Está claro que el presidente Andrés Manuel López Obrador, no estará en las boletas de la elección del 6 de junio próximo. Y más claro aún es el hecho de que estará al frente del Poder Ejecutivo, hasta el 30 de septiembre de 2024. Esta reflexión viene al caso por lo que se está definiendo en el actual proceso electoral.

Lo que más conviene a la nación, es que el presidente cumpla con su mandato y con el periodo para el que fue electo. La estabilidad y la paz social, pasan por esa irreductible condición. López Obrador seguirá dirigiendo al país por tres años más.

Por otro lado, es claro también que muchos de sus colaboradores, secretarios de Estado, asesores, consultores, consejeros, así como correligionarios de su partido, incorporados en las cámaras de Senadores y Diputados, no han estado a la altura de las ofertas del Presidente ni de las exigencias del desarrollo nacional. Es más que evidente la ineficiencia y la ineficacia en muchas áreas de la administración pública y en el quehacer legislativo. Por ello es que he insistido en señalar, en este espacio quincenal de opinión, que su equipo, no le ayuda al Presidente.

Ejemplos de ello saltan todos los días. Subejercicios presupuestales, faltas en la compra de medicamentos, desmantelamiento de instituciones, nula ayuda a los sectores económicos afectados por la pandemia, pésima conducción de la estrategia para atender los efectos del Covid (dicho por la OMS), rechazo a elaborar una política que mitigue la violencia intrafamiliar y hacia la mujer, nulo combate a la delincuencia organizada, militarización creciente, incremento en la discordia social, escasa estrategia para atender la educación pública en confinamiento, etc., etc.

Y desde el punto de vista legislativo vemos a cada momento las inconsistencias del proceso. Si la entrada en vigor de una ley, genera la promoción masiva de juicios de amparo, solo significa dos cosas, que el texto está plagado de errores o que su aplicación propiciará más perjuicios que beneficios. Una de las características básicas de la ley, es que debe ser de aplicación general, no tener dedicatoria para minimizar o regular a unos cuantos.

En la Cámara de Diputados mantienen la consigna de no moverle ni una coma, no solo a Ley de la Industria Eléctrica, también a la mayoría de iniciativas que el presidente envía, no importando que sean de aplicación dudosa o imposible. En el Senado, además de mantener dicha línea, hemos visto las pifias que se han cometido en iniciativas propias para reformar, por ejemplo, la Ley del Banco de México, para regular las redes sociales, para autorizar el consumo de la mariguana, el riesgo de exponer nuestros datos biométricos o la más reciente atrocidad, cambiar lo establecido por la Constitución, con un pequeño artículo transitorio en una ley secundaria, para alargar el periodo CONSTITUCIONAL DE EJERCICIO, del Presidente de la Suprema Corte.

¿Y qué podemos hacer los gobernados ante este panorama? SIMPLE: poner orden. Obligar al gabinete para que cumpla con la ley y el presupuesto, que se responsabilice de sus acciones, que revisen muy bien cada iniciativa, que las elaboren con el siempre sabio consenso de los involucrados, que el presidente escuche y atienda, aunque no quiera, lo que le dicen sus datos y también los otros datos, los de los especialistas.

¿Cómo lograr esto? ¿Cómo podemos ayudar al Presidente?: Dándole una Cámara de Diputados con personas que sí lean, que sí sepan, que sí estudien y que sí cambien las comas y los textos tendenciosos, en favor del interés de la mayoría y de la nación. Desde luego que estos perfiles NO ESTAN EN MORENA ni en sus aliados.  Para ello no solo debemos acudir a votar, debemos promover todos los días, que los ciudadanos voten. El voto es el mejor aliado de la democracia. Dejar de votar es consentir a la demagogia y al autoritarismo. Ayudemos al Presidente en los tres años que aún le quedan de gobierno, eligiendo a diputadas y diputados demócratas, que no solo obedezcan, que realmente trabajen para todos, con mucho valor y amor a México.

Exgobernador de Hidalgo.