Salvador Ramo

s era un muchacho extremadamente trastornado, sufrió de acoso, violencias familiares, abandonos y rechazo, fue uno más de los millones de habitantes en los Estados Unidos que ha sido marginado casi desde su nacimiento, ya sea por su origen de minoría, por su condición de pobreza y desigualdad o por un futuro que asumió cancelado.

Salvador se convirtió en un jóven misántropo, hace unas semanas pudo adquirir, en dos ocasiones, armas de asalto con las que terminó asesinando a 21 personas, la mayoría niños entre los siete y diez años de edad.

En Texas parece más fácil comprar un rifle de asalto que una cerveza o unos cigarros, la poderosa Asociación del Rifle ha cooptado mediante generosísimas donaciones a campañas políticas la mayoría de las conciencias del Congreso Norteamericano. Evidentemente, uno de los grandes problemas son las armas que en Estados Unidos es superior al número de habitantes, unas 120 por cada 100 personas, de acuerdo a los datos de The Small Arms Survey.

Sin embargo, el problema no radica solamente en el fácil acceso a las pistolas y rifles de asalto, como en todo fenómeno social, la respuesta se antoja mucho más compleja y pasa desde la cultura de violencia, el espíritu bélico, la falta de oportunidades, la pérdida de valores, el abandono de las juventudes, el mercado de drogas, la polarización política, la post verdad maximizada gracias a las redes sociales, la hipersensibilidad, el menosprecio a la salud mental y un largo etcétera.

Salvador advirtió lo que haría, igual que hace unas semanas lo hizo Payton. S. Gendron antes de acabar con la vida de 10 ciudadanos negros en Bufalo, Nueva York, ambos postearon evidencias en sus redes sociales, ambos dejaron estruendosos posteos del infierno que acechaba en su cabeza y la catarsis de sangre que le seguiría. Ambas masacres pudieron evitarse.

Es curioso que las grandes empresas de redes sociales como Meta, Twitter, TikTok o Google, tengan algoritmos que bajan de manera automática “contenido sensible” que, por lo regular, está ligado a la protección de los derechos de autor y que hagan muy poco o nada para advertir de estas tragedias.

Interesante, parece que el bien más preciado de protección es algo material, una cosa de derechos comerciales y, en otro término mucho menos importante, queda la vigilancia a los discursos de odio.

La de Uvalde, Texas, fue el tiroteo número 203 en lo que va del año en los Estados Unidos. No será el último.

DE COLOFÓN.-

“A los periodistas no se les mata a balazos, se les mata de hambre”, dijo Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del PRI, en otro audio filtrado por la gobernadora de Campeche Layda Sansores.

¿Avalarán Jesús Zambrano y Marko Cortés a su socio?, calladitos se ven más bonitos y también más chiquitos.

Y todavía faltan 858 días para que termine el sexenio.


@LuisCardenasMX

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