México creció 3.3% con respecto al tercer trimestre del año anterior, según los últimos datos observados por el INEGI. Si bien este resultado muestra dinamismo en la actividad económica, hay varios puntos criticables. La primera crítica, y quizá la menos relevante para efectos de este análisis, es que aún no se recuperan los niveles de crecimiento pre-pandemia, también seguimos muy lejos de la promesa de alcanzar tasas de crecimiento más altas que sexenios anteriores. Pensando en el esquema de cuentas nacionales, hay cinco componentes que impactan directamente el crecimiento del PIB: consumo, inversión, importaciones, exportaciones y gasto público. La crítica central va hacia el motor inicial del resultado de este trimestre del PIB de México: el gasto público.

Hace unos meses, con el Paquete Económico 2024, se marcó la pauta a seguir en Hacienda: política fiscal expansiva. Esta decisión de política fiscal se tomó a la par que Banxico combatía la inflación fuera de objetivo. La decisión tomada por Hacienda de continuar con el aumento de los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP) para, entre otras cosas, seguir financiando los altos niveles de gasto público inyectados a las obras insignia del gobierno y a los programas de transferencias, es totalmente contraria a la política monetaria restrictiva de Banxico (Viñas Maguey, 2023). Esta expansión del gasto público puede bien estar orientada a impactar de manera positiva el crecimiento del PIB para aumentar el bienestar de las y los mexicanos, empero, de nada sirve orientar, en el corto plazo, la política económica al crecimiento, si no será sostenible en el mediano ni en el largo plazo. Combinada con el aumento del salario mínimo decretado para 2024, esta política contribuye a sobreestimular la demanda agregada, el consumo, y complicar aún más la presión inflacionaria.

Este es un error observable a lo largo de la historia económica de México. Por muchos años, hacia el final de los sexenios, se aceleró la expansión del gasto público con tres principales fines: terminar o avanzar lo más posible las obras iniciadas esa administración (sin necesariamente haber concluido o dado la continuidad adecuada a las obras heredadas); canalizar el gasto y demás recursos del Estado para arrancar la campaña de El Sucesor; y mejorar los resultados de crecimiento económico para crear un efecto de red que se reflejara en las elecciones y aprobación del Presidente saliente. Este irresponsable manejo de las finanzas públicas, particularmente el uso ineficiente del gasto y la deuda, explica parte del periodo de crisis sexenales del que, después del Milagro Mexicano, tomó años volver a centrar la política económica en la búsqueda de crecimiento sostenible. Hoy la situación no es muy diferente, salvo que contamos con la ventaja de que Banxico es autónomo desde 1994.

Este presupuesto presentado por el gobierno claramente inauguró la fiesta electoral, la carrera por la Presidencia. Al desmedido aumento del endeudamiento público (sí, hay deuda y mucha) y a la insostenible visión fiscal cortoplacista, se suma un factor internacional que generará más presión en México: también es año electoral en Estados Unidos. Si bien, el aumento del gasto público en año electoral es común en las democracias, no es igual un déficit fiscal del 7% del PIB en la economía más grande del mundo, que uno del 5.4% en México, número catorce del mundo (según el monitor fiscal del FMI). La expansión del gasto en EE.UU. contribuye a la presión inflacionaria en México, como pasó en la pandemia tras las enormes inyecciones de dólares a la economía vecina.

Así, el panorama económico para México es complicado. No será sorpresa que el año entrante la inflación siga sin ceder y no disminuya lo suficiente (Viñas Maguey, 2023). Se seguirán inaugurando las obras insignia de esta administración sin haberse concluido y se seguirá incrementando la transferencia de recursos a programas cuyo impacto se limita al periodo presente, pero cuya razón de ser es la obtención de votos, no importa lo que cuesten en términos de estabilidad o sostenibilidad. El crecimiento de la deuda hace evidente la necesidad de una Reforma Fiscal de fondo. La expansión del gasto prevista para 2024 seguirá impulsando el crecimiento económico, pero comprometiendo el horizonte de largo plazo de las y los mexicanos. La dimensión intertemporal de la política económica es vital en la elaboración del presupuesto público. Sí, los datos muestran que la economía mexicana está creciendo, pero a un altísimo costo: la inestabilidad fiscal.

Twitter: @JosePabloVinasM

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