La representacion política involucra en las democracias modernas a gobierno y a oposición. La inclusión de la oposición en la representación es crucial para la reproducción democrática, esto es para la alternancia pacífica de gobiernos. Hay déficits de representación cuando el gobierno no representa y tambien cuando  la oposición no representa. El primero deja de representar cuando no cumple con los objetivos esperados por la población. La oposicion deja de representar cuando la población no la considera alternativa al gobierno. Es decir, la ineficacia es frecuentemente el talón de Aquiles del gobierno, y la deslegitimación lo es de la oposición. La dinamica de polarizacion-radicalización política en Argentina es un buen ejemplo del efecto pernicioso de este proceso sobre los propios contendientes.

Como muestran algunos trabajos, la polarización radical, presente hoy en varios paises, tiene su génesis en acciones de gobierno y le otorga beneficios políticos tangibles. Por una parte, permite a los gobiernos cohesionar su base de apoyo marcando un territorio de frontera entre nosotros y ellos. Por otra, la polarizacion radical edifica un velo protector sobre la realidad. Ambos beneficios se traducen en un blindaje eficiente para mantener el apoyo de los electores. Casos extremos del funcionamiento del velo, son los de Bolsonaro en Brasil y de Trump en Estados Unidos con segmentos amplios de sus bases que aseguran haber triunfado en las elecciones y que Lula y Biden encabezan gobiernos fraudulentos.

Pero si bien la polarización radical puede dar réditos a los gobiernos promotores, tiene un lado oscuro para las democracias: erosiona la representación política. El mecanismo activado produce división en las sociedades en una lógica de amigo-enemigo. El resultado es una sociedad facciosa, donde cada facción se ocupa de legitimar las acciones de sus lideres y de deslegitimar las del adversario. Es decir, nadie de un bando escucha razones ni verifica evidencias del otro bando. En Argentina, las principales opciones políticas, el peronismo liderado por la fracción kirchnerista de Cristina Kirchner y Juntos por el Cambio, liderado por el PRO de Mauricio Macri, erosionaron las bases de legitimidad política del adversario, a tal punto que ante un desgaste del gobierno, la oposicion institucionalizada resultó una oposición débil, cuando no una “no opcion”. Se abrió así un espacio de disponibilidad electoral incierta, es decir abierto a nuevas opciones políticas con la sola condición de rechazar las existentes. La estigmatización de Macri por parte del gobierno peronista fue tal, que erosionó la legitimidad de Juntos por el Cambio como opción política. De tal modo que, ante la crisis de eficacia, muchos electores dejaron de sentirse representados por el gobierno, pero al mismo tiempo rechazaron como fuerza de relevo a la principal oposición. La crisis de representación incluyó ahora no solo al gobierno sino también a la oposicion política. En tal sentido, Milei no es solo resultado de la crisis económica. Esto es claro si se compara lo ocurrido con la crisis inflacionaria de 1989 en el final del gobierno de Alfonsín. La población eligió entonces como fuerza de relevo, al peronista neoliberal Carlos Menem. Esto fue resultado de la legitimidad de la que gozaban los peronistas como oposición, hecho al que habia contribuido decisivamente el gobierno del radical Raul Alfonsín.

El ataque persistente a la oposición como opción anti nacional, antipopular o simplemente inmoral implica debilitar no solo a un actor contendiente sino a opciones moderadas, abriendo una ventana a opciones autoritarias.

El efecto erosionante de la polarización sobre las democracias fue evidenciado por Giovanni Sartori en su famoso trabajo sobre el sistema de partido de pluralismo polarizado. Se trataba en ese caso de polarizaciones ideologicas de derecha-izquierda radicales que deslegitimaban a la democracia. En la actualidad, la polarización es entre partidos (o fracciones) personales, como el PRO de Macri, La libertad avanza de Milei o el kirchnerismo de Cristina Kirchner. Por ello, el efecto no es deslegitimación de la democracia sino deslegitimación del adversario como opcion electoral.

La personalización actual de la politica acotó el triunfo de Milei al plano nacional, excluyendo el provincial. Así, las opciones que declamaban su apoyo al libertario fueron derrotadas, y a veces  ignoradas como opción en las provincias.  Este resultado dispar obedece tanto a la carencia de organizaciones políticas movilizantes y estructurantes del voto de La libertad avanza, como a la presencia de liderazgos con credibilidad y penetración social de organizaciones de la oposición y del peronismo, que logró contener a nivel sub nacional las preferencias políticas. Es decir, el triunfo de Milei, resulta tambien de un proceso de personalización carismática,  no transferible, por la ausencia de implantación e identidad organizativa de su partido.

Por ultimo, una paradoja: las estrategias adversariales actuaron como un boomerang. El outsider Javier Milei llegó al gobierno gracias al apoyo de los dos principales contendientes: los peronistas y JxC. La confrontación entre peronistas y Juntos por el cambio llevó a los primeros, desde el gobierno, a apostar por una oposición dividida que debilitara a la candidata de Juntos por el cambio, Patricia Bullrich. Estrategia que rindió sus frutos en las PASO y en la primera vuelta con la derrota de Juntos por el Cambio. En la segunda vuelta, Macri y Bullrich, excluídos de la competición, dieron el apoyo a Milei.

La política es de dificil comprensión y sus efectos frecuentemente imprevisibles. Así, es por lo menos curioso que el kirchnerismo surgido como respuesta a la crisis de representación del 2001, llegue a su ocaso con otra crisis de representación, dando un fruto imprevisto: Javier Milei.

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