Cuando Juan Villar-Mir compró la constructora Obrascón en una mísera peseta, sembró la semilla de un impresionante emporio basado en negocios, pero sobretodo, buenas relaciones políticas. Por 30 años, el ahora Marqués de Villar Mir compró empresas en quiebra, transformándolas en prósperos negocios. Los más rentables: los vinculados a construcción y gestión de obra pública.

En un par de décadas, el Marqués de Villar Mir se convirtió, según Forbes en el sexto hombre más rico de España con una fortuna acumulada de 2 mil 700 millones de euros.

En México, el modelo de negocios “una peseta y muchas relaciones” dio buenos resultados. La empresa Obrascón, Huarte, Laín (antes OHL, hoy Aleática) inició operaciones con la construcción de cinco hoteles de lujo en la Riviera Maya. El complejo Mayakoba —que alberga el famoso campo de golf Camaleón— se convertiría en el escenario idóneo para concretar negocios.

En los gobiernos de Arturo Montiel y Enrique Peña Nieto en el Estado de México, obtuvo la construcción y gestión del Circuito Exterior Mexiquense que se sumó a su participación en las obras del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Luego vendría la construcción y concesión de siete autopistas más de rendimientos millonarios y una participación mayoritaria en el Aeropuerto Internacional de Toluca.

Todo parecía ir miel sobre hojuelas hasta que, en 2015, se hicieron públicos unos audios en los que directivos de OHL explicaban cómo aumentarían las previsiones de tráfico cobrando por obra que aún no construirían. En otras grabaciones, ofrecían vacaciones pagadas a funcionarios a cambio de un trato preferencial.

El escándalo pareció zanjarse con el despido de algunos funcionarios y con la realización de auditorías. Algunas merecieron multas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores por discrepancias en su contabilidad y la de 38.3 millones de pesos del gobierno del Edomex.

A cada acusación la empresa respondía que actuaba en la legalidad. Y no le faltaba razón puesto que, contra toda lógica, el Código Administrativo del Estado de México permitía otorgar concesiones de manera indefinida.

Con el cambio de gobierno, la legislatura del Edomex, de mayoría morenista, derogó la llamada “Ley OHL” para que, una vez recuperada la inversión, los bienes regresen al estado. En noviembre, la misma legislatura promovió por unanimidad un punto de acuerdo para que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes emita una declaratoria de rescate de la concesión Viaducto Bicentenario, en virtud de que la operación de este tramo de solo 23 kilómetros cruza por dos entidades distintas y por ello, requiere de una concesión federal que debió ser otorgada por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y no por el Estado de México.

La Unidad de Inteligencia Financiera, investiga actualmente a Gerardo Ruiz Esparza, extitular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, por un posible desvío de recursos vinculado a la forma en la que se adquirieron estas concesiones.

Desde 2018, OHL México fue adquirido por el fondo australiano IFM Investors y cambió a Aleática. Aunque el director general proviene de la antigua OHL, la empresa ha hecho un esfuerzo desesperado por cambiar de piel y desmarcarse del modelo Villar Mir. Sin embargo, las concesiones que manejan en México fueron adquiridas bajo las formas del Marqués y sus aliados. La revisión de las concesiones, el ajuste de cobros en caso de excesos, el resarcimiento de posibles daños, así como el cumplimiento de leyes que cumplan con estándares de rendición de cuentas será el verdadero cambio de esta administración. Lo demás es solo retórica y buenas intenciones.


Coordinadora de la Red por la Rendición
de Cuentas

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