzos.

Ciertamente, el año será difícil, a esa esperanza que no hay que perder, hay que sumarle la energía necesaria para construir entre todos un camino que se aleje de la mentira y nos lleve a un mejor futuro.


(Colaboró Luis Sánchez Díaz)

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