Hace unos días, en una mañanera, el presidente López Obrador respondió a un cuestionamiento sobre las autodefensas, afirmando que no podía emitir “juicios temerarios” sobre el tema. En dicha ocasión incluso se refirió a la Biblia para justificar que él “no puede acusar por acusar”, y menos siendo titular del Ejecutivo. Sabemos, sin embargo, que esto no es cierto, pues no es extraño escuchar acusaciones y denuestos contra quienes se pretende disfrazar de “villanos favoritos”. La lista ya no es corta, incluye a las organizaciones de la sociedad civil (OSCs), y en esa mañanera el villano fue Claudio X. González, presidente de “Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad”, por considerarlo, absurdamente, protagonista de un “sabotaje legal” contra su gobierno.

El motivo de ese ataque en particular, que se repite con frecuencia, son los amparos impulsados por el colectivo #NoMásDerroches, del que forman parte diversas organizaciones, incluida “Causa en Común”, organización que presido, además de ciudadanos que decidimos ejercer un derecho, no para sabotear a nadie, como desinforma el presidente, sino para evitar que el gobierno siga destruyendo inversiones, en este caso en Texcoco, y embarcándose en obras sin sentido, como es el caso del aeropuerto de Santa Lucía.

El día de ayer, el presidente se refirió a quienes promueven estos amparos, como “conservadores”, “torpes” y “corruptos”. Este no es el lenguaje del estadista conciliador que requiere el país. Este es el lenguaje divisorio y autoritario que no entiende de contrapesos, ni de división de poderes, ni de pluralidad. De hecho, el problema no sólo es con unas cuantas OSCs, sino con todas. En diversas ocasiones hemos manifestado nuestra preocupación por las constantes descalificaciones a la sociedad civil organizada, y por la suspensión ilegal de todos, todos, los apoyos a todas, todas, las OSCs, financiamiento que ya había sido aprobado por el Congreso.

Es signo de los tiempos que haya que aclarar que recibir apoyos de empresarios para realizar labor social es perfectamente legal y legítimo, pero además recordar que la enorme mayoría de las OSCs son pequeñas organizaciones que enfrentan muchas dificultades para obtener el financiamiento necesario para funcionar. La cooperación internacional y el empresariado han apoyado, pero ni de lejos es suficiente y, ante este escenario, el gobierno ha optado por dejarlas solas. Abandonar al sector social es una regresión en términos de participación ciudadana y democracia, y también una injusticia, dados los grandes aportes que las OSCs hacen a la sociedad en áreas como el acompañamiento a víctimas, el apoyo a los más débiles o la protección de derechos humanos, entre muchísimos otros temas. Contrario a la visión polarizante y simplista que se pretende imponer, la sociedad civil es un espacio donde conviven muchas voces. Muy probablemente, es esa pluralidad la que se busca reducir a unos cuantos nombres y unas cuantas mentiras, para de esta manera poderla atacar más fácilmente. Sólo que vivimos en democracia y la democracia existe para respetar y proteger esa pluralidad.

Es alarmante que el Ejecutivo prefiera ocupar su voz para atacar y no para dialogar; que prefiera aplausos que contrapesos; que prefiera imponer que convencer. Una democracia no se fortalece dando sermones, sino aceptando e impulsando la tolerancia, el diálogo y la inclusión de todas y de todos. Es por ello que, desde “Causa en Común”, seguiremos defendiendo libertades y derechos, así como a las instituciones de nuestra democracia, a las cuales hay que fortalecer, no desaparecer; y desde luego a las víctimas, hoy tan huérfanas como siempre. Nosotros no saboteamos a nadie; lo que queremos es que se respeten derechos y se promuevan libertades. Para el registro…


Presidenta de Causa en Común.
@MaElenaMorera

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