Doña Juanita y don Pepe me dicen, hay que disfrutar, si de algo nos tenemos que morir ¿para qué nos cuidamos? En México muchos hemos escuchado esto y efectivamente, de algo nos vamos a morir, pero… también, es cierto que podemos evitar algunas enfermedades como la diabetes y la hipertensión y, asimismo, prevenir morir por estas enfermedades.

El problema no solo es morir a consecuencia de estas dos enfermedades tan comunes en la población, el otro gran problema es que al enfermar de diabetes o hipertensión la gente tiene que vivir por varios años con los malestares y complicaciones, tomando pastillas o imposibilitada para trabajar o llevar una vida digna y con calidad. Además, en muchas ocasiones, se tendrá que gastar en medicinas afectando al gasto familiar.

De acuerdo con las estadísticas recientes del INEGI, el año pasado se registraron 1,122,229 defunciones. Del total de defunciones, 58% ocurrieron en hombres (646,825); 92.5% fueron por enfermedad (1,037,551); casi 56% ocurrieron en personas mayores de 65 años (627,755); 47% (530,950) ocurrieron en el hogar; 205,535 ocurrieron en el IMSS y 145,236 en la Secretaría de Salud. Desafortunadamente, 136,949 (12%) de las personas fallecidas no recibieron atención médica.

Para este articulo deseo excluir las muertes por COVID-19. Ya se ha platicado mucho al respecto y sabemos que la epidemia en México ha dejado una gran cantidad de muertos y ha sido devastadora en muchos otros aspectos, pero en esta ocasión deseo hacer énfasis en las afectaciones que tanto la hipertensión como la diabetes están provocando sobre la salud pública en nuestro país. Primero, miles de personas están muriendo cada año y, segundo, cada año aumenta la prevalencia de personas con hipertensión o con diabetes. Además, esto último afecta la calidad de vida de las personas y de sus familias, pero también está afectando gravemente a las instituciones de salud y a las finanzas.

De manera general, las causas de muerte varían con la edad y el sexo. Mientras la población de más de 65 años (171,033) murió por alguna enfermedad del corazón en el 2021, la población entre 15 a 34 años (17,592) murió principalmente a consecuencia de los homicidios. Los homicidios son otro grave problema de nuestra actualidad y en la que se deben hacer mayores esfuerzos para reducir y prevenir, pero, y sin ánimo de minimizar este gran problema, apenas representa un 10% de las muertes de mayores de 65 años. Asimismo, la población de 45 a 64 años murió de diabetes como segunda causa de muerte, es decir 47,408 personas perdieron la vida como consecuencia de la diabetes.

Con respecto al sexo, las dos primeras causas de muerte fueron las enfermedades del corazón y la diabetes tanto en hombres como en mujeres. En el caso de los hombres, en el 2021 (123,313 personas fallecidas) hubo un incremento de 1.4% en el número de muertes por enfermedades del corazón con respecto al 2020 (121,556 personas fallecidas), mientras que ese porcentaje fue mayor en mujeres. Hubo un incremento del 5.1% (102,127 personas fallecidas) en el número de muertes con respecto al 2020 (97,132 personas fallecidas).

En el caso de la diabetes, hubo una disminución en el número de personas fallecidas con respecto al 2020 en ambos casos. Con respecto a los hombres, murieron 71,330 personas en el 2021, eso representó un 10.6% menos con relación al 2020 (78,922 personas fallecidas), mientras que en mujeres hubo una reducción en el número de muertes (69,396 personas fallecidas) de solo 3.8% con respecto al 2020 (72,094 personas fallecidas).

Con la información anterior queda claro que hay que aumentar los esfuerzos por mejorar las políticas públicas y las medidas de prevención, se tiene que trabajar de manera integral para evitar o reducir el número de homicidios entre la población joven, prevenir las enfermedades del corazón y sus complicaciones en los mayores de 65 años principalmente, pero, además hacer mucho trabajo con los menores de edad, para evitar que desarrollen enfermedades crónicas cuando sean adultos. Además, necesitamos entender cuáles son los factores que están aumentado las muertes por enfermedades del corazón en las mujeres y cuáles son aquellos que no están permitiendo que haya una mayor disminución en la mortalidad en las mujeres como consecuencia de la diabetes.

Entonces, ¿Estamos condenados a desarrollar diabetes e hipertensión en México?

La respuesta corta es NO, pero necesitamos hacer mucho trabajo de prevención y enfocarnos en las poblaciones infantiles y jóvenes para prevenir que desarrollen diabetes. Necesitamos crear estrategias de manera integral, por ejemplo, tratar de prevenir el desarrollo de la obesidad, la diabetes y la hipertensión desde edades más tempranas. De manera simplista, la obesidad a temprana edad se puede traducir en un mayor riesgo de desarrollar diabetes y, además, se ha visto que un adulto con diabetes tiene de 2 a 4 veces mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.

