Las decisiones de la política monetaria en los Estados Unidos inciden sobre los flujos de capital hacia los países periféricos. En particular, los ajustes de la tasa de interés pueden transformar la composición y destinos de los flujos de capital privados, las condiciones de los mercados financieros internos y los niveles de apreciación cambiaria.

El pasado 21 de septiembre, la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) anunció un aumento de 75 puntos base, lo que sitúa a las tasas de interés en un rango entre 3% y 3.75 %. Antes, se habían registrado otros dos incrementos de la misma magnitud en junio y julio.

Con estos ajustes, las autoridades monetarias de los Estados Unidos buscan contener el crecimiento de la inflación, cuyo dato anualizado ascendió al 8.3% en agosto. Lamentablemente, estos drásticos ajustes están lejos de finalizar, pues se estima que las tasas de la FED se ubiquen entre 4.25% a 4.5% al cierre del año.

Por lo tanto, el Banco de México, que el pasado 11 de agosto había incrementado la tasa de interés al 8.5 %, tendrá nuevamente que ajustar la tasa al alza, para mantener la competitividad de los activos financieros locales y preservar la estabilidad del tipo de cambio.

Con relación al crecimiento económico, según estimaciones de la FED, se espera que la economía estadounidense registre una tasa de 0.2 % al cierre del año y 1.2% en 2023. Esto afectará a sus principales socios comerciales en el nivel de exportaciones, demanda de trabajo y remesas, entre otros factores.

Bajo un sistema financiero desregulado y abierto en las cuentas de capital, con fuertes inversiones en tipos de cambio y competencia en tasas de interés, las economías de los países periféricos han quedado vulnerables ante los choques financieros y las decisiones de política monetaria de los centros financieros hegemónicos.

Cuando las tasas de la FED se mueven al alza, se registra un descenso de los flujos de capital hacia países periféricos, porque los inversionistas institucionales recomponen sus portafolios hacia mercados más seguros y se refugian en la divisa estadounidense, generando su apreciación. Tan sólo en el segundo trimestre de abril a junio de 2022, se registró una salida de 5 mil 074 millones de dólares en inversión de cartera en México.

Bajo la etapa neoliberal, se ha consolidado una arquitectura financiera que garantiza la exportación de ahorro de los países periféricos, de transferencias netas negativas, bajo la forma de intereses, utilidades, regalías y dividendos de la inversión extranjera. Dicha exportación de rentabilidad requiere un flujo continuo de dólares; que retomando el pensamiento de Kregel (2006), generalmente se obtiene construyendo capital “financiero” en lugar de construir capital “real”, lo que implicaría mejorar la productividad interna.

Resulta fundamental establecer nuevas regulaciones al capital financiero y que los bancos centrales en el mundo asuman la función del crecimiento económico dentro de sus objetivos, porque el sistema de metas de inflación que se implementa en la actualidad concentra el ingreso, impulsa la especulación financiera y desincentiva los proyectos productivos.

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Profesor ENES León UNAM-CACEPS
 caceps@gmail.com

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