Íbamos sobre Periférico de Sur a Norte. Era viernes de tránsito insoportable. Yo iba manejando por el carril central. Los coches avanzaban a una velocidad de no más de 40 kilómetros por hora. “¿Vieron eso?”, preguntó alguien en el asiento del copiloto. Tirada sobre el carril de baja, debajo de uno de los puentes entre Avenida de las Palmas y Legaria, “una bolsa negra con amarres de cinta canela, del tamaño de un cuerpo humano, de la forma de un cuerpo humano”. Llamamos al 911 y se hizo el reporte.

Horas más tarde en las noticias no encontramos nada. Ojalá, pensamos, haya sido otra cosa. La cotidianidad de vivir en México le ha dado a nuestra mente interpretaciones así. El efecto de la experiencia sobre nuestras inferencias es muy alto, según la psicología.

Que nuestros cerebros estén haciendo asociaciones así en menos de un segundo es la prueba más simple de una afección por la violencia bajo la que vivimos. ¿Cuáles son las afecciones más profundas a la salud mental de los mexicanos con más de 122 mil homicidios tan solo en tres años que van de este sexenio? Calderón terminó su mandato con 120 mil en la consciencia. En México solo se suman muertes, y los vivos, que nos atropelle el tren de la neurosis. Súmele otras afectaciones más comunes (que no normales) que la violencia por el narco como la violencia machista contra las mujeres, las redes sociales y el estrés laboral, pero súmele también las afecciones mentales por la pandemia. Depresión y ansiedad triplicadas… sí, triplicadas, desde 2020. Pérdida de empleo, violencia doméstica, encierro, cargas extras de trabajo no remunerado y pérdidas de seres queridos pusieron a México en el primer lugar de entre los países miembros de la OCD, con mayores niveles de ansiedad en su población. Sí, en el primer lugar. ¿Y qué hizo el gobierno?

“Ya no hay hospitales psiquiátricos ”, nos recuerda el secretario de Salud en una de las mañaneras de la semana pasada. Y es que el 16 de mayo pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) publicó en el DOF el decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley General de Salud, en materia de Salud Mental y Adicciones, con el que se busca atender a enfermos mentales con un enfoque comunitario, que permita a los pacientes integrarse como miembros funcionales de la sociedad. Esto implica que los psiquiátricos sean reconvertidos en clínicas de atención integral que seguirán brindando atención. De entrada, tiene todo el sentido. Sin embargo, suena la alerta cuando se enuncia que los cuidados también serán “…desde la familia”. ¿Qué se enuncia? Se incendia.

Como lo dijo el Dr. Alcocer, desaparecer los hospitales psiquiátricos es una tendencia mundial cierto, pero también hay una tendencia mundial en empujar un porcentaje mayor de los presupuestos a salud mental. En nuestro país, el problema no solo comienza cuando los psiquiátricos desaparecen y por lo tanto se reduce el número de camas para los pacientes que lo necesitan, y que probablemente terminarán en casa, bajo los cuidados de una mujer; sino que las políticas no son realmente integrales y mucho menos tienen perspectiva de género .

Las preguntas para Alcocer serían, por lo tanto: Secretario, ¿por qué no se aumentó el presupuesto para salud mental durante y después de la pandemia? ¿Por qué la salud mental no ha estado al frente y al centro de las respuestas a la Covid19 como lo exhortó Naciones Unidas? ¿Por qué si los países con ingresos medios destinan en promedio 5% de sus presupuestos en salud para afecciones mentales, México solo destina 2%? ¿Por qué en 2021 se redujo en 9% el presupuesto para la salud mental comparado con 2020?

¿Por qué si como afirma la prestigiada publicación The Lancet que en países como el nuestro, el 90% de la población que sufre de depresión no está diagnosticada o tratada, no vemos una campaña anti estigmatizante e informativa? ¿Por qué si la prioridad son los jóvenes, como dice secretario, los suicidios entre esta parte de la población (18 a 29 años) solo van en aumento? ¿Por qué si de acuerdo con la ONU, las mujeres son más propensas a padecer depresión y ansiedad, y si este es un gobierno feminista, no hay perspectiva de género en las políticas concernientes a la salud mental? ¿Por qué si durante la pandemia el 83% de las mujeres reportó un aumento de significativo en síntomas de depresión , frente a solo el 36% de los hombres que lo hicieron, no hay un programa específico para ellas?

¿Por qué si saben que serán las mujeres quienes terminarán cuidando a los pacientes de salud mental en sus casas, no empujan una política pública de cuidados de una vez por todas? ¿Por qué todo a pedacitos, desagregado, no integral, no funcional, no estratégico? ¿Por qué la visión patriarcal sigue prevaleciendo? ¿Por qué el presidente habla de acceso a la salud como si hubiera cumplido, cuando solo por mencionar un hecho, la probabilidad de muerte en hospitales del IMSS e ISSSTE en casos de intubación por Covid era de 85% frente a 20% en los hospitales privados? ¿Por qué tanta simulación también en la salud, secretario Alcocer?

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