Caracas.— Luego del evento del pasado 21 de noviembre sobre el cual resaltamos la ausencia de condiciones electorales que hoy ha sido reiterada por la Misión de Observación de la Unión Europea, se ha abierto un debate muy válido sobre la significación de la ‘Unidad’ y la necesidad de revisar la legitimidad de los liderazgos que la componen para poder avanzar en una ruta común.

La Unidad de las fuerzas democráticas ha sido un vehículo fundamental en la lucha, no sólo en Venezuela, sino en la historia de todos los países que han enfrentado regímenes autoritarios. Esa Unidad nos dio la victoria en las parlamentarias del 2015, la fuerza para protestar en las calles en el 2017, nos permitió demostrar ante la comunidad internacional la ilegitimidad de Maduro tras la farsa electoral en 2018, y convertir a Venezuela en una causa que el mundo democrático ha respaldado con vehemencia desde el 2019 con el reconocimiento de la Asamblea Nacional como único hilo constitucional del país, y con ello de la presidencia encargada, según el artículo 233 de la Constitución.

Esa Unidad como vehículo ciertamente hay que irla revisando, cuidando y renovando constantemente, pero en este momento nos corresponde hacerlo con el mayor pulso, la mayor empatía y sobre todo con plena conciencia del objetivo por el que se lucha, pues la estrategia de la dictadura para dinamitar nuestra coalición se ha renovado y eso no podemos ignorarlo.

Las dictaduras han innovado en sus mecanismos para permanecer en el poder. Maduro aparte de haber destruido el Estado de derecho y controlar los poderes públicos, sofisticó su estrategia para debilitar la coalición democrática con tácticas más complejas que las inhabilitaciones, persecuciones y detenciones arbitrarias que acostumbra, y que por cierto hoy sostiene en casos como el arrebato de la gobernación de Barinas a Freddy Superlano donde la dictadura que se rehúsa a aceptar la pérdida en la cuna de Chávez ordena a través del TSJ (Tribunal Supremo de Justicia) de Maduro, repetir el proceso e inhabilitar al gobernador electo; la detención de Omar Fernández, Alcalde electo del Municipio Arzobispo Chacón, en el estado Mérida, o el intento de burlar la victoria de Superlano en Barinas, estado que ha sido bastión del chavismo y se niegan a entregar.

Su estrategia ahora se complementa. Desde hace más de un año el régimen orientó sus esfuerzos en dispersar la representación de las fuerzas que se le oponen apostando a la desmoralización, generando aparentes “divisiones internas” que han sido planificadas y financiadas desde el poder del Estado. Intentaron secuestrar el Parlamento comprando voluntades en 2020, se robaron las tarjetas de los partidos a través del TSJ para confundir al electorado y se la entregaron a dirigentes cooptados a cambio de protección y financiamiento, beneficiaron a estos actores en los medios libres donde el régimen controla y censura al resto, e incluso promovieron la creación de nuevos partidos para abonar en la dispersión de las fuerzas.

Ante esa realidad hay que actuar. Claro que hay que sumar cada vez más hacia una mayor y mejor unidad, pero reducir la causa de la dispersión a un asunto de voluntad política es simplificar e ignorar el contexto. La verdadera Unidad, la que desafía a la dictadura, es la unidad de propósito. Eso lo que debe movernos. Quienes se prestaron para robarse los partidos, para lavarle la cara a empresarios del hambre que hoy están respondiendo a la justicia internacional, o para ser leales a la dictadura, han probado que no comparten el propósito por el que luchamos: recuperar la democracia y salir de un régimen que viola derechos humanos, tortura, y tiene al país sumergido en la peor crisis de su historia.

Tenemos que trazar una línea clara con quienes abandonaron sus valores para intentar normalizar la dictadura a cambio de beneficios personales. Claro que hay que conversar con todos los factores, pero no podemos olvidar su naturaleza ni relativizar sus acciones. Finalmente, no podemos olvidar que luchamos contra una dictadura que usa todo el poder coercitivo que tiene para desarmar todos los esfuerzos que la desafíen, y descomponer esa Unidad para debilitarnos es su principal objetivo. No podemos decaer, debemos insistir en lograr una elección presidencial libre y justa, la próxima en el escenario venezolano, la que nos deben desde 2018 y la que debe dar paso a la solución al conflicto; eso hoy nos une a todos.

*Reconocido por más de medio centenar de países como presidente interino o encargado de Venezuela

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