De acuerdo con la ENSANUT 2021 alrededor del 37% de la población escolar (5-11 años) tienen sobrepeso (18.8%) u obesidad (18.6%); 42.9% de los adolescentes (12-19 años) tienen sobrepeso (24.7%) u obesidad (18.2%) y en población adulta, 32.8% de las mujeres tienen sobrepeso y 39% obesidad, mientras que en los hombres el 37.8% tiene sobrepeso y 31.8% obesidad. De manera general, el porcentaje de personas con sobrepeso u obesidad aumenta; por lo tanto, necesitamos desmentir el dicho de “ahora esta gordito, pero cuando crezca va a bajar de peso”. Las cifras de la ENSANUT 2021, muestran todo lo contrario. La probabilidad de mantener el sobrepeso u obesidad son mayores, no menores. Esto es muy importante y debemos de trabajarlo porque el 12.3% de todas las muertes en el mundo durante el 2016 se atribuyeron al exceso de peso.

La prevención es un método muy efectivo. Por ejemplo, hace unas semanas Zoé Robledo, director del IMSS, comentó en su columna de Milenio que a través de PREVENIMSS durante el periodo de “2004 a 2020 la tasa de mortalidad de cáncer cérvico uterino disminuyó del 10 al 4%; de cáncer de mama, del 13 al 7%; de diabetes, del 55 al 33%, y de hipertensión arterial del 2.6 al 1.8% por cada 100 mil derechohabientes”.

Prevenir ayuda a disminuir la carga de enfermedades y la mortalidad en la población, pero además puede traducirse en mejor atención por parte de las instituciones de salud al no tener que atender a una gran cantidad de personas. Asimismo, puede tener un gran impacto en las finanzas de las instituciones.

De acuerdo con información del IMSS, en el 2021, 7.9 millones de pacientes (lo cual equivale al 13.3% de la población adscrita a la Unidad de Medicina Familiar) fueron atendidos por diabetes mellitus (3.1 millones), hipertensión arterial (4.8 millones) e insuficiencia renal crónica (66 mil pacientes). Además, el gasto de estas 3 enfermedades fue de unos 94,547 millones de pesos, lo cual, representó gastar 1 de cada 4 pesos de lo recaudado para el Seguro de Enfermedades y Maternidad. El gasto en la atención de la diabetes se llevó el mayor porcentaje (47.5%), equivalente a 44,841 millones de pesos, por hipertensión (35.3%) fue de 33,403 millones de pesos y el de la insuficiencia renal crónica (17.2%) de 16,304 millones de pesos.

La atención de la diabetes tuvo un costo promedio por paciente de 14,567 pesos, mientras que el de la hipertensión fue de 7,002 pesos. Sin embargo, tratar la insuficiencia renal tuvo el mayor costo anual por paciente, 245,493 pesos y alrededor de 66 mil pacientes fueron atendidos, es decir, el costo de tratar la insuficiencia renal cuesta 16.8 veces más que tratar la diabetes o 35 veces más que tratar la hipertensión.

Como se puede observar con los datos anteriores, es necesario mejorar las actividades que se hacen en PREVENIMSS y que otras instituciones copien el modelo, lo mejoren y lo escalen a un mayor segmento de la población. Se necesita generar más información para la población en general y explicar de manera sencilla cuales son los principales factores que pudieran estar provocando sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión u otras condiciones o enfermedades con el fin de poder prevenirlas.

Aunque pudiera haber cierta predisposición genética, por ejemplo, a desarrollar obesidad, el componente hereditario podría tener mayor influencia y no por una cuestión genética sino el de heredar los malos hábitos alimenticios. Asimismo, los componentes ambientales y el uso de sustancias químicas, productos de uso diario y de nuevos materiales podría estar contribuyendo al desarrollo de enfermedades crónicas, no solo la mala alimentación, el sedentarismo o el consumo excesivo de tabaco y alcohol. En este sentido, es necesario dar cursos a los médicos para que consideren las ambientopatías, es decir a la contaminación del ambiente como causa de algunas enfermedades, al igual que lo hacen al contemplar la actividad laboral.}

Necesitamos que la industria privada, organizaciones no gubernamentales u otras hagan equipo con las instituciones de salud a fin de mejorar la prevención de enfermedades y mejorar la calidad de vida de la población y la salud pública como se hace a través de PREVENIMSS.

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Postdoctor en Salud Ambiental por la Universidad de Harvard, Investigador en Ciencias Médicas del Instituto Nacional de Perinatología y Consultor en Epidemiología Ambiental y Salud Pública.
Twitter @MarcoSanchezGue

 

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