En diversas ocasiones he señalado que uno de los más graves problemas generados durante el gobierno del presidente López Obrador, está relacionado con la polarización a la que se nos ha conducido y, en todo caso, a la que nos hemos dejado encaminar. En efecto, eso nos ha dividido casi en dos, ha generado fracturas y enfrentamientos y, como consecuencia, ha debilitado la pluralidad y la aceptación de los distintos. Pretender encasillar en dos únicas visiones a nuestra sociedad no es conveniente ni se ajusta a la realidad. Claro que esa lucha se registra en el proceso electoral que vivimos.

Otro signo de la realidad nacional es el de la simulación. Por supuesto que probablemente el sector más afectado con este mal es el de la política. Sin embargo, los efectos de las comedias que se montan por políticos encumbrados alcanzan otros campos: el jurídico, el empresarial, el de la ética pública y los valores y, en general, el de la vida colectiva. Las campañas electorales, las no campañas, las precampañas, los periodos de intercampaña y también las post campañas, están llenas de ejemplos de las farsas que se montan y del disimulo de las autoridades que permiten lo ilegal.

Lo que pasa en el país es preocupante. A menos de ocho meses de que termine su periodo de gobierno, López Obrador envía un conjunto de reformas a la Constitución que sin duda alguna interfieren con el proceso electoral en curso y comprometen el futuro. Más allá de la posibilidad de que sean aprobadas por el Congreso Federal, está el hecho y el mensaje para su candidata y los colaboradores de ella, para sus seguidores y las oposiciones. Por eso, son igualmente preocupantes la respuesta de la candidata y el silencio de los personajes que la respaldan.

Se equivocan si calculan que podrán transitar sin definirse en los tres meses que restan para la elección respecto de los temas centrales. Fallan en sus apreciaciones si piensan que podrán dejar de reconocer los graves yerros del gobierno en turno en materias como salud, educación, seguridad y empleo, pero también en áreas sensibles como régimen de libertades, democracia, derechos humanos y apego al Estado de Derecho por solo mencionar algunos. ¿De verdad calculan que podrán acompañar las mentiras y la simulación gubernamental sin costo alguno? ¿Sabrán lo que hacen si su estrategia es engañarnos hoy a muchos y el uno de octubre a Andrés Manuel López Obrador y a su movimiento?

Creo con honestidad que Claudia Sheinbaum y quienes de verdad simpatizan con ella, deben recordar la frase de Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Adicionalmente, yo les diría que ellos pueden confundirse frente a algunas situaciones, pero que la realidad, la canija realidad, les obligará muy pronto a definirse respecto de lo que ha pasado y pasa en el país y en especial frente a nuestro porvenir.

Llegaron los tiempos de las decisiones y las elecciones. Es urgente reconocer lo que se hizo mal, lo que no resultó como se deseaba. Es indispensable reconocer que, al término de este gobierno, por temas de salud y seguridad, serán más de un millón las personas que habrán perdido la vida por la incapacidad, las omisiones y las pésimas políticas del gobierno. Es indispensable escoger entre una persona o el país, entre la unidad y la fractura, entre el pasado y el futuro. Para las elecciones, solo restan 110 días.

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