En este momento, no tendríamos que estar discutiendo si el INE emitió lineamientos válidos para garantizar que los partidos políticos postulen candidatas mujeres a las gubernaturas en al menos siete estados de la República que tienen elecciones próximas.
De manera responsable, los partidos políticos debieron tener preparadas, desde hace años, varias opciones competitivas, si hubieran hecho el trabajo de formación de cuadros y empleado bien los recursos que durante varios lustros se les destinaron para el efecto de ir logrando la paridad.
Es una buena noticia que solo uno de todos los partidos políticos haya impugnado. Parecería que el resto va a hacer esfuerzos por cumplir no solo los lineamientos del INE, sino el principio constitucional de paridad en todo y los compromisos internacionales suscritos por México para acelerar la presencia de mujeres en espacios políticos y públicos.
Se presentaron también algunos recursos de hombres que se sienten desplazados porque la candidata podría ser una mujer e incluso señalan que hay un tema de discriminación. La CEDAW expresamente prevé, en su artículo cuarto, que las acciones que se tomen para lograr la igualdad plena no se considerarán discriminatorias.
Un cincuenta por ciento de los hombres podrían hoy sentirse desplazados, pero el cien por ciento de las mujeres lo estuvimos durante los siglos en que nos fue negado el derecho a la participación política.
Hay que recordar que, en toda la historia de México, solo nueve mujeres han llegado a ser gobernadoras y que dos de ellas fueron sustitutas al final de un mandato de un hombre electo.
El proceso de selección paritaria se instrumentó en las entonces jefaturas delegacionales del Distrito Federal desde hace 10 años. Se ha vivido el fenómeno en presidencias municipales en lo que se ha llamado paridad horizontal y vertical para los ayuntamientos. ¿No hay acaso Presidentas Municipales con experiencia que pudieran competir para las gubernaturas?
¿A quién beneficia la presencia de mujeres en espacios públicos de decisión? Las mujeres no tenemos cualidades intrínsecas que nos hagan mejores o peores, pero sí tenemos, por los roles que nos ha tocado jugar y los problemas propios del espacio donde nos hemos desarrollado, preocupaciones que pueden ser atendidas cuando tenemos mayores posibilidades de incidir en las políticas públicas. Prueba de ello es el claro impulso de algunas medidas legislativas en esta legislatura con integración paritaria, que posiblemente no hubieran avanzado sin el rol protagónico de diputadas y senadoras. Enumero las más importantes: la reforma constitucional de la paridad en todo; la reforma a diversas leyes para sancionar la violencia política en contra de las mujeres en razón de género; la ratificación del Convenio 189 de la OIT que benefició a las trabajadoras del hogar que durante años estuvo frenada; el avance en el Senado de la llamada Ley Olimpia que beneficiará a las mujeres víctimas de violencia digital o ciber violencia y la reforma Constitucional del Sistema Nacional de Cuidados que fue aprobada esta semana por la Cámara de Diputados.
Los avances han sido lentos y llenos de vicisitudes. Estamos todavía cantando una victoria cuando el nuevo obstáculo ya está enfrente. El suelo constitucional ya está parejo, más que brincos, tendríamos que seguir dando pasos firmes y definitivos por la igualdad plena.
Catedrática de la UNAM.
@leticia_bonifaz