Cada día toma más fuerza la teoría de Barker, sobre que el ambiente durante el embarazo es el que determina la salud y el desarrollo de un individuo a través de la vida, es decir, ese ambiente nos podría programar para que en algún momento de la vida desarrollemos cáncer, enfermedades cardiovasculares, neurológicas, pulmonares o, incluso, si seremos obesos.

La obesidad es una de las mayores preocupaciones de Salud Pública en el mundo. Se estima que el sobrepeso y la obesidad afecta a cerca de 2 mil millones de personas y que el 62% de la población con obesidad son de países en desarrollo, como el nuestro. Por lo tanto, es necesario identificar esos factores que durante el embarazo podrían estar relacionados con el desarrollo de obesidad y establecer medidas de prevención.

Desafortunadamente, la mayor parte de la investigación y de las recomendaciones han estado enfocados en modificar la dieta y la actividad física; sin embargo, los factores ambientales durante el embarazo podrían jugar un papel clave en la obesidad infantil.

Se calcula que aproximadamente 140,000 sustancias químicas se han desarrollado desde 1950 y que estamos expuestos de manera universal a cerca de 5,000. Sin embargo, a menos de la mitad de estas sustancias se les han evaluado los efectos tóxicos y los efectos sobre la reproducción son poco conocidos o completamente desconocidos.

Incluso, tóxicos ampliamente estudiados y bien conocidos por sus efectos a la salud como el plomo (Pb) siguen sin tener una adecuada vigilancia. Este metal pesado puede atravesar la placenta y llegar al feto en desarrollo, además se ha asociado con restricción del crecimiento y parto pretérmino. También, puede ocasionar anemia, problemas auditivos, retardo en el crecimiento, hiperactividad y afectar el comportamiento y el aprendizaje.

Recientemente, en un estudio realizado en Boston, los autores encontraron que los hijos de madres con niveles mayores a 2ug/dL en las células rojas de la sangre tenían mayor riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad en comparación con los hijos de madres con valores menores a 2 ug/dL de Pb en sangre. Además, encontraron que los hijos de madres con sobrepeso u obesidad tenían 3 veces más riesgo si los niveles de Pb en sangre estaban entre 2 y 4ug/dL, mientras que el riesgo aumentaba a 4 veces si las madres, además de presentar sobrepeso u obesidad, tenían niveles de plomo mayores a 5ug/dL, y esto en comparación con los hijos de madres sin sobrepeso u obesidad y con niveles de plomo menores a 2ug/dL. Es decir, no solo importa a qué estamos o estuvimos expuestos mientras nos desarrollábamos durante el embarazo sino también a qué están expuestas nuestras madres.

Interesantemente, este mismo estudio mostró que los hijos de madres con sobrepeso u obesidad y que tenían altos niveles de plomo en sangre, presentaban 41% menos riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad si sus madres tenían niveles adecuados de folato en plasma. Es decir, este estudio sugiere que una adecuada suplementación de ácido fólico durante el embarazo podría evitar los efectos adversos de algunos químicos o tóxicos.

Por lo tanto, mujeres que planean quedar embarazadas o que estén embarazadas deberían seguir las recomendaciones de un médico para la suplementación con ácido fólico. De acuerdo con el Dr. Enrique Reyes Muñoz, del Instituto Nacional de Perinatología, se debería tener una suplementación diaria de ácido fólico de 400mcg, al menos, 3 meses previos a intentar el embarazo y durante los primeros 3 meses de embarazo.

Entonces, ¿qué podemos hacer para prevenir los efectos de los contaminantes y tener un futuro más saludable? Durante el embarazo y en general deberíamos de tener cuidado con los productos que utilizamos a diario y no pensar que si están a la venta es porque son seguros para nuestra salud. De hecho, como lo mencioné arriba, a muchas de las sustancias químicas no se les ha evaluado los efectos tóxicos y los efectos que podrían representar a la salud. Entre más simples sean los productos mejor. Por ejemplo, usemos vidrio en vez de plástico, evitemos cocinar o consumir alimentos en productos de barro, demos prioridad al consumo de alimentos saludables y evitemos los ultraprocesados, evitemos desinfectantes y mejor usemos agua y jabón.

Entre más simples sean los productos que utilizamos a diario, mejor. También es momento de que se mejoren las políticas públicas para disminuir la exposición a diferentes tóxicos como el plomo, los contaminantes ambientales, retardantes de llama, entre muchos otros. Además, es necesario que se revisen y regulen los ingredientes que se utilizan para productos de uso diario, sobre todo para los bebés y las mujeres, quienes podrían ser más susceptibles a los efectos adversos de muchos productos.

Recuerden que durante el embarazo y los primeros meses de vida se puede programar a un individuo para que goce de buena salud, pero también para que desarrolle las habilidades que en el transcurso de la vida le ayudarán. Por lo tanto, es necesario alimentarse bien, evitar el contacto con la mayor cantidad de sustancias químicas y seguir todos los cuidados prenatales que su médico les recomiende.

Esta columna es el inicio de varias relacionadas con salud, contaminantes y ambiente. Es necesario que nos mantengamos informados, para poder tomar mejores decisiones y cuidar nuestra salud y la del planeta.

Postdoctor en Salud Ambiental por la Universidad de Harvard, Investigador en Ciencias Médicas del Instituto Nacional de Perinatología y Consultor en Epidemiología Ambiental y Salud Pública
@MarcoSanchezGue


 

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