La comedia francesa revela excelente salud en Adiós, idiotas (2020), séptimo filme del actor, guionista y director con sólidas tablas escénicas Albert Dupontel. Con éste ganó seis de 12 nominaciones al César, el Oscar francés, destacando mejor guión, dirección y película.

La historia, de la también considerada más taquillera del año en su país de origen, es un enredo sobre la crisis en que entra Suze (Virginie Efira) cuando le anuncian que está terriblemente enferma. ¿Le queda poca vida? ¿Qué hacer ante lo inminente? Ella se obliga a corregir algo de su pasado: encontrar a su hijo perdido.

Con esto Dupontel tiene para que Suze se tope con inverosímiles compañeros de aventura, JB (Dupontel mismo) y el minusválido señor Blin (Nicolás Marié). Suficiente para darle un estilo extravagante al argumento. Parte sustancial del humor de esta concisa comedia, como en otras previas del director, está en lo visual. Siempre se le critica por ser dizque artificial. Pero Dupontel propone burlescas obras dinámicas en las que juega delirantemente con la fotografía (aquí, a cargo de Alexis Kavyrchine, que merecidamente ganó el respectivo César), para integrar al espectador en la trama.

Dupontel plantea que la cámara es otro personaje, que comenta, participa y se introduce en la piel de un humorismo elegante e incisivo; que revela más de lo que se cree y que crece en intensidad. Cada movimiento es un comentario social, un apunte irónico, una propuesta vanguardista, que convierte a la febril historia en un mural sobre la Francia actual.

Adiós, idiotas es una rara producción a favor de la risa reflexiva, sin rutinarios chistes vulgares ni pastelazos. Por eso Dupontel está entre los cómicos más originales de Europa. Confirma que tiene con qué dirigir cintas de cierta, pero jocosa, complejidad. El estreno de la semana.

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