La escritora Isabel Allende mencionón en alguna ocasión que “la historia la escriben los hombres, los vencedores, los machos. Los derrotados, las mujeres, los niños, esos no tienen voz en los libros”.

La historia de México está escrita por quienes han ganado las batallas o han glorificado el nombre de nuestro país. Lamentablemente, en el camino se ha invisibilizado a las mujeres que, con su inteligencia, su ímpetu y en muchos casos, hasta con sus recursos económicos, han escrito las páginas de nuestro pasado.

Cuando se habla de la Independencia de México, inmediatamente nos vienen a la mente los héroes que nos enseñaron en la primaria: Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Ignacio Allende o Agustín de Iturbide, pero rara vez nos acordamos de las mujeres que también participaron en esta lucha por la liberación de nuestro país.

Nombres hay muchos, como el de Josefa Ortiz de Domínguez (la Corregidora), Leona Vicario, Mariana Rodríguez del Toro, Gertrudis Bocanegra, María Ignacia Rodríguez (la Güera Rodríguez), María Soto la Marina, Catalina González, Antonia Nava, María Herrera, María Fermina Rivera, María Petra Teruel de Velasco, Magdalena Godos, Altagracia Mercado o Manuela Medina. Algunas de ellas tomaron las armas, otras financiaron la guerra de independencia, otras contribuyeron con información confidencial, otras más alojaron a los insurgentes.

Nos enseñaron que las mujeres a principios del siglo XIX no se inmiscuían en los asuntos públicos, porque estaban relegadas a la vida privada, a la crianza de los hijos y a las actividades domésticas, sin embargo, a lo largo de los años hemos sabido que las mujeres, también participaron activamente en la construcción del Estado mexicano.

Afortunadamente para nuestra historia, muchas mexicanas decidieron romper con los estigmas de la época. No se quedaron sentadas esperando el regreso de sus padres, hijos, hermanos o esposos. Miles de ellas tomaron las armas, entraron en combate, arriesgaron su vida. Igualmente alimentaron a las tropas, abastecieron de ropa, cuidaron a los huérfanos, curaron a los heridos, consiguieron armamento y pusieron a disposición su patrimonio. Muchas de ellas están en el anonimato y nuestro reto será rescatarlas del olvido.

Muchas mujeres fueron encarceladas o asesinadas por defender un ideal, por creer en una causa. La historiadora María José Garrido Asperó refiere que se tiene registro de 134 casos de mujeres que participaron o fueron simpatizantes del movimiento insurgente, de las cuales 62 fueron encarceladas y 4 de ellas fueron ejecutadas. Si bien es cierto, hay diversas cifras a propósito de las mujeres que compartieron este movimiento, lo que es un hecho, es que en todo el país, las mexicanas acompañaron esta lucha.

Estas líneas buscan reivindicar a todas las mujeres que sin tener un nombre y un rostro en nuestra historia, ofrendaron su vida a la lucha independentista. Sin ellas, posiblemente esta guerra no se hubiera ganado. Quizá otro fuera nuestro presente. A todas ellas, mi agradecimiento por su lucha, por su fortaleza, por marcar un precedente para todas las generaciones que hoy queremos construir un mejor país.

Senadora de la República

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