No todos los días un expresidente llega a una corte federal. Hasta ahora, en los más de 200 años de historia de Estados Unidos, nunca antes un presidente o un expresidente había enfrentado cargos criminales. Donald Trump terminó con eso en abril, cuando le imputaron 34 cargos en Manhattan. Ahora, en Miami, Florida, le imputan 37. En esta semana, entonces, sumó 71 acusaciones y cumplió 77 años.

El caso de ahora es más grave. Es sobre los papeles secretos encontrados en su casa de Mar a Lago y es de alcance federal. El gobierno del actual presidente, Joe Biden, piensa que su antecesor puso en peligro la seguridad nacional por el mal manejo deliberado de documentos clasificados. Aún más extraordinario, el acusado es el candidato puntero en las primarias republicanas. Así, la elección de 2024 podría convertirse en una campaña para que Trump evite la prisión.

Nada beneficiaría más a Trump. Apenas se dio a conocer el documento de 49 páginas con la acusación formal, su campaña aprovechó la ocasión para recaudar fondos; sus seguidores se fueron contra Joe Biden, Mike Pence y Hillary Clinton. Ellos tres también tenían secretos oficiales en su poder, pero solo Trump enfrentará a la justicia. Evidencia, dicen sus simpatizantes, de que él es víctima de una cacería de brujas.

—Este es un momento muy triste para nuestro país —me dijo en su oficina de Washington DC el senador republicano por Texas, Ted Cruz. —Esta acusación es un abuso de poder por parte del Departamento de Justicia. Odian a Donald Trump y pienso que están aplicando un doble estándar con Trump que no le aplican a Joe Biden o a Hillary Clinton.

Ted Cruz es uno de los senadores más influyentes y más controversiales. Es el primer latino por Texas en la cámara alta. Quedó en segundo lugar en las primarias de su partido en 2016, derrotado por Trump. Y desde entonces es un aliado del expresidente. Su lealtad le impide ver (o solo aceptar en voz alta) un hecho: a Trump no lo acusan por haber tenido documentos clasificados, sino por todo lo que hizo para, deliberadamente, no devolverlos.

La burocracia de Estados Unidos clasifica tantos documentos que muchos políticos y funcionarios terminan en posesión de algún archivo secreto. En la práctica, solo se persigue cuando los papeles más secretos están involucrados, cuando quienes los tienen en su poder se resisten a devolverlos y cuando obstruyen la justicia. El expresidente Trump es, presuntamente, culpable de las tres cosas.

—Pero, Senador, estoy seguro de que usted entiende la diferencia entre el caso de Trump y los casos de Clinton, Pence y Biden… —le dije.

—Solo creo que el mismo estándar se debe aplicar a todos.

Lo cierto es que no todos actuaron de la misma forma.

Lo cierto también es que muchas personas en Estados Unidos ven las cosas como las ve Ted Cruz, y piensan que esta es una persecución política. Trump es el primer expresidente encausado y Biden el primer presidente cuyo Departamento de Justicia encausa a su predecesor que, además, es su rival político. No es poca cosa. Y ese es el problema en el que está metido este país ahora.

Los fiscales han decidido dar un paso inédito en territorio desconocido. Las acusaciones son graves y las consecuencias también. No solo la libertad de Trump ni las elecciones de 2024 están en juego. También lo está la credibilidad del Departamento de Justicia.

@JulioVaqueiro

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