Durante las últimas dos semanas, hemos visto al presidente de la República desencajado y atacando desde Palacio Nacional a periodistas como Loret de Mola por hacer su trabajo y haber demostrado cómo la supuesta honestidad que el gobierno pregonaba sólo quedó en los comerciales de campaña.

Han pasado quince días desde que se dio a conocer la casa en donde el hijo del presidente vivió, inmueble que era propiedad de un alto ejecutivo de la quinta empresa que más contratos recibe de Pemex y por ende, del erario.

En tres años de administración, el hijo del presidente tiene un modo de vida que no concuerda con el discurso que su papá quería hacer creer a los mexicanos.

La casa en Houston donde vivió el hijo del presidente, es prueba de que Morena llegó para enriquecerse a costa del pueblo. Es muestra de los favores que recibe la familia presidencial a cambio de contratos para empresas petroleras. No cabe duda que el discurso presidencial de la honestidad y austeridad se ha derrumbado palabra por palabra.

¿Dónde quedó aquel hombre que decía “no voy a permitir que nadie lleve a cabo actos de corrupción, aunque se trate de mi familia”? Hoy queda claro que sus palabras siempre fueron mentiras. El presidente está iracundo, ya que desde su propia familia lo despojaron del discurso que había construido a lo largo de su carrera política.

El primer mandatario sabe que no puede desvincularse de esta red de corrupción y por eso hace rabietas contra gobiernos extranjeros, periodistas, organizaciones civiles y la oposición. Está entrampado en sus propias palabras y lo único que podría salvarlo hoy, es una investigación y sancionar a los responsables. Pero todos sabemos que no lo hará.

Otro duro golpe a la credibilidad de la 4T es la relación que tenía Sergio Carmona con la dirigencia de Morena en Tamaulipas y a nivel nacional. Hoy sabemos que la red criminal de Carmona, quien fue asesinado en noviembre pasado, presuntamente financió las campañas de los candidatos, hoy gobernadores de Morena. Veremos si esta aseveración es cierta y hasta dónde llegarán las consecuencias.

De ser comprobado, incluso el partido en el gobierno podría perder su registro como institución política, ya que claramente la ley electoral establece que los partidos no deben utilizar recursos de procedencia ilícita.

Esta semana leímos dos columnas del periodista Salvador García Soto, en la que relata que Carmona Angulo financió con dinero que proviene del huachicoleo a gobernadores, diputados y presidentes municipales de Morena. Los vínculos de corrupción de los servidores públicos y militantes de la 4T han llegado más allá de las empresas contratadas por Pemex, también se vinculan con delincuentes. Urge que se investiguen estas redes de lavado de dinero.

Necesitamos más periodistas como Carlos Loret de Mola y Salvador García Soto que, sin miedo, develan las redes delincuenciales que hay al interior de la administración lopezobradorista. Los mexicanos necesitan saber la verdad. Necesitan autoridades que no estén vinculadas con los delincuentes. Necesitan que la corrupción deje de ser el distintivo de la 4T.

Senadora de la República.

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